Encuentro de participación sinodal y articulación pastoral de la comisión de pueblos originarios del CELAM

Con la participación de 45 agentes de Pastoral de Pueblos Originarios de 8 países que representan a los pueblos

En Latacunga, Ecuador, se realizó el Encuentro de Participación Sinodal y Articulación Pastoral de la Comisión de Pueblos Originarios del CELAM, del 20 de febrero al 24 de febrero de 2023, en la casa San Pablo con la participación de 45 agentes de Pastoral de Pueblos Originarios de 8 países que representan a los pueblos:  Nahuatl de México, Guarani y Mbya Guarani de Paraguay, Guna y Ngabe de Panamá, Puroborá de Brasil, Chiquitano, Quechua y Andina de Bolivia, Achuar y Huitoto- Muruy de Perú, Nasa, Inga, Tukano, Embera Katío, Zenú y Pastos de Colombia, Kichwa y Shuar de la Amazonía del Ecuador.

El objetivo de este encuentro de participación sinodal es: Compartir experiencias sobre el proceso sinodal y generar procesos de articulación de las diversas acciones pastorales que se realizan en bien de nuestros pueblos originarios, para animar y acompañar la continuidad de los procesos de acción pastoral en las regiones y en las conferencias, propiciando una pastoral de conjunto en espíritu de Sinodalidad. Uno de los objetivos específicos fue: Escuchar, dialogar y discernir a partir de los aportes recogidos de todo el Pueblo de Dios en la primera etapa del sínodo de la Sinodalidad, respondiendo a tres cuestionamientos, cuáles son las resonancias, tensiones y divergencias y discernir las prioridades (nº106 del DEC); desde las voces y saberes de quienes participaron en el encuentro desde sus propias culturas

 

El fruto de este tiempo de diálogo y encuentro lo expresamos a través de tres preguntas que fueron guiando la reflexión que combina pensamiento y sentimiento.

1. ¿QUÉ MUEVE MÁS A MI CORAZÓN DESDE LAS REALIDADES QUE ESTOY VIVIENDO?

 La frase bíblica para iluminar el Sínodo de la sinodalidad, que invita a: “Ensancha el espacio de tu tienda las cortinas extienden, no te detengas; alarga tus sogas; tus clavijas aseguran” (Is. 54.2), es una frase muy iluminadora, que nos ayuda a recordar que los pueblos originarios somos abiertos a todos y todas, no somos pueblos cerrados. Y el evento Guadalupano, por su parte, es un acontecimiento que ofrece una metodología que coloca en el centro al indígena Juan Diego, y que va desde la periferia al Centro. Ambos referentes nos inspiran a hacer de este Encuentro un espacio en el que podemos hablar desde el corazón lo que nos alegra y preocupa. Éste ha sido un espacio en el que hemos hablado desde el corazón lo que alegra y preocupa a nuestra gente en su camino

 LA ALEGRÍA:

  1. Por aportar la palabra en este encuentro de escucha, representando por primera vez a la comunidad en estos espacios valiosos donde nos hemos escuchado.
  2. Por reconocer que los indígenas tenemos una palabra para la sinodalidad que nace de nuestra experiencia y nuestra vida, ya que siempre hemos caminado juntos, siempre pensamos como pueblos y sentido los dolores y tristezas como pueblos y desde ahí, también se responde.

“Los pueblos indígenas estamos siendo aporte para la sinodalidad, porque nosotros ya vivimos la comunidad en consenso, escuchando a todos, en los trabajos comunitarios, todo lo realizamos en conjunto, siempre caminamos en sinodalidad, nuestras raíces culturales están en la comunidad, en nuestros abuelos, siempre compartimos con los otros, con la comunidad, con la familia, nada guardamos solo para nosotros, siempre pensamos en los demás. Los agentes de pastoral están llamados a entrar a la comunidad, a insertarse en la realidad, aprender el idioma, las costumbres, la espiritualidad, la cosmovisión, nuestra teología para llegar mejor con el Evangelio a nuestros pueblos” (Grupo 2, 20 de febrero).

