Emprender y dirigir empresas de la mano de María

«Porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro con Cristo mismo». Pablo VI, Carta Encíclica Mense maio

(C) Vatican News
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Finalizando el mes de mayo, los empresarios y directivos cristianos también hemos puesto nuestros ojos en María, la Madre del Señor. Lo hacemos siempre, pero de forma particularmente intensa en este tiempo.

Los textos bíblicos en torno a la Virgen María son escasos, pero admirablemente reveladores para las personas que afrontan la responsabilidad de emprender o de dirigir personas. Y es que ¡menuda empresa la que Dios le pide a esta joven de Nazaret!

Tres textos son especialmente significativos: la anunciación (Lc 1, 26-38); la visita a su prima Isabel (Lc 1, 39-59) y las bodas de Caná (Jn 2, 1-12). Es mucha la enseñanza que transmiten estos pasajes para los hombres y mujeres de empresa, pero se podrían subrayar los siguientes:

  • María emprende en “territorio hostil”. La mujer no gozaba en aquel contexto sociológico de las mejores condiciones para asumir una propuesta tan desconcertante y, al mismo tiempo, de tan hondo calado: dar a luz, cuidar y educar al Verbo Encarnado.
  • María asume el riesgo («Hágase en mí según tu palabra»). Y lo hace desde una confianza absoluta en Dios, una confianza que nace de buscar un equilibrio, no siempre fácil, entre cabeza y corazón, entre razón («¿Cómo será esto, pues no conozco varón?») y servicio («He aquí la esclava del Señor»).
  • María emprende sin perder de vista la justicia social que nace del Dios revelado en la Escritura. Cuando visita a su prima Isabel, también embarazada, proclama el Magnificat, la grandeza de Dios, «que hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos».
  • María muestra un estilo de liderazgo. En las bodas de Caná detecta una necesidad, interviene y muestra el camino («no tienen vino…Haced lo que él os diga»). Y es que el vino es símbolo de alegría, de fiesta, de esperanza.
  • María reconoce el lugar que le corresponde dentro del proyecto y asume la responsabilidad de su misión. Sabe acompañar, sabe cuidar, sabe potenciar el crecimiento de las personas y del grupo. Todo ello sin convertirse en el centro de atención, sin pasar factura, evitando protagonismos que ensombrecen.
  • En María se visibiliza la lógica del don, el servicio desde la gratuidad que, como nos recordaba el papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, es crucial, también en el mundo de la economía y la empresa: «el desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad» (CiV 34).

Dionisio Blasco España es Delegado Territorial de Acción Social Empresarial en la Diócesis de Málaga