25 mayo, 2025

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Sean custodios de la memoria y constructores de la unidad

El Papa recibió a los funcionarios de la Curia Romana y a los empleados de la Santa Sede, de la Gobernación y del Vicariato de Roma, que lo acogieron con un largo aplauso

Sean custodios de la memoria y constructores de la unidad

En su discurso, el Pontífice invitó a todos a preservar «la memoria histórica» de la Sede Apostólica, a no perder la «dimensión misionera», como deseaba el Papa Francisco, y a superar las incomprensiones y los prejuicios con paciencia, humildad y «humorismo».

«Una ocasión para dar las gracias»: con estas palabras el Papa León XIV definió su encuentro con todos los empleados de la Curia Romana, de la Gobernación y del Vicariato de Roma, a quienes recibió en audiencia en el Aula Pablo VI en el Vaticano. Presentes en el Aula Nervi, unas 5 mil personas que trabajan en distintas áreas administrativas, técnicas y operativas, junto a sus familias. Entre ellos, también sacerdotes, religiosos y religiosas, y sobre todo, laicos.

Eran numerosos los niños presentes, algunos pequeñísimos, apoyados en las vallas por los padres, con la esperanza de un saludo, una caricia y una bendición de parte del Pontífice. Esperanza hecha realidad, ya que el Santo Padre, apenas terminó de saludar a algunos prelados, descendió del escenario para acercarse a ellos y bendijo sonriente a los pequeños con sus familiares, en primer lugar, y luego, extendió su saludo a todos los presentes.

“Este nuestro primer encuentro no es ciertamente el momento de pronunciar discursos programáticos, sino más bien una ocasión para darles las gracias por el servicio que prestan, y que yo, por así decirlo, ‘heredo’ de mis Predecesores”, afirmó el Papa León iniciando su discurso.

A continuación, recordó que había llegado al Vaticano “hace sólo dos años, cuando mi querido Papa Francisco me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Entonces dejé la Diócesis de Chiclayo, Perú, y vine a trabajar aquí. ¡Qué cambio! Y ahora bien… ¿Qué puedo decir? Sólo lo que Simón Pedro le dijo a Jesús en el lago Tiberíades: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17).”

“Los Papas pasan, la Curia permanece” subrayó el Obispo de Roma señalando que esto “vale en cada Iglesia particular, para la Curia episcopal. Y vale también para la Curia del Obispo de Roma”.

La importancia de la memoria

“La Curia es la institución que custodia y transmite la memoria histórica de una Iglesia, del ministerio de sus obispos. Esto es muy importante. La memoria es un elemento esencial en un organismo vivo. No sólo se dirige al pasado, sino que nutre el presente y orienta el futuro. Sin memoria, el camino se pierde, pierde el sentido de la orientación”, afirmó luego el Santo Padre y explicó qué significa trabajar en la Curia:

Trabajar en la Curia romana significa contribuir a mantener viva la memoria de la Sede Apostólica, en el sentido vital que acabo de mencionar, para que el ministerio del Papa pueda desarrollarse de la mejor manera posible. Y, por analogía, esto puede decirse también de los servicios del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Además de la memoria, el Papa destacó la dimensión misionera de la Curia y de toda institución vinculada al ministerio petrino, mencionando a este respecto la reforma llevada a cabo por el Papa Francisco a través de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Y lo ha hecho – señaló – siguiendo la estela de sus predecesores, especialmente de san Pablo VI y san Juan Pablo II.

La experiencia misionera en Perú

El Pontífice recordó también que la experiencia misionera forma parte de su vida, ”y no sólo como bautizado, como todos los cristianos, sino porque como religioso agustino fui misionero en Perú”. “No podré agradecer suficientemente al Señor por este don”, afirmó. “Luego, la llamada a servir a la Iglesia aquí, en la Curia Romana, fue una nueva misión, que he compartido con ustedes en estos dos últimos años. Y aun la continúo, mientras Dios quiera, en este servicio que se me ha confiado”.

La invitación a ser Iglesia misionera

Seguidamente, León XIV repitió a los presentes en el Aula Pablo VI, lo que había dicho su primer saludo, la tarde del 8 de mayo: «Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger […] con los brazos abiertos a todos, a todos los que necesitan de nuestra caridad, nuestra presencia, del diálogo y del amor. Estas palabras iban dirigidas a la Iglesia de Roma. Y ahora las repito pensando en la misión de esta Iglesia hacia todas las Iglesias y el mundo entero, para servir a la comunión, a la unidad, en la caridad y en la verdad”, dijo el Pontífice. Y añadió:

El Señor encomendó a Pedro y a sus sucesores esta tarea, y todos ustedes, de diversas maneras, colaboran en esta gran obra. Cada uno aporta su contribución realizando su trabajo cotidiano con empeño y también con fe, porque la fe y la oración son como la sal para la comida, dan sabor.

Contribuir a la unidad con nuestro comportamiento cotidiano

El Papa León XIV instó entonces a los empleados vaticanos a “cooperar en la gran causa de la unidad y del amor, intentemos hacerlo ante todo con nuestro comportamiento en las situaciones cotidianas, empezando incluso en el lugar de trabajo”.

Cada uno puede ser constructor de unidad con sus actitudes hacia sus colegas, superando los inevitables malentendidos con paciencia y humildad, poniéndose en el lugar de los demás, evitando los prejuicios, y también con una buena dosis de humor, como nos ha enseñado el Papa Francisco.

