El valor moral del ser humano

El inicio del valor moral: el ser humano desde la fecundación hasta el nacimiento

Desde cuándo

Al ser humano se le reconoce estar dotado de un valor moral desde los albores de la historia de la humanidad. Tenemos conocimiento de la práctica de rituales funerarios desde que los neandertales empezaron a enterrar a sus muertos hace unos 100.000 años, un evidente signo de la consideración moral de la persona humana.

Y una pregunta que el ser humano se hace desde los tiempos más remotos es en qué momento de los invisibles acontecimientos que ocurren dentro del útero de la madre aparece ese ser que merece la consideración moral de persona. Una pregunta sobre la que se han manifestado filósofos y pensadores de todas las épocas con respuestas muy diversas, las más de las veces apoyadas en un conocimiento científico del origen de la vida muy erróneo. La idea de Hipócrates de Cos en el siglo V a.C. de que los organismos se hallaban completos y en miniatura dentro de las entidades germinales, permaneció durante siglos. Hasta el siglo XVIII, con Caspar F. Wolf y su disertación “Theoria Generationis”, no se asienta la idea expresada por Aristóteles de que la hembra proporcionaba el material constitutivo del embrión, mientras que este material era vitalizado por el macho. Pero ha habido que esperar a los años sesenta del pasado siglo, con los cultivos in vitro de embriones animales, para avanzar de forma efectiva en el conocimiento del desarrollo embrionario temprano.

Etapas biológicas del desarrollo humano

La fecundación humana es la unión de un óvulo femenino y un espermatozoide masculino que generalmente ocurre en la trompa de Falopio. El resultado de esta unión es la producción de una célula, el cigoto o huevo fertilizado, en la que se crea un genoma único y se inicia el desarrollo del embrión. El cigoto, a medida que avanza por la trompa de Falopio hacia el útero, sufre una serie de divisiones. En tres días se alcanza el número de 16 células en lo que se denomina estadio de mórula.

Esta etapa se caracteriza porque las células en replicación son todas del mismo tamaño y no hay diferenciación de órganos. En esta fase, la mórula puede dividirse en dos, creando los gemelos monocigóticos. Las células continúan su división generando dos poblaciones de células distintas, unas destinadas a formar el cuerpo del embrión y otras que intervendrán en la implantación del embrión en el útero, cosa que ocurre unos seis días después de la fecundación.

Durante la tercera y cuarta semana se desarrolla el proceso denominado gastrulación, por el que se desarrolla el plan corporal: las células del embrión comienzan a organizarse en capas distintas, constituyendo el germen de la formación de diferentes tejidos y órganos, característicos del individuo adulto. Con la gastrulación, el embrión pierde la flexibilidad de reorganizarse y pierde por tanto la capacidad de dividirse en gemelos monocigóticos.

La fase embrionaria continúa hasta alcanzar ocho semanas desde la fecundación, en la que se completa el plan corporal, la osificación y la diferenciación de sexos. A partir de ese momento al embrión se le denomina feto.

En la novena semana comienza el periodo fetal, que dura hasta el nacimiento. Durante la vida fetal no se forman órganos o tejidos nuevos, sino que se produce la maduración de los ya existentes. En el entorno de las semanas 24-28 se considera que el feto adquiere el encefalograma específico humano.

Entre la semana 37 y la 42 se produce el parto. La primera respiración se produce unos diez segundos después del parto y se ocasionan una serie de cambios en los pulmones y el sistema circulatorio.

En qué momento se adquiere la consideración moral

La sociedad hoy día se plantea con más fuerza la cuestión de cuándo debe conferir estatus moral a un embrión, que necesita una respuesta para poder abordar adecuadamente los problemas éticos, jurídicos y sociales derivados de la interferencia del hombre en muchos aspectos y etapas de la vida.

Esta respuesta se debe enmarcar en la consideración de que la ciencia aporta datos sobre el desarrollo físico del ser humano, pero no proporciona información sobre su personalidad y singularidad. Para formarnos un criterio se necesita recurrir a una síntesis entre los datos y las hipótesis científicas, el pensamiento filosófico y las humanidades.

La posición mayoritaria entre científicos es la de que la personalidad comienza en la fecundación. Los genetistas explican que es aquí donde comienza la vida, se crea un genoma único y se dan las condiciones para generar una nueva persona.

