Encuentro sinodal Papa-universitarios: “Discernir un mundo mejor”

Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, una de las organizadoras del evento

Papa universitarios mundo mejor
Emilce Cuda durante la Asamblea Eclesia de América Latina y el Caribe © CELAM

“Discernir un mundo mejor”, ante el próximo encuentro sinodal del Papa con universitarios de toda América, compartimos la entrevista de ADN CELAM, sistema informativo del Consejo Episcopal Latinoamericano, a Emilce Cuda, recientemente nombrada secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL).

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Este jueves, 24 de febrero, el Papa Francisco se encontrará con estudiantes universitarios de toda América para “poner a los estudiantes de las universidades, de manera sinodal, no solo en el sentido de caminar juntos, sino como Pueblo de Dios desde su sensus fidelium, a discernir un mundo mejor”, en palabras de Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), que es una de las organizadoras del evento.

Tender un puente entre el Norte y el Sur para facilitar ese diálogo sinodal

La CAL quiere “tender un puente entre el Norte y el Sur para facilitar ese diálogo sinodal”. Se trata de entrar en un camino de conversión, de cambio de mentalidad, que lleve a asumir las estructuras democráticas, a dar la marcha atrás “en el desarrollo científico-tecnológico, que está destruyendo la casa común, que es el cuerpo de todos”, según la teóloga argentina.

Emilce Cuda ve este evento como oportunidad para encontrar en los ojos de los universitarios, en sus discernimientos, la palabra que va a decir. Un encuentro que considera maravilloso, todavía más que “el Papa se ponga en esos cuadritos, casi sentado en un pupitre, escuchando a sus jóvenes”. En un diálogo intergeneracional y sinodal, donde no puede faltar la presencia del Espíritu Santo, “que permite ese discernimiento por un mundo mejor”.

Jóvenes para discernir un mundo mejor

Estamos a las puertas de algo que puede ser considerado histórico. Por primera vez, un Papa se sienta con un grupo de universitarios, de modo virtual, para discutir el futuro de la geopolítica en América. ¿Cómo entender este encuentro en la actual coyuntura social, económica, política, religiosa, por la que el mundo pasa?

Yo lo cuadraría dentro de la propuesta de Aparecida, que, frente a una cultura de la muerte, la propuesta fue una cultura de la vida, que el Papa Francisco traduce en una cultura del encuentro.

La gente está pensando en la gran reforma del Papa, pensando en instituciones mundanas. Y el Papa está pensando en el cuerpo místico, y esa gran reforma, es en realidad el viejo tema de la conversión, que es una conversión de toda una cultura, de todo un pueblo, el Pueblo de Dios. Y las universidades son parte de esa cultura, son el fruto de esa cultura, y son las que inciden en la transformación de esa cultura.

Poner a los estudiantes de las universidades, de manera sinodal, no solo en el sentido de caminar juntos, sino como Pueblo de Dios desde su sensus fidelium, a discernir un mundo mejor, es propio de la misión de la Iglesia.

Retornar a las estructuras democráticas

Habla de conversión. ¿Podríamos decir que en la Iglesia se entiende esa conversión como algo de puertas para dentro y que Francisco insiste en que el objetivo de la conversión debe incidir en primer lugar en lo que uno vive fuera de la Iglesia, fuera del templo?

En términos seculares se diría toma de conciencia, o procesos de autoconciencia. En términos de fe hablamos de conversión. Nadie diría en el mundo político que alguien debe convertirse de la derecha a la izquierda o de la izquierda a la derecha. La conversión es un término que viene de la fe, y tiene que ver con poner la reversa, entre todos, ir para atrás, iniciar el camino de retorno, de retorno al Padre, el camino de la bienaventuranza. Es el viejo tema de la literatura, es la conversión.


En este caso tenemos que poner la reversa y hacer un camino de retorno, por ejemplo, en lo político, a las estructuras democráticas. Algo que fue reivindicado en la Iglesia católica a partir de Pío XII. Tenemos que poner la reversa en el desarrollo científico-tecnológico, que está destruyendo la casa común, que es el cuerpo de todos.

