Academia para la Vida: Vacunas disponibles para todos

Rueda de prensa tras Mesa Redonda Internacional sobre Vacunación

Academia vida vacunas
Vacunación © Pexels. Cdc

La Conferencia de presentación del comunicado final de la Mesa Redonda Internacional sobre Vacunación organizada por la Academia Pontificia para la Vida, la World Medical Association (WMA) y la German Medical Association (GMA) ha tenido lugar hoy, 2 de julio de 2021, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

En la comparecencia ante los medios han intervenido Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida; el Dr. Ramin Parsa-Parsi, jefe del Departamento de Asuntos Internacionales de la German Medical Association”, conectado a distancia; y el profesor Dr. Frank Ulrich Montgomery, presidente del Consejo de la World Medical Association, conectado a distancia.

Monseñor Vincenzo Paglia

Mons. Paglia ha señalado que las vacunas “deberían estar disponibles para todos y en todas partes, sin restricciones debidas a aspectos económicos, incluso en los países de ‘bajos ingresos’”. No obstante, remarca que “como la vacuna es una invención producida por el ingenio humano -y no un recurso ambiental presente espontáneamente en la naturaleza (como el aire o los mares) o descubierto mediante la investigación (como el genoma)-“, para que esté al alcance de todos “se necesitan decisiones y acciones precisas”. Esto es, “hace falta un compromiso que incluya a todos los sujetos involucrados en la operación. Tanto más cuanto que se trata de un medicamento delicado y complicado, sea desde el punto de vista de las tecnologías necesarias para su preparación como del significado (simbólico) que se le atribuye”.

En este sentido, el presidente de la Academia Pontificia para la Vida indica que “es necesario reconocer la importancia de estas patentes, pero no absolutizarlas” y se refiere a “la necesidad de encontrar un equilibrio entre los derechos privados de los inventores (e inversores) y las necesidades públicas de la sociedad”. De este modo, “afirmar la disponibilidad universal de las vacunas significa entrar en este complejo conjunto de problemas, que tocan tanto los aspectos científico-tecnológicos, como los económico-comerciales, como los geopolíticos (‘nacionalismo vacunal’)”.

En particular, el prelado destaca que las vacunas “también plantean una cuestión relativa a su significado en las diferentes culturas” y “ciertamente, la ‘indecisión ante la vacunación’, de la que habla nuestra Declaración, es un fenómeno variado, que tiene diferentes motivaciones en distintas zonas del mundo”. Así, advierte que hay que tener cuidado “de no imponer una visión occidental unívoca”, destacando a este respecto, “dos cuestiones que se plantean en el mundo globalizado” a tener en cuenta.

En primer lugar, considera que “es un gesto delicado pedir la confianza de los que dudan, sobre todo en los países que han sufrido los atropellos, de los países en posición de fuerza, de los que de hecho proceden las vacunas. Aquí afloran conflictos que tienen una larga historia”. Para fomentar la confianza, continúa, “no basta con un gesto puntual, sino que se necesita una política sistémica que incluya una visión integral del desarrollo y unas relaciones internacionales más justas”.

En segundo lugar, las prioridades de Occidente no coinciden con las de otros países del sur del mundo (especialmente África):”lo que a nosotros nos parece prioritario desde nuestro punto de vista no lo es necesariamente para otros. Hay que evitar que la emergencia de la pandemia debida a la Covid-19 atraiga toda la atención sólo sobre el punto que aparece, aunque con razones válidas, como el más urgente”. Por ejemplo, la malaria y la tuberculosis “se cobran muchas más víctimas en África que el Covid-19”, pero incluso antes de eso, “la falta de saneamiento básico y de agua potable es una grave amenaza para la salud y la supervivencia. Esto nos interpela acerca de nuestro interés en la investigación y en la inversión que hacemos en la producción y distribución de vacunas”.