Las demás posiciones parten de la idea de que una entidad biológicamente humana se convierte en persona humana en algún momento posterior a la fertilización. Siguiendo la cronología del desarrollo embrionario, nos encontramos en primer lugar con los que consideran que la personalidad humana comienza en la gastrulación. Se fundamentan en que es el momento en el que el embrión pierde la capacidad de crear gemelos y, por tanto, se define como un único individuo. Argumento que explica así el genetista Ronald M. Green: “Pero los eventos de gemelación y fusión sugieren que, incluso mucho después de la formación del cigoto, la individualidad biológica no está firmemente establecida. Sólo en la gastrulación podemos decir que se ha completado el largo proceso de individuación”.[1] Este momento de la gastrulación, el día 14, es el que la ley en Gran Bretaña y otros países como Singapur, Canadá, Australia, India, Japón o Países Bajos reconocen la personalidad del individuo. Muchos investigadores se acogen a esta interpretación: Appleby y Bredenoord, en un estudio publicado en 2018 concluyen que “la regla de los 14 días sea una de las normas más acordadas internacionalmente en la ciencia y la medicina reproductivas hasta la fecha”.[2]

El argumento “neurológico” propone que la personalidad comienza cuando el feto adquiere el patrón de electroencefalograma específico humano. Para ello se aducen diferentes argumentos: si el patrón del encefalograma determina el final de la vida también debería definir el comienzo de la vida humana; Morowitz y Trefil aducen que, al igual que nuestra especie adquirió humanidad cuando se desarrolló el córtex ampliado, el feto individual adquiere humanidad cuando su córtex empieza a funcionar.[3]

El momento del parto es el hito que algunos consideran como la propia identidad. Según la tradición hebrea es cuando la nephesh, el alma, entra en el cuerpo, y por ello el feto sólo adquiere plenos derechos y estatus humanos una vez que la cabeza del bebé ha salido del canal del parto.

La definición de persona al rescate

Pero la delimitación del momento en que se adquiere la consideración moral requiere un análisis filosófico que necesariamente debe partir de la definición de persona. Ya que, como afirma Frederick White de la Northwestern State University, “la condición de persona es una característica esencial de la especie humana y no un estado condicional dependiente de las circunstancias, la percepción, la cognición o los dictados de la sociedad”.[4] Y, además, siguiendo a Farah y Heberlein, “la persona es un concepto fundacional de la ética, que incluye tanto la ética filosófica pura como el campo aplicado de la ética”.[5]

La definición de persona es un tema controvertido en filosofía, sobre cuyo concepto se han propuesto muy diferentes definiciones. Pero la debida a Boecio, enunciada hace siglos como “una sustancia individual con una naturaleza racional”, se mantiene válida y operativa en el transcurso del tiempo. Sobre ella, Paolo Sommaggio, profesor en la Universidad de Trento, afirma que “hoy se considera la base de todo discurso convincente sobre la persona”[6] y Peter L. Simpson, catedrático en The City University of New York estima que “una filosofía de la persona basada en esa definición será más precisa y convincente que otras”.[7]

Las posturas anteriormente indicadas representan un dilema filosófico que se puede resumir en dos hipótesis contrapuestas: la que propugna que la personalidad se alcanza en algún momento posterior a la fecundación y la que propone que es la fecundación el momento en que se alcanza esta.

Los que participan de la primera hipótesis consideran que ser persona implica algo más que ser humano y que se requiere determinadas funciones como conciencia, razonamiento, autodeterminación, comunicación y autoconciencia para adquirir la categoría de persona. En términos generales se apoyan en la definición de persona de John Locke, que Peter Singer expone así: “Un ser inteligente pensante que tiene razón y reflexión y puede considerarse a sí mismo como sí mismo, la misma cosa pensante, en diferentes tiempos y lugares”.[8] Según esta línea de pensamiento, se define a la persona sobre la base de la capacidad y resulta arbitrario determinar cuándo el desarrollo de determinados órganos es adecuado para garantizar la condición de persona. Como resaltan Miklavcic y Flaman, “la apariencia y el desarrollo de los órganos no pueden ser un criterio para la condición de persona”.[9] Abundando en la tesis de Locke, un bebé no sería una persona, ya que un bebé carece de la capacidad de razonar y de considerarse a sí mismo como sí mismo. Stephen D. Schwarz considera que esta filosofía confunde las funciones de los seres humanos con su propia naturaleza.[10]

