Alcanzar la felicidad mediante el desarrollo de la personalidad

Monje trapense, Miguel Angel Arias, publica el libro ‘Camino a la Felicidad’

Felicidad desarrollo personalidad
Hermano Miguel Ángel Arias Pérez © Hermano Miguel Ángel Arias

Orar, estudiar, hacer trabajo comunitario, son algunas de las tareas que realizan los monjes en la Iglesia. Pero si a esto le sumamos la autoría de libros, entonces ya es alguien que quiere trascender más allá de las paredes del monasterio. Y eso le hace feliz, porque de la felicidad escribe…

Nos referimos al hermano Miguel Ángel Arias Pérez, monje dominicano de la Orden Cirstenciense de la Antigua Observancia, conocidos también como trapenses, quien acaba de publicar el libro Camino a la Felicidad (Ed. Universo de Letras, 2022), en el cual recoge las líneas generales del tema que viene investigando: la felicidad.

A fin de conocer más, sobre los caminos para ser felices, Exaudi conversó en exclusiva con el autor, a fin de acercarnos a este concepto y sentimiento, siempre tan esquivo.

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¿Cómo surge la idea del libro?

Hermano Miguel Ángel Arias: Surge del deseo de compartir, lo que a mí y a otras personas nos ha hecho bien: trabajar el desarrollo de la personalidad, como fuente de felicidad personal y social. Este es el eje central de la enseñanza de Mateo Andrés, sacerdote jesuita español ya fallecido, quien fue mi profesor y mentor cuando estudié filosofía. Los apuntes de la tesis de mi licencia son el documento base del libro, ampliado y actualizado con investigaciones sobre la psicología positiva, las terapias de acción y compromiso (ACT) y nuevas reflexiones.

Es muy amplia la palabra felicidad… Sin embargo, la visión cristiana de la felicidad es una invitación a crecer y a ser felices, pero mediante un seguimiento real de Cristo y no desasociado de Él ¿cierto?

Hermano Miguel Ángel Arias: Sí, es cierto, porque para los cristianos la felicidad se encuentra en el seguimiento de Cristo (como indica Mateo 5 en sus macarismos (bienaventuranzas, ndr): felices, dichosos…) porque Cristo da sentido a nuestra vida. Para toda persona, la felicidad se halla en el seguimiento de aquello que da sentido a su vida, como enseña la logoterapia del doctor Viktor Frankl y la psicología positiva del doctor Martin Seligman. Esta es la clave de la felicidad: seguir el camino de aquel valor que da sentido a mi vida.

A veces no sabemos qué hacer con nuestra felicidad… ¿Es para estar bien nosotros mismos y en paz? ¿O debemos extenderla y tratar de hacer feliz también a nuestro entorno?

Hermano Miguel Ángel Arias: La felicidad es el resultado de la entrega generosa, no es un fin en sí mismo. Y como es el resultado de darnos a algo, a alguien, siempre pasa por los demás, es decir, me hago el bien a mí mismo y simultáneamente, también a los que me rodean y entran en contacto conmigo. Yo estoy bien, tú estás bien, esa es la postura vital sana, que irradia el bien en nuestro entorno. Lo enseña Jesús en el mandamiento que aclara a los fariseos: Ama a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22,36).

Es un hecho también que el negativismo está muy presente en la sociedad actual, donde hay un pesimismo imperante. Esto a la vez y, en casos particulares, incrementa las enfermedades mentales como la depresión y crece la ola de suicidios… ¿Cómo puede contribuir la Iglesia -y las religiones en general-, para cambiar la imagen negativa y sin esperanza, que tiene de sí misma algún sector de nuestra sociedad?

Hermano Miguel Ángel Arias: La Iglesia, las religiones, la espiritualidad en general contribuyen mucho, porque nos dan un asidero dónde agarrarnos en los momentos de dolor y sufrimiento, infundiendo significado al mismo. Más allá de lo humano y caduco, la fe nos ayuda a mantener la esperanza fija en el más allá, en lo trascendente. Cuando nos quedamos en lo humano, en lo de “más acá”, nos quedamos en el ser humano débil y limitado. Nuestra fe en la Vida Eterna, que profesamos en nuestro credo, nos libera de la angustia del vacío y el sin sentido, dando significado a nuestra existencia.


