Cardenal Arizmendi: Infracciones Electorales de Obispos

Mirar, Discernir y Actuar

Multitud © Pexels Shelagh Murphy

El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, nos ofrece su artículo semanal titulado:  Infracciones Electorales de Obispos

MIRAR

El jueves 7 de abril, antes de las votaciones sobre la revocación de mandato del actual Presidente de nuestro país, la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral de la Secretaría Ejecutiva del Instituto Nacional Electoral, por medio de su 34 Junta Distrital Ejecutiva en el Estado de México, con sede en la ciudad de Toluca, donde resido, me hizo llegar un requerimiento (UT/SCG/PE/SERS/CG/196/2022), para que les aclarara unos puntos referentes a mis escritos sobre dicha revocación, en razón de que un ciudadano, sin domicilio sino sólo con un correo electrónico, denunció a la presidencia de nuestra Conferencia Episcopal y a un servidor por “posibles infracciones atribuidas a ministros de culto derivado de la emisión de un par de publicaciones, entre ellas una realizada por el referido Cardenal”. Me pusieron “un plazo de cuarenta y ocho horas” para proporcionarles los datos que me pedían sobre los medios en que se publicaron mis escritos. De no responder, me impondrían “una amonestación como medida de apremio… so pena de actualizar una infracción en materia electoral”. Me presenté personalmente, en tiempo y forma, sin abogados, y respondí a lo que se me requería ante dicha Unidad Técnica. Me trataron muy bien y parece que todo quedó en paz. Nada me preguntaron sobre el contenido de mis escritos, sino sólo sobre algunos puntos colaterales. Ante esto, me pregunto si los obispos dijimos algo que acreditara una infracción electoral, o qué es lo que podemos o no podemos declarar. La Presidencia de nuestra Conferencia Episcopal tuvo que responder por su parte a una demanda sobre el mismo asunto.

El episcopado mexicano emitió un comunicado en que no se inclinaba por ninguna opción política partidista, sino sólo invitaba a reflexionar y orar por este evento democrático, la revocación de mandato, para que cada ciudadano procediera según su conciencia. En el mismo sentido me expresé en mis escritos. Somos muy respetuosos del marco legal y sabemos qué podemos hacer y qué no, siempre y cuando no se violen derechos de los seres humanos y de Dios. No podemos hacer propaganda a favor o en contra de un partido político, o de un candidato a puestos públicos, pero sí podemos y debemos orientar a la comunidad, a partir de nuestra fe cristiana, para que asuma su responsabilidad ante eventos de esta naturaleza. Esto no es algo contrario a nuestra misión pastoral, pues ésta no se reduce a rezar y celebrar ritos, sino también a procurar que el Evangelio ilumine la vida social; si no, ¡para qué sirve!

No falta quien critique al Papa Francisco por abordar temas semejantes en sus documentos, como si eso fuera ajeno a su identidad y misión. Le critican cuando nos invita a cuidar la casa común y combatir el cambio climático; cuando habla de las migraciones, de los pobres, de los pueblos originarios, de la fraternidad universal, de la justicia social. ¡Que lean sus encíclicas y exhortaciones apostólicas completas! Encontrarán motivaciones profundas de fe, desde la Palabra de Dios, para la conversión que necesitamos. Algunos quisieran que,

con su autoridad moral, nada dijera de esto, porque no quieren cambiar y reducen su cristianismo a una religiosidad de rezos y prácticas devocionales sin incidencia en la vida social. Que lean a los profetas y a Jesús mismo, y no se queden con algunas citas bíblicas parciales, interpretadas farisaicamente.


DISCERNIR

El Concilio Vaticano II, en su Constitución Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, emitida desde el año 1965, entre muchas otras cosas, dice: “La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina” (42).

“La iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuenta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nación y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano” (76).

ACTUAR

Creyentes y no creyentes, seguidores de un partido político o de una corriente ideológica, obispos y gobernantes, unámonos en la búsqueda y promoción del mayor bien de la comunidad, sin tantas desconfianzas ni rechazos. Nosotros respetamos las leyes, no pretendemos un poder político, sino libertad para aportar los valores de nuestra fe en la construcción del bien común.