De la definición de Boecio (persona es “una sustancia individual de naturaleza racional”) se sigue que se es persona en función de ser un cierto tipo de cosa, no de tener ciertas capacidades en el momento presente o incluso en algún momento futuro o pasado. La segunda hipótesis es, pues, conforme a esta definición. En el momento de la fecundación, tanto el espermatozoide como el ovocito pierden su identidad y sus constituyentes forman un nuevo organismo, un embrión humano que tiene en su interior toda la información necesaria y la disposición activa para desarrollarse hasta constituir un cuerpo humano maduro. Esto significa que, en cualquiera de las etapas de su desarrollo: embrión, feto, bebé… hasta el ser humano maduro, se mantiene el mismo tipo de entidad y sólo existe una diferencia en el grado de maduración. El ser humano no se convierte en persona humana en algún momento del desarrollo del embrión, no cambia de entidad en ningún momento, sino que una persona humana ya está presente en el momento de la fecundación. El único fenómeno presente en todo el ciclo de formación de un ser humano desde la fertilización es un proceso de maduración dirigido desde el primer momento por el contenido genético y epigenético del cigoto. Por ello, Lee y George nos explican que tener estatus moral “pertenece a un ser humano en todo momento en que existe, no sólo durante ciertas etapas de la existencia”.[11]

Objeciones a la personalidad del cigoto

Agata Sagan y Peter Singer, de la Universidad de Princeton, han puesto objeciones a la atribución de personalidad al cigoto, afirmando que las células madre también merecerían el mismo tratamiento: “parecería que si el embrión humano tiene estatus moral y tiene derecho a protección en virtud de lo que puede llegar a ser, entonces lo mismo debe ser cierto de las células madre embrionarias humanas”.[12] Su razonamiento parte de que una célula madre es capaz de generar un embrión humano mediante su fusión con un óvulo enucleado, que ellos lo consideran simplemente un entorno adecuado. Pero esto no es la realidad, ya que el óvulo enucleado no es solamente un entorno adecuado, sino que contribuye de forma activa a reprogramar el núcleo fusionado cambiando el estado epigenético de lo que inicialmente era una célula madre. La producción de un nuevo organismo, un embrión, requiere el concurso de una célula madre y necesariamente del citoplasma de un óvulo, no de cualquier “entorno adecuado”.[13]

El criterio de los 14 días

Una atención especial merece el criterio de valorar la etapa de gastrulación como el punto de partida de la consideración moral del individuo, ya que es aceptada como norma en muchos países y en su aceptación se fundamenta gran parte de la investigación científica embrionaria. Los que defienden esta tesis sostienen que la unicidad genética per se no convierte al cigoto en un individuo humano, e inciden en la capacidad del cigoto de sufrir gemelación como prueba de que carece de individualidad en su desarrollo y, por tanto, no puede considerarse todavía un ser humano. Donald Marquis lo explica así: “Consideremos el embrión de cuatro células. En este estadio, hay cuatro células totipotentes cualitativamente idénticas dentro de la zona pelúcida; no pueden ser todas el individuo que posee un futuro similar al nuestro. Tampoco podemos decir que las cuatro células de la zona pelúcida formen un único individuo moral mayor.”[14]


Estos argumentos subestiman el nivel de interacción y diferenciación entre las células del cigoto en esta etapa. La explicación de Robert P. George y Alfonso Gómez-Lobo resulta esclarecedora: “La prueba más clara de que el embrión en las dos primeras semanas no es una mera masa de células, sino un organismo unitario, es ésta: si las células individuales dentro del embrión antes de la gemelación fueran cada una independiente de las demás, no habría ninguna razón para que cada una no se desarrollara regularmente por su cuenta. En cambio, estas células supuestamente independientes y no comunicantes, funcionan regularmente juntas para desarrollarse en un único miembro más maduro de la especie humana. Este hecho demuestra que se produce una interacción entre las células desde el principio (incluso dentro de la zona pelúcida, antes de la implantación), que impide que se desarrollen individualmente como organismos completos y dirige a cada una de ellas para que funcione como una parte relevante de un organismo único y completo continuo con el cigoto. Así pues, antes de la división extrínseca de las células del embrión, éstas constituyen un único organismo. Por lo tanto, el hecho de la gemelación no demuestra que el embrión sea una mera masa incidental de células. Más bien, la evidencia indica claramente que el embrión humano, desde la etapa de cigoto en adelante, es un organismo humano unitario.”[15]

