Ciencia y filosofía nacen unidas

No hay progreso sin filosofía

Ciencia filosofía unidas
Pensamiento © Cathopic. Angie Menes ن

Manuel Ribes, del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, ofrece a los lectores de Exaudi su artículo titulado “Ciencia y filosofía nacen unidas”.

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Hasta tiempos históricos recientes no existía una distinción entre la física y la filosofía, se puede decir que nacieron y se desarrollaron unidas. Se considera a Tales de Mileto, que vivió en el siglo VI a.C., el primer científico y filósofo, ya que trató de dar explicaciones físicas para fenómenos de la Naturaleza sin hacer referencia a la mitología. Así, por ejemplo, se apartó de la explicación aceptada por sus contemporáneos según la cual el dios Atlas sostenía al mundo en sus hombros y Poseidón, dios de los mares, hacía tambalearse a Atlas generando de este modo los terremotos; en cambio, él propuso que la Tierra flotaba sobre agua y que los terremotos eran similares al movimiento de un barco sobre el oleaje.

Kant establece una división entre ciencia y filosofía

Ciencia y filosofía estuvieron durante siglos constituyendo una unidad y su separación se produjo en tiempos de Newton y Kant. A Kant le parecía que la filosofía se debería dedicar a aquello que rebasa los límites del conocimiento y que la ciencia natural debía sustituir a la filosofía natural. Surgió el concepto de ciencia con un objeto y método diferenciado de la filosofía. Así, podemos considerar que la ciencia se ocupa de la comprensión de los fenómenos naturales mediante la observación y la experimentación, y la explicación de sus principios y causas. Y la filosofía utiliza la razón para explorar cuestiones que incluyen la naturaleza de la realidad (metafísica), la estructura del pensamiento racional (lógica), los límites de nuestra comprensión (epistemología), el significado implícito en nuestros pensamientos (filosofía del lenguaje), la naturaleza del bien moral (ética) o la naturaleza de la belleza (estética).[1]

Desde Kant quedan diferenciados tanto los objetivos como los métodos del pensamiento filosófico y del científico, pero para progresar en el conocimiento de la naturaleza se necesitan el uno al otro: el papel de la filosofía sería el de crear nuevos conocimientos en la forma de ideas más o menos vagas, mientras que el de la ciencia consistiría en extraer las verdades objetivas de esas ideas ya existentes, utilizando la experimentación para establecer relaciones cuantitativas exactas entre las variables ya determinadas.[2] Por ello, hasta los tiempos actuales, todos los científicos se han procurado una formación filosófica y han utilizado el razonamiento filosófico como parte de su trabajo científico.

La etapa más revolucionaria de la ciencia

A principios del siglo XX se produce la mayor revolución científica de la historia. La teoría de la relatividad y la teoría cuántica cambian nuestra forma de ver el universo, su composición, estructura y evolución. Todos los físicos implicados en estos cambios: Albert Einstein, Niels Bohr, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg, Max Born y muchos otros, consideraron las consecuencias filosóficas de la nueva física en términos de existencia y realidad física. Einstein convivió permanentemente con la filosofía sobre la que leyó y escribió, entablando intercambios con los principales filósofos de su tiempo. Incorporó el análisis filosófico directamente a su teorización en física, introduciendo una auténtica revolución filosófica en muchas de nuestras nociones fundamentales tales como masa, energía, tiempo, espacio, causalidad o determinismo.[3] Esta importancia atribuida a la filosofía en el proceso de la investigación se puede observar en el libro que Heisenberg escribió al final de su carrera y en el que expone su apasionada visión del proceso de desarrollo de la teoría cuántica, titulado precisamente Física y Filosofía. La revolución en la ciencia moderna.[4] En una reciente publicación, el profesor de la Universidad de Amsterdam, Sebastian De Haro, enfatiza esta relación entre filosofía y ciencia en estos términos: “El progreso en cuestiones fundamentales de la física cuántica como el entrelazamiento y la comunicación cuántica provino de la voluntad de los físicos de participar en debates sobre cuestiones ontológicas y epistémicas como el papel del observador, la integridad de la descripción matemática de la naturaleza o los deseos de una buena descripción de la naturaleza”.[5]

