Doctrina Social de la Iglesia y Laudato si’

130 aniversario del inicio de la Doctrina Social de la Iglesia

Doctrina Social Iglesia Laudato
Escrito © Pexels

El doctor Agustín Ortega ofrece a los lectores de Exaudi este artículo titulado “La Doctrina Social de la Iglesia y Laudato si’”. En este año 2021 finaliza el año Laudato Si’ y se celebra el 130 aniversario del inicio de la Doctrina Social de la Iglesia con Rerum novarum de León XIII (1891).

***

En este final del año Laudato si’ (LS), conmemorando esta significativa e importante enseñanza social del Papa Francisco, asimismo hemos estado celebrando el aniversario de Rerum novarum (RN) del Papa León XIII. Publicada en 1891, RN abría la serie de documentos eclesiales que conforman la conocida como Doctrina (enseñanza) Social de la Iglesia (DSI). Laudato si’ recoge y actualiza todo este legado de la DSI, que tiene como última referencia esa reciente encíclica social de Fratelli tutti (FT) y que el Papa había apuntado en Evangelii gaudium (EG). La DSI tiene así su más reciente actualización y profundización en FT, complementaria a LS, que nos muestra a la familia humana que vive en esa casa común que es el planeta tierra.

Efectivamente, con dicha complementariedad y hondura de FT, LS es muy buena síntesis que, en la perspectiva de una ecología integral, recoge y profundiza las diversas temáticas, claves y principios o valores que ha tratado la DSI desde dicho inicio en RN. La DSI con la RN va surgiendo ante las cuestiones sociales u obreras e ideologías del liberalismo economicista, del capitalismo con sus desigualdades e injusticias que empobrecen a estos obreros y a los pueblos, o del comunismo colectivista (colectivismo) como respuesta totalitaria y nefasta al capitalismo.

En esta línea, frente a dichos totalitarismos e ideologías del capitalismo y colectivismo con su tecnocracia actual, LS junto a FT actualiza y ahonda estas cuestiones (temáticas) del desarrollo humano integral. Y es que hasta la aparición de LS, el desarrollo humano integral es como la categoría y realidad que condensaba el sentido de la DSI con sus elementos constitutivos. Tal como nos transmite ya el Vaticano II en Gaudium et spes (GS), Pablo VI (Populorum progressio), San Juan Pablo II (Sollicitudo rei socialis) y Benedicto XVI con Caritas in veritate (CV). Ahora con LS es el desarrollo con una ecología integral, abarcadora e incluyente de todas las dimensiones de la realidad y del ser humano: la personal, social, ambiental y espiritual; la inter-relación inseparable entre el ser humano, los otros con la sociedad-mundo, la naturaleza (creación) y Dios mismo, uniendo de forma indisociable el grito de los pobres de la tierra con el clamor de la tierra.

Todo está conectado y, en la línea de Benedicto XVI (Deus Caritas est), la Gracia con la caridad y el pecado co-relacionan lo personal con lo social e histórico y ambiental. Ese amor civil, la caridad política que promueve la justicia, el bien común más universal y la civilización del amor para transformar las causas estructurales del mal, pecado e injustica (LS 230-232). Es el pecado social, estructural y ecológico, las estructuras de pecado que interactuando con el pecado personal: generan toda esta desigualdad e injusticia del hambre, la pobreza y el subdesarrollo; todos esos ataques contra la vida y dignidad de la persona, de los pobres y las víctimas.


En el camino del legado de san Juan Pablo II (Evangelium Vitae) y Benedicto XVI (CV), Francisco nos transmite con LS y FT una bioética global al cuidado de la vida en todas sus fases, dimensiones o formas (LS 91, 119-120). La protección de la vida y la familia como clave de la ecología humana e integral. Es la diversidad y complementariedad afectiva-sexual del hombre con la mujer en el amor fiel, fecundo y abierto a la vida que conforman el matrimonio y la familia con los hijos, al servicio de la solidaridad y del bien común (LS 155). Frente a la cultura del descarte y toda esas colonización culturales e ideológicas, tal como complementa todo ello el Papa con Amoris laetitia u otros mensajes. En la DSI y ecología integral con esta bioética global, que promueve la vida y la familia, son cuestiones centrales el trabajo, la empresa y la economía cuya base es la ética solidaria al servicio de las necesidades, capacidades y desarrollo integral de los seres humanos.