  1. Porque en nuestras culturas, tradiciones, signos, ritos, idiomas, hablan de la persona, tiene a la persona y su dignidad como centro. La persona es lo más importante.
  2. Ya que por medio del Espíritu Santo hemos recibido la expresión de la alegría, nos sentimos contentos por el hecho de estar reunidos, intercambiando diferentes experiencias como mayores que somos, como pueblos de Dios que somos, trabajando como parte de la Iglesia y guiando a las comunidades.
  3. Las actitudes de encuentro, escucha, acoger la diversidad, la capacidad para conocer al otro y conocer su mundo.

LA ESPERANZA:

  1. Porque todo lo dialogado nos lleva a soñar que se pueden dar pasos para un acercamiento real a los pueblos originarios que viven expresiones de opresión y muerte.
  2. La esperanza de que los Pueblo originarios tengan igualdad de derechos y oportunidades. También de que la Iglesia sea aliada en la defensa de los derechos de los pueblos originarios y los territorios, como dice el discurso inaugural de Aparecida, sea abogada y defensora de los pobres.
  3. La esperanza de cuidar la casa común.

 EL AGRADECIMIENTO

  1. Porque el Papa Francisco nos habló en el comienzo del Sínodo de la Amazonía: ¡frente a la timidez de acercarnos nos dijo “vengan todos!” Esta es la actitud para tener como Iglesia. También frente a lo que es “distinto”, pasen “Todo está “interligado”: se sentía la mística desde este canto, desde el celebrar el Espíritu que es fuerza. Invocarlo nos mueve desde el corazón y nos pone en camino hacia las personas.” (Equipo 1, 20 de febrero). Tenemos agradecimiento por invitarnos a caminar juntos/as para que también podamos realizar un autodiagnóstico.
  2. Por este acercamiento de la sinodalidad que nos abre caminos para pensar juntos como hermanos, caminar como pueblos desde nuestra propia cosmogonía.
  3. Por la presencia de sacerdotes, obispos, hermanas, misioneros que caminaron y caminan de forma sinodal con los pueblos, entrando en sus culturas para acompañarlos y se hicieron uno con ellos y ellas.
  4. Existe reconocimiento y aprecio respecto al mundo indígena como aporte para en el camino sinodal.

 LO QUE NOS DUELE

  1. Hay un clericalismo muy marcado que ha dañado a las personas y a los procesos pastorales, y no reconoce los diversos ministerios.
  2. Hay un sentimiento de abandono, si se quiere caminar juntos hay que estar presentes, particularmente, se escuchó repetidamente que los sacerdotes realizan un ministerio de sacramentos, que impide que estén cercanos a las comunidades.

“Ellos no hacen válido y desde ahí un poquito para nosotros viene este sentimiento, entonces ¿cómo es que quieren caminar juntos?… Los sacerdotes están y se van, pero nosotros los que hacemos, los que vivimos los que palpamos la vida de la comunidad, nosotros somos los que mantenemos nuestra fe, nuestra espiritualidad indígena, somos nosotros.” (Camilo de Chimborazo-Ecuador, 20 de febrero)

