El Papa, a las clarisas de Tortosa: “Necesito de sus oraciones”

En una carta personal donde se muestra agradecido

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“Necesito sus oraciones… pero ¡ojo! que sean ‘a favor’ y no ‘en contra”, ha sido una de las peticiones del Papa Francisco el 4 de enero del 2022 en una carta enviada a las clarisas de Tortosa en respuesta a otra misiva que ellas junto con unos regalos le habían enviado al Santo Padre el pasado septiembre. Así ha informado la Fundación De Clausura.

Según la fundación el convento de las Hermanas Clarisas de Tortosa se inundó de alegría cuando el 4 enero les llegó una carta escrita a puño y letra por Francisco. Esta es la respuesta personal que el Pontífice ha dado a las hermanas a las que se muestra agradecido ya que en septiembre quisieron “mandarle unas pastas, saludándole y diciéndole que rezábamos por él”, según cuenta Sor Isabel al portal Aleluya de la Cadena COPE.


En la carta el Obispo de Roma agradece “por los saludos que me enviaron el pasado mes de septiembre”. “Como ven esta respuesta tarda más tiempo que la carta que Cristóbal Colón le mandó a su tía en Santo Domingo”, añade. El Sucesor de Pedro reitera de nuevo su agradecimiento por rezar por él. “Lo necesito, pues este trabajo tiene más vueltas que una calesita, y el demonio se trepa a cada rato. Como ven, necesito de sus oraciones…pero ¡ojo! que sean “a favor” y no “en contra”. “Les deseo un santo tiempo natalicio y un buen y sereno año 2022 con algunas vocaciones. Que Jesús les bendiga”, concluye la misiva.

El convento de Santa Clara de Tortosa

Según la web del propio monasterio, el convento de Santa Clara de Tortosa se fundó hacia 1253. El edificio perteneció a los Templarios. Es tradición que las primeras “Menoretas” llegaron desde Barcelona, enviadas por dos sobrinas de Santa Clara, Sor Inés y Sor Clara. En el mes de octubre de 1708, en plena Guerra de Suceción, el gobierno decidió derribar el convento. La comunidad oró fervientemente a San Antonio y pocos días después el gobierno desistió de su decisión. Con motivo de la guerra civil (1936-39) las hermanas tuvieron que abandonar el cenobio, residiendo un tiempo en el Colegio diocesano de San Luís. Posteriormente la comunidad volvió al convento, teniendo que iniciar duros trabajos para restaurar el edificio que quedó destruido totalmente.