La antifilosofía se adueña del ambiente científico

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX ha aparecido un sentimiento hostil a la filosofía al considerar que esta supone un freno al avance científico. La comprensión ortodoxa de la física se ha separado por completo de las consideraciones metafísicas y filosóficas y se ha pretendido un enfoque pragmático con los pies en la tierra. No han sido ajenos a este movimiento, que todavía perdura, las tres figuras más influyentes de la física en este período: Richard Feynman, Steven Weinberg y Stephen Hawking. Feynman, el más popular de los científicos americanos, abrió el fuego con una rotunda declaración en 1964: “Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica». Con ello estaba transmitiendo la idea de que nadie intentara comprender la teoría, recomendando aceptar pasivamente, sin hacer más preguntas, la forma en que “la naturaleza se comporta”.[6]

En 1992 se publicó el famoso libro de Steven Weinberg, Sueños de una teoría final, con un capítulo completo titulado Contra la filosofía, en el que argumenta  que la filosofía es más dañina que útil para la física.[7]

En 2010, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow publicaron El Gran Diseño, donde en su primera página escribieron: “La filosofía está muerta” porque “los filósofos no han actualizado el conocimiento”, los desarrollos modernos en la ciencia, particularmente en la física y “ los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda del conocimiento”.[8]

El movimiento antifilosófico ha tenido lugar de forma generalizada en las universidades, alcanzando niveles de autoritarismo incomprensibles en defensa de esta visión.  Lee Smolin, reconocido físico teórico experto en gravedad cuántica de bucles, expresa así esta situación: “Cuando aprendí física en la década de 1970, era casi como si nos estuvieran enseñando a menospreciar a las personas que pensaban en problemas fundamentales. Cuando preguntamos sobre los temas fundamentales de la teoría cuántica, nos dijeron que nadie los entendía por completo, pero que la preocupación por ellos ya no formaba parte de la ciencia. El trabajo consistía en tomar la mecánica cuántica como se da y aplicarla a nuevos problemas. El espíritu era pragmático: ‘cállate y calcula’ era el mantra. Las personas que no podían dejar de lado sus dudas sobre el significado de la teoría cuántica eran consideradas perdedores que no podían hacer el trabajo”.[9]

Esta actitud antifilosófica tan radical es consecuencia del pensamiento de que la ciencia puede resolver todas las preguntas importantes. Pero cabe preguntarse, como hace  Laura Maguire, qué tipo de evidencia empírica han aportado para llegar a esa conclusión. La realidad es que al afirmar que la filosofía es inútil están participando de una determinada filosofía de la ciencia, transmitiendo ideas filosóficas de una tendencia concreta.[10]

Simultáneamente, en la segunda mitad del siglo XX y aunque resulte paradójico, dos conceptos provenientes del campo de la filosofía inciden en el pensamiento de los investigadores, modificando profundamente el comportamiento científico. Por un lado, el concepto de falsabilidad[11], cuya influencia describe así Mario Livio: “Desde la obra seminal del filósofo de la ciencia Karl Popper, para que una teoría científica sea digna de tal nombre, tiene que ser falsable mediante experimentos u observaciones. Este requisito se ha convertido en la base del ‘método científico’”[12].

La discontinuidad es otro concepto decisivo que introduce Thomas Kuhn. La forma tradicional de entender el avance científico es mediante la adición de nuevas verdades al acervo de las ya conocidas y mediante la corrección de errores pasados, produciendo un progreso constante y acumulativo. La versión de Kuhn de cómo se desarrolla la ciencia difiere radicalmente: un desarrollo mediante discontinuidades, es decir, cambios revolucionarios que define como cambios de paradigma; un nuevo paradigma sustituye al paradigma existente buscando resolver las anomalías que este presenta.