Estamos en un momento en que el pecado debe dejar de ser pensado solo en términos de concupiscencia, donde se agrede el cuerpo propio o el cuerpo de otro individuo, sino un pecado que está agrediendo el cuerpo de todos, que es el cuerpo natural, que es la casa común.

Todos estos términos, que nosotros manejamos de manera natural, y que parece que solo son católicos, también tienen sus pares en el mundo secular. La conversión es una conversión que tiene que hacer el Pueblo de Dios. Los estudiantes son muy importantes, no solo los estudiantes, los investigadores, los profesores universitarios, porque son los que ponen en marcha un desarrollo, que a veces es en favor de la vida, y a veces es en favor de esa cultura de la muerte.

Discernir a partir de la mirada

Para alguien que conoce al Papa Bergoglio desde que era arzobispo de Buenos Aires, ¿le sorprenden este tipo de iniciativas, que tenga un tiempo para sentarse y escuchar a jóvenes universitarios, o podríamos decir que es la continuidad, de una forma diferente, a su costumbre de agarrar el metro o los colectivos en Buenos Aires e irse a conocer la vida de la gente, en las villas miseria o en otros ambientes que forman parte de la realidad de la capital argentina?

Absolutamente entiendo yo que es una continuidad. Al Papa no solo le gusta estar con los jóvenes, hizo un documento maravilloso para los jóvenes, donde les dice que si quieren saber de qué se trata, vayan y se enamoren. El Papa ha dicho que, para escribir y vivir sus homilías, “buscaba en tus ojos mi palabra”, dice. Así es el título del libro de Spadaro, que recoge todas las homilías de Bergoglio. Él dice ahí que encuentra las palabras que va a decir, en los ojos del otro. Este encuentro cara a cara con los universitarios, implica encontrar en sus ojos, en sus discernimientos, la palabra que va a decir.

Por supuesto que esto no es una novedad en los pontífices, Juan Pablo II ha tenido mucho éxito entre los jóvenes. Solo que la plaza pública cambió, hoy la plaza pública no es un escenario con millones de personas delante cantando, sino que es un espacio virtual, al que no solamente nos confina esta pandemia. Esto hubiese pasado de todos modos porque es producto de un salto tecnológico cualitativo. Lo único que hizo la pandemia fue acelerarlo. Es maravilloso que el Papa se ponga en esos cuadritos, casi sentado en un pupitre, escuchando a sus jóvenes.

Diálogo intergeneracional, sinodal, con la presencia del Espíritu

¿Podríamos decir que es un diálogo entre generaciones, entre alguien que está al final de su vida y entre aquellos que son llamados a construir el futuro de la humanidad, del continente americano?

Es un diálogo en tres dimensiones, una intergeneracional, otra sinodal, porque finalmente es el obispo de Roma, el Santo Padre, conversando con otra parte del Pueblo de Dios, que son los estudiantes, que están en las universidades, católica y no católicas, nuestros estudiantes están en todas las universidades. Y, en tercer lugar, al ser un encuentro sinodal, hay un tercer invitado a la mesa, que es la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, que permite ese discernimiento por un mundo mejor.

Tender un puente entre el Norte y el Sur

¿Qué es lo que significa para la Pontificia Comisión para América Latina, de la cual ha sido nombrada secretaria la semana pasada, un evento de este tipo y promover este tipo de encuentros entre el Norte y el Sur, tendiendo siempre puentes con la Curia, en este caso con el Papa?

Significa un gran cambio, que tiene la aprobación del Papa Francisco y del Cardenal Ouellet, donde la CAL deje de ser solamente un puente de comunicación entre la Curia Romana y las Iglesias Particulares en lo referente a la fe y a la religión, sino que también contribuya al diálogo Norte-Sur, ya que como Comisión para América Latina, nuestros fieles latinoamericanos se encuentran en todo el continente, y eso hace pertinente que nos ocupemos también de nuestros fieles en el Norte, y también de tender un puente entre el Norte y el Sur para facilitar ese diálogo sinodal.