Cardenal O’Malley habla de la dimensión mundial de los abusos

“No podemos reparar lo que no reconocemos”

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El Papa Francisco saluda al cardenal O'Malley © Vatican Media

“No podemos reparar lo que no reconocemos”, dijo el presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores- Tutela Minorum. “No podemos restaurar una confianza rota si no abordamos el corazón del asunto. Esto requiere una investigación honesta, una indagación independiente y una acción informada”.

Los comentarios del cardenal O’Malley se produjeron en el Día Europeo de la Protección de los Niños contra la Explotación y el Abuso Sexual, el 18 de noviembre, en un mensaje dirigido al profesor Ernesto Caffo, miembro de Tutela Minorum y presidente de la línea telefónica italiana para niños Telefono Azzurro, que organizó un Simposio Internacional titulado: ‘El derecho a la confianza’. El reto de asegurar la relación de los niños y adolescentes con los adultos de confianza.

“Sabemos que el abuso sexual infantil es un problema humano global”, dijo el cardenal. “La Organización Mundial de la Salud que una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres dicen haber sufrido abusos sexuales antes de cumplir los 18 años; y que al menos el sesenta por ciento de las víctimas/sobrevivientes de abusos sexuales a menores nunca revelan sus abusos”.

El cardenal O’Malley señaló que las estadísticas de la Iglesia católica también son preocupantes. Señaló el reciente informe francés según el cual 216.000 niños sufrieron abusos en la Iglesia desde 1950 hasta 2020. Un estudio realizado en Australia mostró que el 40% de los abusos a menores en ese país se produjeron en la Iglesia.

“Son estadísticas asombrosas. Pero no podemos permitir que nuestra reacción a ellas oscurezca su propósito: Evaluar las medidas tomadas por la Iglesia para tratar este flagelo, y hacer todas las recomendaciones útiles para la transformación de un sistema fallido, basándose en un nivel cuantitativo y cualitativo.”

A continuación, el texto de su mensaje.

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“En nombre de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, envío mi saludo al profesor Ernesto Caffo, presidente de Telefono Azzurro, y a los invitados de honor y participantes que se han reunido hoy en persona y en línea para conmemorar la Jornada Europea sobre la Protección de los Niños contra la Explotación y el Abuso Sexual, que este año se centra en “Hacer que el círculo de confianza sea realmente seguro para los niños”.

Desde su creación en 2015, la iniciativa del Consejo de Europa ha proporcionado un foro para reunir a la sociedad civil y a los gobiernos con el fin de concentrar y alinear mejor los recursos vitales y aumentar la concienciación sobre el problema de la explotación y el abuso sexual infantil (ESAI).

Sabemos que el abuso sexual infantil es un problema humano global. La Organización Mundial de la Salud afirma que una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres han sufrido abusos sexuales antes de cumplir los 18 años; y que al menos el sesenta por ciento de las víctimas/sobrevivientes de abusos sexuales a menores nunca revelan sus abusos.

Los datos más recientes que hemos recibido sobre el alcance de los abusos sexuales a menores en la Iglesia católica, no son menos sombríos. En Francia, la Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia Católica (CIASE) estimó que 216.000 niños sufrieron abusos sexuales en la Iglesia en el período comprendido entre 1950 y 2020. En Australia, el 40% de los abusos sexuales a menores que se produjeron en el periodo examinado por la Comisión Real de Investigación se produjeron en un ámbito relacionado con la Iglesia católica.


Son estadísticas asombrosas. Pero no podemos permitir que nuestra reacción ante ellas oscurezca su propósito: Evaluar las medidas tomadas por la Iglesia para tratar esta lacra, y hacer todas las recomendaciones útiles para la transformación de un sistema fallido en el plano cuantitativo y cualitativo.

No podemos reparar lo que no reconocemos. No podemos restaurar una confianza rota si no abordamos el núcleo del asunto. Esto requiere una investigación honesta, una indagación independiente y una acción informada.

Como Iglesia, debemos estar abiertos a aprender de los avances de la sociedad civil y del mundo académico en términos de modelos científicos de investigación para un enfoque más informado de nuestras estrategias de prevención y políticas de protección, sobre el terreno y en línea.

Aprendiendo los unos de los otros, podemos convertirnos en una Iglesia y una sociedad que sitúe la protección de los niños entre las más altas prioridades. Esto requiere invertir en la creación de relaciones de confianza y apoyo interinstitucional.

El Santo Padre y nuestra Comisión están convencidos de que las víctimas y los supervivientes de los abusos sexuales a menores son la clave para ayudarnos a aplicar políticas y procedimientos significativos y eficaces. En su carta al Pueblo de Dios en 2018, el Papa Francisco señaló que “con el paso del tiempo, hemos llegado a conocer el dolor de muchas de las víctimas” y que las heridas que llevan “nunca desaparecen.”

Este 18 de noviembre, la Iglesia en Italia ha instituido la 1ª Jornada Nacional de Oración por las Víctimas y Supervivientes. La Jornada fue establecida por el Papa Francisco a través del compromiso de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores como un reconocimiento público y visible de las víctimas de los abusos sexuales del clero y para promover la concienciación de todos los fieles bautizados, y de los no creyentes como desea el Santo Padre en su Carta al Pueblo de Dios (2018)3.

En solidaridad con la iniciativa del Santo Padre, el 18 de noviembre en Baltimore, caminaré en comunión silenciosa de oración con adultos sobrevivientes de abuso sexual infantil, sus defensores, hermanos obispos, líderes religiosos de muchas denominaciones y representantes de la sociedad civil.

Mientras el sol se eleva sobre el paseo marítimo de la ciudad, nos reuniremos como un colectivo global en reconocimiento de nuestro compromiso -religiones y sociedad civil- de caminar con los supervivientes en un viaje de curación de por vida para todos nosotros.

Con la seguridad de mis continuas oraciones,

Card. Seán O’ Malley OFM Cap.

Presidente