¡Gracias de nuevo de todo corazón!, repitió el Pontífice antes de concluir su discurso. Y recordando que estamos en el mes de mayo, invitó a invocar juntos a la “Virgen María, para que bendiga a la Curia Romana y a la Ciudad del Vaticano, y también a sus familias, especialmente a los niños, a los ancianos y a los enfermos y sufrientes”.

Palabras del santo Padre:

Audiencia a los Oficiales de la Curia Romana, a los Empleados de la Santa Sede, de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma, 24.05.2025

Esta mañana, a las 10:00 horas, en el Aula Pablo VI, Su Santidad León XIV recibió en Audiencia a los Oficiales de la Curia Romana, a los Empleados de la Santa Sede, de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma. Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante el encuentro:

Discurso de Su Santidad

¡Gracias! Cuando los aplausos duran más que el discurso, ¡tendré que hacer un discurso más largo! Entonces… ¡atentos! ¡Gracias!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la paz sea con ustedes.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Me alegra poder saludarlos a todos ustedes, que forman las comunidades de trabajo de la Curia Romana, de la Gobernación y del Vicariato de Roma.

Saludo a los Jefes de los Dicasterios y a los demás Superiores, a los Jefes de Oficina y a todos los Oficiales; así como a las Autoridades de la Ciudad del Vaticano, a los directivos y a los empleados. Y me complace mucho que también estén presentes varios familiares, aprovechando el día sábado.

Este primer encuentro nuestro no es el momento para hacer discursos programáticos, sino que es para mí la ocasión de darles las gracias por el servicio que desempeñan, un servicio que yo, por así decirlo, «heredo» de mis Predecesores. Gracias de verdad. Sí, como saben, llegué hace solo dos años, cuando el amado Papa Francisco me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Entonces dejé la Diócesis de Chiclayo, en Perú, y vine a trabajar aquí. ¡Qué cambio! Y ahora… ¿Qué puedo decir? Solo lo que Simón Pedro le dijo a Jesús en el lago de Tiberíades: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero» (Jn 21,17).

Los Papas pasan, la Curia permanece. Esto es válido en cada Iglesia particular, para las Curias episcopales. Y también es válido para la Curia del Obispo de Roma. La Curia es la institución que custodia y transmite la memoria histórica de una Iglesia, del ministerio de sus Obispos. Esto es muy importante. La memoria es un elemento esencial en un organismo viviente. No solo se dirige al pasado, sino que alimenta el presente y orienta hacia el futuro. Sin memoria, el camino se pierde, pierde el sentido del recorrido.

Así, queridos, este es el primer pensamiento que me gustaría compartir con ustedes: trabajar en la Curia Romana significa contribuir a mantener viva la memoria de la Sede Apostólica, en el sentido vital que acabo de mencionar, para que el ministerio del Papa pueda llevarse a cabo de la mejor manera posible. Y por analogía, esto también puede decirse de los servicios del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Hay otro aspecto que deseo recordar, complementario al de la memoria, es decir, la dimensión misionera de la Iglesia, de la Curia y de toda institución ligada al ministerio petrino. En esto ha insistido mucho el Papa Francisco, quien, coherentemente con el proyecto enunciado en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, ha reformado la Curia Romana en la perspectiva de la evangelización, con la Constitución apostólica Praedicate Evangelium. Y esto lo ha hecho siguiendo los pasos de sus Predecesores, especialmente de San Pablo VI y San Juan Pablo II.

Como creo que saben, la experiencia de la misión forma parte de mi vida, y no solo como bautizado, como para todos nosotros los cristianos, sino porque como religioso agustino fui misionero en Perú, y en medio del pueblo peruano maduró mi vocación pastoral. ¡Nunca podré agradecer lo suficiente al Señor por este don! Luego, la llamada a servir a la Iglesia aquí en la Curia Romana fue una nueva misión, que he compartido con ustedes en estos últimos dos años. Y la sigo y la seguiré, hasta que Dios quiera, en este servicio que me ha sido confiado.

Por lo tanto, les repito lo que dije en mi primer saludo, la noche del 8 de mayo: «Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger… con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que necesitan de nuestra caridad, de nuestra presencia, del diálogo y del amor». Estas palabras iban dirigidas a la Iglesia de Roma. Y ahora las repito pensando en la misión de esta Iglesia hacia todas las Iglesias y el mundo entero, de servir a la comunión, a la unidad, en la caridad y en la verdad. El Señor ha dado a Pedro y a sus sucesores esta tarea, y todos ustedes, de diversas maneras, colaboran para esta gran obra. Cada uno da su contribución realizando su trabajo diario con empeño y también con fe, porque la fe y la oración son como la sal para los alimentos, le dan sabor.

Si, pues, todos debemos cooperar en la gran causa de la unidad y del amor, procuremos hacerlo, ante todo, con nuestro comportamiento en las situaciones de cada día, partiendo también del ambiente laboral. Cada uno puede ser constructor de unidad con las actitudes hacia los colegas, superando las inevitables incomprensiones con paciencia, con humildad, poniéndose en el lugar de los demás, evitando los prejuicios, y también con una buena dosis de humor, como nos enseñó el Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas, ¡les agradezco de nuevo de corazón! Estamos en el mes de mayo: invoquemos juntos a la Virgen María, para que bendiga la Curia Romana y la Ciudad del Vaticano, y también a sus familias, especialmente a los niños, los ancianos y las personas enfermas y sufrientes.

¡Gracias!

Entonces, digamos juntos: “Ave María…”

[Bendición]

¡Gracias de nuevo, muchas felicidades!

[Texto original: Italiano]

Exaudi Redacción

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