Cristianos incómodos: el mundo no necesita católicos tibios
En tiempos de confusión moral, el mayor acto de amor es decir la verdad sin miedo

El mundo de hoy no necesita más católicos simpáticos. Ni más silencios disfrazados de prudencia. Ni más discursos que lo dicen todo sin decir nada. Lo que este mundo sediento y desorientado necesita son cristianos incómodos: hombres y mujeres que no tengan miedo de ser sal y luz, aunque escueza, aunque duela, aunque moleste.
Porque si el Evangelio no incomoda, probablemente no estamos predicando el Evangelio.
Vivimos rodeados de mensajes edulcorados, de cristianismos adaptados al algoritmo, de homilías neutras, de vidas creyentes que no brillan. ¿Dónde están los católicos que se atreven a vivir en verdad, a amar sin miedo, a incomodar al mundo desde la caridad? ¿Dónde están los que están dispuestos a perder seguidores pero no a perder el alma?
La comodidad no es cristiana
Jesús fue incómodo. Para los fariseos, para los poderosos, incluso para sus discípulos. Fue incómodo cuando habló del matrimonio, de la castidad, del amor al enemigo, del servicio. Y no tuvo miedo de llamar hipócritas a los religiosos de su tiempo. Tampoco temió la cruz. Entonces, ¿por qué tantos católicos hoy viven buscando no molestar?
No hay nada más revolucionario que vivir el Evangelio a fondo. Pero eso exige valentía. Porque el mundo aplaude mientras repites sus mantras, pero se rebela cuando hablas de verdad, belleza, pureza, sacrificio, perdón, obediencia, salvación, cruz, cielo e infierno.
Testigos, no influencers
No necesitamos más influencers católicos; necesitamos testigos. Hombres y mujeres que vivan lo que predican. Que no separen fe y vida. Que no tengan doble moral. Que se dejen guiar por la Palabra y no por las encuestas.
El mundo no se convertirá con likes, sino con vidas entregadas.
Incómodos… pero por amor
Ser incómodos no es ser agresivos, ni moralistas, ni fanáticos. Es amar tanto al mundo que no estamos dispuestos a dejarlo hundirse en la mentira. Es tener la valentía de señalar el fuego cuando todos aplauden la hoguera.
Es decir la verdad con caridad, pero sin rebajas. Es amar más a Cristo que a nuestra reputación. Es defender la vida, la familia, la libertad religiosa, los sacramentos, la Eucaristía, sin vergüenza.
El mundo no necesita más católicos tibios. Necesita santos. Necesita mártires. Necesita apóstoles. Necesita locos por Cristo.
Y tú, ¿vas a seguir siendo un católico cómodo?
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