Acuerdo entre Santa Sede y la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe

El pacto consolida aún más los lazos de amistad y colaboración entre las dos partes

Brett Sayles
Brett Sayles

El lunes 15 de agosto de 2022 se firmó en Santo Tomé, en la «Sala de Juntas» del Ministerio de Exteriores, el Acuerdo entre la Santa Sede y la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe.

El acto se celebró con la presencia de Su Excelencia Monseñor Giovanni Gaspari, Arzobispo titular de Alba Marítima, junto a S.E. Sra. Edite Ramos da Costa Ten Jua, Ministra de Relaciones Exteriores, de la Cooperación y Comunidades de la República Democrática de São Tomé y Príncipe.

Asistieron al acto solemne:

Por parte de la Santa Sede: S.E. Monseñor António Lungieki Bengui, Administrador Apostólico de la sede vacante de la Diócesis de Santo Tomé y Príncipe, S.E. Mons. Manuel António Mendes dos Santos, Obispo Emérito de la Diócesis de Santo Tomé y Príncipe, Rev. Christopher Seiler, Secretario de la Nunciatura Apostólica en Angola y en Santo Tomé y Príncipe, el Rev. Telmo da Glória Serôdio, Canciller de la Curia de Santo Tomé, y la Sra. Maria Madalena Cravid, Secretaria de la Curia


Por la República de Santo Tomé y Príncipe: S.E. Cilcio Bandeira Pires dos Santos, Ministro de Justicia, Administración Interna y Derechos Humanos, Sr. Edyjair Carvalho, Director del Gabinete del Primer Ministro, Sr. Emb. Homero Jerónimo Salvaterra, Director Diplomático del Primer Ministro, Sr. Emb. Carlos Castro, Director del Departamento de Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, Sra. Melany dos Santos, Jefa de Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores, y el Sr. Emb. Mateus Meira Rita, Director de Ministro de Relaciones Exteriores.

El Acuerdo, redactado en italiano y portugués y que consta de 28 artículos, entrará en vigor con los instrumentos de ratificación. Establece el reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia católica y de las instituciones eclesiásticas y define el marco jurídico de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. El Acuerdo consolida aún más los lazos de amistad y colaboración entre las dos partes, que, salvaguardando la independencia y autonomía que les son propias, se comprometen a colaborar para el bienestar espiritual y material de la persona humana, así como para la promoción del bien común.