Es muy importante seguir sembrando las virtudes y los valores desde la más tierna edad ¿no? Esto con el fin de afianzar a las personas en su búsqueda de la felicidad y empeñarse en que esta permanezca en sí misma y no lo contrario…

Hermano Miguel Ángel Arias: Claro que sí. Cuando se integran los valores, desde la infancia hasta la ancianidad, se alcanza una existencia plena. Uno de los serios problemas de nuestra sociedad es la carencia y poca importancia que se da a los valores ¿Qué sentido tiene una vida sin valores? ¿Carpe diem? ¿Vivir solo el momento? El resultado de este modo de vivir es consecuente con su opción: depresión, vacío, desasosiego, ansiedad, angustia… La distracción, el deseo de estar siempre “entretenidos”, típico del ser humano de hoy, nos aleja del crecimiento personal y social.

A veces las sociedades ateas o gobernadas por socialistas, como en España, quieren mostrar un espejismo de la felicidad, socavando las bases tradicionales –compuestas durante siglos por valores y respeto humano-, para ofrecer un libertinaje de acción y goce, donde las consecuencias son impredecibles. Parece una versión moderna de Segismundo en “La Vida es Sueño” de Calderón de la Barca, donde libre de ataduras, dice: “¡Atrevámonos a todo!”… ¿Es posible alcanzar la felicidad, cuando esta solo subsiste, durante ese mismo tiempo fugaz, que dura complacerse?

Hermano Miguel Ángel Arias: No es posible ni lo será nunca. Felicidad no es sinónimo de disfrute, de placer, de gozo, aunque estas emociones se dan en el proceso de ser feliz. Ahí está el error, hemos confundido la felicidad con lo que no es. El doctor Michael Plant de la universidad de Oxford, da clases y conferencias sobre la felicidad, además de escribir libros y artículos, fruto de sus investigaciones, aclarando este enmarañado que nos venden, especialmente los medios de comunicación. Las redes sociales son un arma potente de desinformación sobre la felicidad.

Se debe tener claro, al momento de elaborar políticas sectoriales, de que el sujeto, al realizarse y ser feliz, debe buscar también la felicidad del otro. Y no, por el contrario, su destrucción, su humillación o diríamos su involución como persona ¿verdad?

Hermano Miguel Ángel Arias: Es verdad, donde terminan mis derechos comienzan los derechos del otro. La destrucción o la humillación del otro no me hará nunca feliz, ni como persona ni como sociedad. Solo el bien de otro y de los demás puede aportarle felicidad a mi vida y a la vida de la sociedad, porque las manos que dan, a la vez reciben: paz, aliento, seguridad, ánimo… Como dijo San Agustín: Ama y haz lo que quieras. En nuestro camino a la felicidad, son importantes tanto el trayecto como la compañía.

Volviendo al anhelo cristiano a ser feliz… Algo que nos hace muy felices, diríamos que nos hace “tocar” la trascendencia, es el ejercicio de la caridad y de la solidaridad. ¿Por qué esto debe ser como un ejercicio permanente en el camino hacia la felicidad? ¿Cómo ser menos un “rico epulón” y acercarnos más a los lázaros de hoy?

Hermano Miguel Ángel Arias: La caridad, caritas, es la donación a la que estamos llamados los cristianos, no es un acto puntual de solidaridad, sino un modo de vivir, que es lo que reprocha Jesús al “rico epulón” que se desentendió del pobre Lázaro que estaba a su lado. Remarco “modo de vivir” porque los primeros cristianos fueron conocidos en Alejandría porque se amaban. Comencemos con las personas más cercanas a nosotros, nuestras familias, quienes nos rodean y con quienes nos encontramos, a ir más allá de lo que la humanidad nos diga, a trascender hacia la caridad, a hacer el bien a los demás.

Finalmente, lo invito a darnos un mensaje de tipo vocacional, para quien está en búsqueda… ¿Cómo es feliz un monje, hoy en pleno siglo XXI?

Hermano Miguel Ángel Arias: Pues siendo auténtico y fiel a mi vocación. Como monje trapense que soy, me gozo en mi estilo de vida, buscando a Dios en la Lectio Divina diaria, en la oración comunitaria del Oficio Divino y en el trabajo sencillo en la comunidad que nos procura el sustento. Asimismo, en la vida solitaria y a la vez comunitaria que me hace crecer, aceptándome y aceptando a los hermanos, sirviendo a los más ancianos de mi comunidad, que son los más necesitados. Como dice San Benito en su Regla “Mirad si el novicio de veras busca a Dios” (58, 7). Porque aquí en el monasterio, lo encontrarás.

Si tiene interés en comunicarse con el hermano Miguel Ángel Arias, puede escribirle a: [email protected]