  1. En algunas situaciones, como pueblos, no hemos sido escuchados desde nuestra sabiduría por parte de los sacerdotes y la jerarquía de la Iglesia, que no han comprendido nuestra vida y nuestro ser como pueblos.
  2. Las comunidades estamos luchando solas ante proyectos que ponen en riesgo nuestras vidas, nuestra existencia como pueblos y amenazan con hacernos perder nuestra identidad. Nosotros luchamos apoyándonos como indígenas, ya que muchas veces la iglesia no está.
  3. Hay preocupación en cómo acompañar a las nuevas generaciones que viven en las comunidades, pero también a quienes han salido más allá del territorio ancestral y que han perdido su raíz.
  4. Hay alejamiento de las comunidades. La Iglesia tiene que mirar a las personas, no las leyes o las estructuras sino las personas y su dignidad.
  5. En algunas ocasiones se niega a algunos de sus fieles el acceso a alguno de los sacramentos debido a que se vive en unión libre, son divorciados vueltos a casar, son personas LGTB y esto causa dolor y tristeza.
  6. El alejamiento de muchos hermanos/as que cambian de religión, se separan y ya no comparten nuestro sentir. La comunidad se divide. La Iglesia no trabaja desde una perspectiva ecuménica.
  7. Hay miedo al surgimiento de Iglesias con rostro y corazón propio; no se reconocen las existentes.
  8. No hay suficientes vocaciones nativas y las que ingresan a las casas de formación y seminarios viven la pérdida de su identidad.
  9. No se apoyan las liturgias inculturadas, se siguen satanizando y los procesos catequéticos están muy lejos de ser realmente inculturados.
  10. Hay miedo al aporte de las mujeres, al protagonismo de las mujeres; siguen viviendo marginación
  11. Nuestros niños y jóvenes están abandonados, viven la pérdida de la lengua, de los valores de las comunidades.
  12. La preocupación de si la Iglesia, en su jerarquía, permitirá que los pueblos originarios celebremos y vivamos nuestra fe en nuestras propias formas y costumbres. Y que esto no sea causa para ver a los pueblos indígenas como congregaciones infieles a las tradiciones de la iglesia católica romana.
  13. La deuda grande de parte de la iglesia con los pueblos.

“Necesitamos la conversión personal y la conversión pastoral pero también, sí conviene ir avanzando en la conversión de la estructura, irla modificando, porque solamente así el corazón se irá moldeando a los nuevos espacios.”  (Pbro. Prisciliano Sosa, México. 20 febrero)

“Seamos sinceros, a nivel continental no se trata sólo de repetir que hay que caminar juntos, con dos pies. Para que sea así, queremos que aprueben nuestra espiritualidad, quitando las trabas que hay. Que este encuentro que estamos haciendo, sea para realzar, reconocer a los pueblos originarios, para que así, este caminar lo realicemos realmente juntos.” (Don Bosco, Ecuador.23 de febrero)  

  1. Las heridas no sanadas en el proceso de evangelización hacen que surjan tensiones de varios pueblos con la iglesia y sus modelos de evangelización
  2. Que algunos laicos/as sigan afirmando y sosteniendo relaciones colonizadoras.
  3. La pérdida de valor y destrucción de la Casa común.

 2. ¿QUÉ TENSIONES PERSISTEN EN NUESTRA IGLESIA?


Sabiendo que las tensiones no representan necesariamente rupturas, sino que pueden ser potencial creativo para las comunidades. Se identificó varias tensiones de las cuales priorizamos:

  1. Reconocer y aprender de las experiencias de sinodalidad propia de los pueblos indígenas como la minga, su sistema de cargos de autoridad, los modos de toma de decisiones, el valor de las asambleas, los modos de discernimiento que se dan en estos espacios colaborativos y rituales. Sabiendo que toda interacción humana tiene luces y sombras que necesitamos reconocer para aprender unos de otros y transformar actitudes.

“Los pueblos indígenas estamos siendo aporte para la sinodalidad, porque nosotros ya vivimos la comunidad en consenso, escuchando a todos, en los trabajos comunitarios, todo lo realizamos en conjunto, siempre caminamos en sinodalidad, nuestras raíces culturales están en la comunidad, en nuestros abuelos, siempre compartimos con los otros, con la comunidad, con la familia, nada guardamos solo para nosotros, siempre pensamos en los demás.” (P. Alcides Catota 20 de febrero)

  1. Aprender a escuchar, a escucharnos y sobre todo a escucharnos con profundidad porque cuando escuchamos a la otra persona con profundidad (atención plena) toca, remueve nuestro ser y exige transformar actitudes, cambiar modos de relación a pasar al diálogo. Y en última instancia implica cambiar estructuras desde la escucha a la otra persona.