Es importante, por tanto, “que las acciones que se están llevando a cabo para responder a la emergencia de Covid-19 tengan en cuenta, de todas formas, las necesidades futuras, considerando no sólo el corto plazo sino también el plan estructural”. Además, Mons. Paglia comparte que, antes de la llegada del coronavirus, la intención era organizar una conferencia sobre las vacunas en general: “Pero las dificultades que surgieron nos obligaron a reducir la dimensión de la reunión, a limitar el tema y a realizar online el webinar que abordaba estas cuestiones y que tuvo lugar ayer (visible online de todos modos)”. En cualquier caso, aclara, “nuestro proyecto inicial -una conferencia que aborde el tema de las vacunas en toda su amplitud- se aplaza, no se suprime”.

Dr. Ramin Parsa-Parsi

El doctor Parsa-Parsi, médico y jefe del departamento internacional de la German Medical Association y miembro del Consejo de la World Medical Association habló sobre cómo, hace más de dos años, “la German Medical Association, la Pontificia Academia para la Vida y la World Medical Association– acordamos unir nuestras fuerzas para abordar los retos de la equidad global de las vacunas y la indecisión en la vacunación”. Con la llegada de la pandemia mundial, resalta, “surgieron los retos de las vacunas y la vacunación se hicieron más evidentes que nunca” y, adaptándose a las circunstancias, optaron por organizar un seminario virtual condensado de dos horas, celebrado ayer, 1 de julio.


El doctor se refirió a la declaración conjunta en la que se pide a todas las partes interesadas que agoten todos los esfuerzos para: ”garantizar un acceso mundial equitativo a las vacunas, que es un requisito previo fundamental para el éxito de la campaña de vacunación mundial, y  “hacer frente a las dudas sobre las vacunas enviando un mensaje claro sobre la seguridad y la necesidad de las mismas y contrarrestando los mitos y la desinformación sobre ellas”.

Asimismo, apunta que la pandemia actual “ha mostrado la importancia de la vacunación, pero también ha puesto al descubierto la gran desigualdad en el acceso a las vacunas y los peligros que plantea el nacionalismo vacunal”. Desgraciadamente, “todavía no se dispone de un suministro adecuado de vacunas y, aunque se aumentara la producción de vacunas, no sería suficiente para satisfacer la demanda de todas las regiones del mundo de forma razonable y oportuna”.

En última instancia, sostiene que las vacunas “deben producirse localmente, pero para que esto ocurra es necesario superar varios obstáculos” y “resolver los problemas de patentes es, sin duda, un elemento importante necesario para apoyar un sistema autosuficiente de producción de vacunas, pero esto debe ser reforzado por: la transferencia de conocimientos y experiencia y la formación del personal; la inversión internacional en centros de producción de vacunas en entornos con pocos recursos; la garantía de un control de calidad adecuado”.

Por otro lado, explica que “el mejor antídoto para las dudas sobre las vacunas es fomentar la confianza, aumentar la transparencia y abordar los fallos de comunicación. Como voces de confianza en la comunidad, los profesionales médicos desempeñan un papel crucial en este escenario”. “Somos muy conscientes de que no son las vacunas las que salvan vidas, sino la vacunación. Es de esperar que nuestra colaboración contribuya a aumentar la confianza en las vacunas y a fomentar soluciones para los obstáculos a los que se enfrentan algunas partes del mundo en las que las vacunas siguen siendo escasas”, concluye.

Frank Ulrich Montgomery

El representante de la World Medical Association (WMA) como presidente del Consejo, describió que esta es la federación mundial de asociaciones médicas nacionales que representan a millones de médicos en el mundo. Ulrich indica que a la hora de la distribución de las vacunas “la equidad es una cuestión fundamental para la cooperación internacional. 10 países del mundo han suministrado el 80% de los 3.000 millones de dosis administradas hasta ahora. Y el futuro pasa por crear plantas de producción de vacunas en los países de ingresos bajos y medios como centros de cooperación y equidad”.

Ante ello, plantea, “¿Qué tenemos que hacer ahora?”: llegar a las comunidades desatendidas y desinformadas en un esfuerzo combinado de la ciencia, la medicina y los multiplicadores sociales, como las comunidades religiosas; combatir la desinformación y las noticias falsas; garantizar la solidaridad; garantizar la equidad”.