Los principios de toda esta vida socioeconómica son, pues, el destino universal de los bienes, que está por encima de la propiedad y cuya dimensión social (solidaria) es inherente al derecho de propiedad (LS 93-95), y el trabajo sobre el capital como nos enseñó magistralmente San Juan Pablo en Laborem exercens. La persona trabajadora con su dignidad y derechos, como es ese valor clave de la justicia social que es el salario, tiene la prioridad sobre los medios de producción (la productividad), el beneficio y la competitividad (LS 124-129). Y es que el salario justo, para el trabajador y su familia, es una de esas realidades básicas para lograr la equidad en el reparto de los bienes, destinados universalmente para toda la humanidad. La iglesia valora y alienta las organizaciones de los trabajadores, sindicatos u otras organizaciones obreras que pongan siempre por delante la vida, dignidad, solidaridad universal y el protagonismo de la persona, de los pueblos y los pobres de la tierra antes que los intereses cooperativistas y clasistas.

En esta línea, la socialización de estos medios de producción es otro principio elemental para la empresa, que es una comunidad humana y ética con los trabajadores como sujetos en la gestión, propiedad y destino de la empresa. Por tanto, la sociedad civil y el estado con la ética del bien común deben controlar, regular y gestionar el mercado y la economía para que sirvan al desarrollo humano integral; para una auténtica democracia económica, política y moral como nos enseña san Juan Pablo II en Centesimus annus. Las finanzas y la banca que quieran ser éticas han de orientar su actividad e inversión hacia la economía real, la creación del trabajo decente y la sostenibilidad ecológica del planeta (LS 189-190). En oposición a la especulación financiera y bancaria, con ese tan grave mal (pecado) que es la usura. Es inmoral e inhumana esta especulación y usura con sus bolsas, acciones, préstamos, créditos e intereses abusivos e injustos, generadores de las deudas nacionales y externas que se deben de anular, ya que arruinan a los pobres, a las familias y pueblos.

Como se observa, la DSI tiene como vía maestra la caridad, el amor fraterno y solidario unido inseparablemente a la paz y la justicia, con la opción por los pobres y los movimientos populares como sujetos de su promoción liberadora e integral, frente a todo paternalismo y asistencialismo. Una paz justa en contra de la cultura de la muerte como son las guerras, la carrera de armamentos e industria militar cuyos inmensos recursos y bienes han destinarse a erradicar el hambre, la pobreza e impulsar el desarrollo. La DSI con san Juan XXIII (Pacem in terris) o el Vaticano II (GS) sostiene la paz, el rechazo moral e ilegalidad de toda guerra y el desarme mundial, para invertir en el progreso social y sostenible de los pueblos.

La DSI que pertenece pues a la teología moral con su antropología cristiana, y es por tanto un elemento constitutivo de la misión, tiene su base teologal en el Dios Padre que revelado en Cristo pobre-crucificado y resucitado con su Espíritu: nos regala la Gracia de su amor salvador y liberador de todo pecado, mal e injusticia; con una vida e iglesia santa, austera pobre y solidaria con los pobres (LS 222-225) contra los ídolos de la riqueza-ser rico, del poder y la violencia. Es el Dios encarnado en Jesús que asume solidariamente toda la realidad y creación, para llevarla a la vida verdaderamente humana, plena, trascendente y eterna (LS 235-236). El Dios Trinidad es la entraña, principio y modelo de comunión y solidaridad para la vida de la iglesia, de la sociedad y del mundo, para todas las relaciones humanas, políticas, económicas y culturales (LS 240).