“Es difícil la escucha a profundidad porque, cuando se escucha al otro, él te hace pensar, te cuestiona. Entonces, tienes que cambiar y eso cuesta, da miedo” (Grupo2, 21 de febrero)

  1. Ser sinceros, tanto la Iglesia institución como los pueblos originarios. Ambos necesitan ser auténticos en su camino para hacerse corresponsables del proceso de sinodalidad.

Hace tiempo venimos caminando solos, hoy le pedimos a la iglesia sinceridad para caminar juntos.” (Grupo 3, 21 de febrero). “También pedir sinceridad a mis hermanos de pueblos indígenas, ambos lados exigirnos con sinceridad” (P. Lino, 22 de febrero)

  1. Falta de una formación en sintonía con las vivencias de los pueblos y los modos de conocer de los diferentes pueblos originarios. A la iglesia le cuesta valorar cosmovisiones y sabidurías ancestrales; los signos y ritos de las culturas originarias que se celebran en la misma Iglesia. Se requiere una formación adaptada y adecuada que permita tener la sensibilidad, el respeto y la capacidad de dialogar con las culturas originarias, tanto en los seminarios como en los en la Vida religiosa consagrada. Hacer expresa la ministerialidad en plenitud.

“Es necesario una reestructuración en la formación de los futuros ministros, los seminarios deben ser casas de misión, no casas de confort y acomodamiento físico y espiritual.” (Grupo 3, 21 de febrero)

  1. Entre la inculturación y la interculturalidad. Las diferentes interpretaciones de ambos modos de relación podrían ocasionar confusiones y ambigüedades de significados al inculturar las celebraciones. Sin embargo, reconocer el proceso de interculturalidad como camino, intercambio de dones y modos de vida que enriquecen a todos y todas, que se da de ida y vuelta, podría ayudar en este proceso de encuentro sinodal.

“El aporte de los pueblos indígenas a la vida de la iglesia, el acercamiento para vivir los procesos de la interculturalidad.”  (Grupo 5, 21 de febrero)

  1. Indiferencia por la acomodación a la estructura eclesial, entonces, las acciones son realizadas sólo para cumplir la norma, pero sin la intención de cambios reales. Por otra parte, el pueblo se aleja y no se hace partícipe de los procesos. De esta manera se generan incoherencias entre las palabras escritas o hechas discursos y la vida cotidiana de la iglesia

“Existe una gran indiferencia, no de todos, pero sí de varios obispos, sacerdotes y consagrados. Ante las posibilidades de cambio. Cambio de estructuras, cambio de paradigmas.” (Grupo 2, 21 de febrero)

  1. Conversión integral y conversión ecológica, es decir conversión (real no discursiva) de mente, corazón y actitudes que lleven a transformar el clericalismo en relaciones de escucha y diálogo horizontal para una acción eclesial sinodal. También es necesario reconocer las sombras que cada pueblo vive como la división, la corrupción interna y por lo tanto requiere conversión.

“para que una estructura cambie también tiene que haber un cambio en la mente y corazón” (Luz, 20 de febrero)

  1. Ministerios propios, que ya se viven, pero que no son reconocidos por la Iglesia institución. Ante la falta de vocaciones al sacerdocio y las grandes extensiones de territorio donde las personas bautizadas no pueden compartir la comunión, repensar la posibilidad de la ordenación de personas mayores que son referentes en la comunidad como sacerdotes y el servicio de las mujeres en el diaconado. El diácono Puanch Munkui contó que junto con el P. Yakuam se organizaron para identificar quienes pueden ayudar a compartir este mensaje y ser predicadores de la palabra de Dios. Hoy cuentan con varios ministerios: diáconos, predicadores de la palabra, exorcistas, acompañar enfermos y ahora están animando a que las mujeres también vivan estos ministerios.
  2. Asumir con acciones el compromiso de una ecología integral que implica el cuidado de la creación, la defensa de los territorios y el cuidado de cada ser que habita esta casa común.