No hay progreso sin filosofía

Estos cambios en la forma de afrontar el avance científico, prescindiendo de un contraste filosófico e introduciendo las ideas de falsabilidad y discontinuidad en la definición de nuevas teorías no parece que hayan contribuido al progreso de la ciencia. En realidad, sí todo lo contrario. En opinión de Carlo Rovelli ”esta combinación de factores ha dado lugar a una confusión metodológica desastrosa: la idea de que el conocimiento pasado es irrelevante cuando se buscan nuevas teorías, que todas las ideas no probadas son igualmente interesantes y que todos los efectos no medidos tienen la misma probabilidad de ocurrir, y que el trabajo de un teórico consiste en sacar de la nada posibilidades arbitrarias y desarrollarlas, ya que cualquier cosa que aún no haya sido falsada podría ser correcta.”[13]

Todo ello ha llevado a una total ausencia de nuevas teorías fundamentales en los últimos cincuenta años. El desarrollo científico que se ha producido en estos años, aunque importante sobre todo en el campo experimental, no es más que el resultado de la compleción de las grandes teorías fraguadas en la primera mitad del siglo XX: la mecánica cuántica y la relatividad. Es el caso de la confirmación de que tanto los agujeros negros como las ondas gravitacionales son reales tal como predice la relatividad o la detección del bosón de Higgs, que culmina la verificación del modelo estándar. Pero no hemos sido capaces de superar ambas teorías, respondiendo al hecho de que ambas no son compatibles en las más pequeñas escalas.

El conjunto de cambios conceptuales introducidos en la investigación científica en la segunda mitad del siglo XX ha conducido a determinadas teorías tales como la teoría de cuerdas, la supersimetría o el multiverso, que han absorbido prácticamente la totalidad del esfuerzo investigador en estos años. Aunque presentan coherencia intelectual, están basadas en hipótesis que no se pueden probar mediante observaciones. Sus valedores consideran que son tan buenas que su existencia suplanta la necesidad de datos y pruebas aunque, por el contrario, sus críticos consideran que, por ello, “la física teórica se convierte en una tierra de nadie entre las matemáticas, la física y la filosofía, que realmente no cumple con los requisitos de ninguna.”[14]


La realidad está siendo dura y la falta de resultados, transcurridos ya más de cincuenta años, está produciendo una pérdida de confianza en la concepción dominante en la investigación científica y con ello el cambio de actitudes. Ello permite a críticos como Sabine Hosenfelder expresarse así: “Por fin, parece que la doctrina de ‘cállate y calcula’, que ha dominado la mecánica cuántica durante medio siglo, está perdiendo el control de la comunidad. Y es por eso que hoy soy más optimista que hace 10 años de que finalmente progresaremos en los fundamentos de la física”.[15]

Manuel Ribes

Observatorio de Bioética

Instituto Ciencias de la Vida

 

[1] Massimo Pigliucci  On the Difference Between Science and Philosophy    Psychology Today  November 19, 2009    https://www.psychologytoday.com/gb/blog/rationally-speaking/200911/the-difference-between-science-and-philosophy

[2] UKEssays. (November 2018). Relationship between philosophy and sciencehttps://www.ukessays.com/essays/philosophy/relationship-between-philosophy-and-science.php?vref=1

[3] Friedel Weinert    Einstein, Science  and  Philosophy    2009 DOI:10.4000/philosophiascientiae.305

[4] Werner Heisenberg  Physics and Philosophy – The Revolution in Modern Science  1958  Harper & Brothers New York

https://kupdf.net/download/heisenberg-physics-and-philosophy-the-revolution-in-modern-science_59a16f79dc0d60480618496e_pdf

[5] Sebastian De Haro Science and Philosophy: A Love–Hate Relationship  2019 DOI:10.1007/s10699-019-09619-2

[6] Christian De Ronde  Understanding Quantum Mechanics   2020  arXiv:2009.00487 [physics.hist-ph]

[7] Victor J. Stenger, James A. Lindsay, Peter Boghossian Physicists Are Philosophers, Too  2015   Scientific American https://www.scientificamerican.com/article/physicists-are-philosophers-too/

[8] ibid

[9] Christian De Ronde  Understanding Quantum Mechanics   2020  arXiv:2009.00487 [physics.hist-ph]

[10]   Laura Maguire  Has science replaced philosophy?   2015      Philosophy Talk  https://www.philosophytalk.org/blog/has-science-replaced-philosophy