“El mundo necesita nuevos mapas”

Discurso del Santo Padre en la inauguración de la sala de exposiciones de la Biblioteca Vaticana

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El Papa en la inauguración de la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Apostólica Vaticana © Vatican Media

“Queridos amigos, el mundo necesita nuevos mapas. En este cambio de época que ha acelerado la pandemia, la humanidad necesita nuevos mapas para descubrir el significado de la fraternidad, la amistad social y el bien común”, palabras del Santo Padre pronunciadas en su discurso con motivo de la inauguración del nuevo espacio de exposición permanente de la Biblioteca Apostólica Vaticana y de la muestra “Todos. Humanidad en camino”.

El 5 de noviembre de 2021, el Papa Francisco inauguró dicha exposición en la sede de la Biblioteca Apostólica. Después de introducir cómo la belleza no es la ilusión fugaz de una apariencia sino que nace del bien, resaltó el deseo expreso de que “la exposición inaugural fuera una reflexión sobre la encíclica Fratelli Tutti”. Y agradeció “esta apuesta por crear un diálogo. En este sentido, el Papa remarcó que “la vida es el arte del encuentro. Las culturas enferman cuando se vuelven autorreferenciales, cuando pierden la curiosidad y la apertura a los demás. Cuando excluyen en lugar de integrar”.

También enfatizó la importancia de crear nuevos mapas “para descubrir el significado de la fraternidad”. Finalmente, concluyó exhortando: “Cuento con la Biblioteca Apostólica para traducir el depósito del cristianismo y la riqueza del humanismo a los idiomas de hoy y de mañana”.

A continuación, sigue el discurso completo de Francisco traducida del italiano por Exaudi.

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Discurso del Santo Padre

¡Queridos hermanos y hermanas!

Mi cordial saludo a todos ustedes. Agradezco al Cardenal Archivero y Bibliotecario sus palabras. Saludo al cardenal Farina que ha querido honrarnos con su presencia. Saludo al Prefecto, al Viceprefecto, a los miembros de la comunidad de trabajo de la Biblioteca Apostólica Vaticana ya todos los distinguidos invitados y amigos presentes.


En el Evangelio de Juan, el adjetivo kalòs (hermoso) se usa exclusivamente con referencia a Jesús y su misión. Es aquí, por ejemplo, donde aparece en los labios de Jesús el apelativo cristológico “Yo soy el hermoso pastor” (10, 11), que solemos traducir “Yo soy el buen pastor”. Es cierto, Jesús es el buen pastor, pero también hermoso. En el Evangelio de Mateo, sin embargo, Jesús habla de la belleza de sus discípulos: los desafía a brillar, a hacer visible la belleza de sus obras como una forma de alabanza a Dios: “Brille tu luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras, hermosas y dad gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (5:16).

La belleza no es la ilusión fugaz de una apariencia o un adorno: nace en cambio de la raíz del bien, la verdad y la justicia, que son sus sinónimos. No debemos dejar de pensar y hablar de la belleza, porque el corazón humano no solo necesita el pan, no solo necesita lo que garantiza su supervivencia inmediata: necesita también la cultura, lo que toca el alma, lo que acerca al ser humano a su profunda dignidad.

También por estas razones, me complace inaugurar hoy la sala de exposiciones de la Biblioteca Vaticana, y mi deseo es que brille su luz. Ciertamente brillar a través de la ciencia, pero también a través de la belleza. Y agradezco a todos los que han trabajado tan duro para crear este espacio, hecho posible gracias a la generosidad de amigos y benefactores y la atención y el cuidado arquitectónico y científico de los profesionales.

Habéis querido que la exposición inaugural fuera una reflexión sobre la encíclica Fratelli Tutti. La habéis orientado construyéndola como un diálogo entre obras que pertenecen a la Biblioteca y las obras de un artista contemporáneo, a quien saludo y agradezco. Agradezco esta apuesta por crear un diálogo. La vida es el arte del encuentro. Las culturas enferman cuando se vuelven autorreferenciales, cuando pierden la curiosidad y la apertura a los demás. Cuando excluyen en lugar de integrar. ¿Qué ventaja tenemos al convertirnos en guardias fronterizos en lugar de guardianes de nuestros hermanos? La pregunta que Dios nos repite es: “¿Dónde está tu hermano?” (véase Génesis 4: 9).

Queridos amigos, el mundo necesita nuevos mapas. En este cambio de época que ha acelerado la pandemia, la humanidad necesita nuevos mapas para descubrir el significado de la fraternidad, la amistad social y el bien común. La lógica de los bloques cerrados es estéril y está llena de malentendidos. Necesitamos una nueva belleza, que ya no es el reflejo habitual del poder de algunos, sino el valiente mosaico de la diversidad de todos. Que no sea el espejo de un antropocentrismo despótico, sino un nuevo cántico de criaturas, donde se concretice efectivamente una ecología integral.

Desde el comienzo de mi pontificado, he llamado a la Iglesia a convertirse en una “Iglesia saliente” (cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 20-24) y protagonista de la cultura del encuentro. Lo mismo vale para la biblioteca. Tanto mejor sirve a la Iglesia si, además de custodiar el pasado, se atreve a ser frontera del presente y del futuro. Sé que sois consciente de esto: que nuestra responsabilidad es mantener viva la raíz, la memoria, siempre acercándonos a las flores y los frutos. Sostengámonos juntos con “nuevos mapas”. Pienso en particular en la necesidad de pasar de lo analógico a lo digital, para traducir cada vez más nuestra herencia a nuevos idiomas. Es cierto que es un desafío histórico que debemos afrontar con sabiduría y valentía. Cuento con la Biblioteca Apostólica para traducir el depósito del cristianismo y la riqueza del humanismo a los idiomas de hoy y de mañana.

Les agradezco este hermoso resultado de su trabajo y el bien que hacen. Que mi Bendición te acompañe. Y por favor reza por mí. ¡Gracias!