“La iglesia debe estar no solo en el culto y en los ritos, sino también en la cotidianidad y sobre todo en las luchas.”  (P. José Luis Ariel. Colombia, 20 de febrero).

3. ¿HACIA DÓNDE DEBE IR LA IGLESIA PARA CAMINAR JUNTAS/OS?

“El sentido de la sinodalidad vive en las comunidades desde nuestra perspectiva de pueblos indígenas, buscando siempre una vida digna para los pueblos originarios incluyendo a todos, nadie queda afuera, nuestra casa cabe todos” (Grupo 2, 21 de febrero). Por ello consideramos que necesitamos:

  1. Repensar los procesos formativos de los agentes pastorales (sacerdotes, vida religiosa consagrada y laicos) desde un enfoque intercultural que impulsen a fortalecer sus propios modos de conocer y hacer teología. Germán, catequista del pueblo kichwa amazónico de Ecuador hizo hincapié que para preparar las vocaciones originarias se debe recoger la teología de los pueblos, la teología india, la palabra de los/as sabios/as, la filosofía que ya existe en los diversos pueblos.
  2. Pastoral indígena urbana que oriente y acompañe a la diversidad de pueblos que llega por los desplazamientos forzados a las ciudades, principalmente sostenga el proceso de inserción de los jóvenes que viven distintos choques culturales a lo largo de su formación.
  3. Acompañar el florecimiento de las Iglesias Autóctonas, con rostro y corazón propio, impulsando el surgimiento de vocaciones nativas (ministeriales y laicales) que sean acompañadas de forma continua por la comunidad. Con un proceso de formación intercultural que impulse: a) la inculturación real de la liturgia. Que impulse celebraciones y ritualidades apropiadas para el mundo indígena. Liturgias creativas, que incorporen nuevos símbolos contemporáneos, como los símbolos digitales. b) Que favorezca la Inculturación de los procesos de catequesis. c) Que valore y reconozca oficialmente la Teología india en la Iglesia universal. d) Que potencie las capacidades de acompañamiento para una pastoral social, y responda a las necesidades de las comunidades que viven agresión a sus territorios, a sus derechos y a su identidad cultural.
  4. Recuperar la teología del bautismo que es la teología de la sinodalidad.
  5. Conversión pastoral, de igual a igual, donde no hay un superior y una escala piramidal o carrera eclesiástica, sino donde todos caminen en la misma dirección.
  6. Dentro de esta conversión pastoral, es urgente una renovación de métodos y estructuras más colegiadas, comunitarias, al estilo de los pueblos y no piramidales donde una sola persona tome decisiones.
  7. Avanzar hacia una teología y pastoral descolonizada, capaces de asumir los saberes de nuestros ancestros. Debemos impulsarnos a desaprender, aprender y reaprender.
  8. Promover el diálogo intercultural e interreligioso en defensa de la vida, de la casa común y quienes la habitamos.
  9. Ayudar a las comunidades originarias al discernimiento de los antivalores que encuentran en las culturas donde se insertan ya, las nuevas culturas que emergen.
  10. Formación bíblico teológico en perspectiva indígena recuperando los mitos y las sabidurías ancestrales.
  11. Lograr la organización, articulación y diálogo profético con otras organizaciones.
  12. Reconocer y valorar el aporte y protagonismo de las mujeres en la Iglesia, abriéndole espacios en las áreas de toma de decisiones.
  13. Acompañar a las juventudes originarias, insertando su fuerza y protagonismo en la Iglesia, de manera especial, buscar caminos para el fortalecimiento de sus identidades y el respeto a sus Derechos a aquellos que han salido más allá de sus territorios ancestrales.
  14. Acompañar con un compromiso real a los pueblos originarios.