Una pregunta obligada

En un reciente artículo de 2021, Steven A. Jacobs, de la Universidad de Chicago, da a conocer los resultados de un estudio que fue aprobado por la Junta de Revisión Institucional de Ciencias Sociales y del Comportamiento de dicha universidad.[16] En él se contienen las siguientes afirmaciones:

  • “Las revistas especializadas en ciencias biológicas y de la vida han publicado artículos que defienden el punto de vista biológico de que la vida humana comienza en el momento de la fecundación («el punto de vista de la fecundación»).”
  • “Biólogos de 1.058 instituciones académicas de todo el mundo evaluaron los puntos de la encuesta sobre cuándo comienza la vida de un ser humano y, en general, el 96% (5.337 de 5.577) afirmaron el punto de vista de la fecundación.”
  • “Teniendo en cuenta el reconocimiento de la visión de la fecundación en la totalidad de la bibliografía sobre biología y ciencias de la vida, los principios del método moderno de clasificación biológica de los organismos basado en la genética, y los datos del presente estudio, la visión de la fecundación se erige por sí sola como la principal visión biológica sobre cuándo comienza la vida de un ser humano.”

Todo ello obliga a plantearse la pregunta: ¿por qué la sociedad actúa ignorando estas evidencias?

Manuel Ribes – Instituto Ciencias de la Vida – Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

***

[1] Citado por Scott Gilbert en su conferencia When Does Personhood Begin? del Premio Burnhill de la Asociación Estadounidense de Salud Reproductiva en 2009.

[2] John B Appleby & Annelien L. Bredenoord Should the 14‐day rule for embryo research become the 28‐day rule? EMBO Mol Med (2018)  10: e9437 https://doi.org/10.15252/emmm.201809437

[3] Scott F. Gilbert Pseudo-Embryology And Personhood: How Embryological Pseudoscience Helps Structure The American Abortion Debate Natural Sciences 2022 DOI: 10.1002/ntls.2022004

[4] White FJ. Personhood: An essential characteristic of the human species. Linacre Q. 2013 Feb;80(1):74-97. doi: 10.1179/0024363912Z.00000000010. PMID: 24845541; PMCID: PMC6081772.

[5] Farah MJ, Heberlein AS. Personhood and neuroscience: naturalizing or nihilating? Am J Bioeth. 2007 Jan;7(1):37-48. doi: 10.1080/15265160601064199. PMID: 17366164.

[6] Sommaggio, Paolo Boethius’ definition of persona: a fundamental principle of modern legal thought IVR-Symposium Lund 2003 Corpus ID: 169967469

[7] Peter Simpson The Definition of Person: Boethius Revisited – The New Scholasticism Volume 62, Issue 2,  Pages 210-220 Spring 1988

[8] Justin Kalan Peter Singer Forgets Boethius Word on Fire August 2024

[9] Miklavcic JJ, Flaman P. Personhood status of the human zygote, embryo, fetus. Linacre Q. 2017 May; 84(2):130-144. doi: 10.1080/00243639.2017.1299896

[10] Khanh Trinh Is the Early Human Embryo a Person? A Metaphysical Defense of Personhood ESS Open Archive   April 24, 2024

[11] Lee, Patrick, and Robert P. George. The wrong of abortion. In Contemporary debates in applied ethics, ed. A.I. Cohen and C.H. Wellman, 13–26. Malden, MA: Blackwell Publishing Ltd. 2005

[12] Robert P. George & Patrick Lee  Embryonic human persons EMBO reports Vol 10 | no 4 | 2009

[13] Ibid.

[14] RAMSAY M. Twinning and Fusion as Arguments against the Moral Standing of the Early Human Embryo Utilitas 2011;23(2):183-205. doi:10.1017/S0953820811000057

[15]  Ibid.

[16] Jacobs SA. The Scientific Consensus on When a Human’s Life Begins Issues Law Med. 2021 Fall;36(2):221-233. PMID: 36629778.