“Estar cerca de los demás” en este tiempo de la indiferencia

Discurso del Santo Padre a la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer

Cerca tiempo indiferencia
Miembros de la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer, 4 marzo 2022 © Vatican Media

“En una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia -la gran enfermedad de nuestro tiempo es la indiferencia, mirar hacia otro lado- es necesario, más que nunca, estar cerca de los demás”, indicó el Papa Francisco.

El Papa recibió hoy, 4 de marzo de 2022, al presidente y a los miembros de la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer.

“Vuestro compromiso es una forma de caridad social, que ejercéis en forma de asociación, cooperando con organismos públicos y privados y con el sector del voluntariado”, destacó Francisco, al mismo tiempo les animó a continuar “en vuestro servicio a la gente, fieles a vuestro lema, que dice: ‘Prevenir es vivir’”.

A continuación, sigue el texto completo del discurso de Francisco traducido por Exaudi.

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Discurso del Santo Padre

¡Queridos amigos!

Me alegro de recibiros y os saludo afectuosamente, empezando por el presidente Nacional, al que agradezco sus palabras, tan humanistas y profundas. Gracias. El 25 de febrero habéis celebrado el centenario de la Liga Italiana de Lucha contra el Cáncer. Una historia arraigada en un pasado rico en desarrollos importantes, entregada a un presente de compromiso constante y abierta a un futuro de expectativas y perspectivas. Permitidme decir: ¡feliz cumpleaños! Y hago extensivo este deseo a las muchas personas para las que trabajáis: a los muchos pacientes, en primer lugar, y también a los trabajadores sanitarios y a los investigadores.

Vuestra Liga es una precursora histórica de los cuidados paliativos actuales, tan importantes y valiosos. Vuestra historia pone de manifiesto la capacidad de redefinir las tareas y los planteamientos de la Asociación en el cambio de los sistemas social y sanitario; en particular, las actividades que lleváis a cabo tienen que ver, además de con la formación y la información, con la investigación y la prevención. De este modo, contribuís a constituir ese “buen tejido” del que se compone Italia. Ante la realidad de tantas personas, de todas las edades, que se encuentran ante la enfermedad, habéis elegido y elegís siempre “luchar” con ellos y con quienes les cuidan. Elegís estar cerca de ellos.


En una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia -la gran enfermedad de nuestro tiempo es la indiferencia, mirar hacia otro lado- es necesario, más que nunca, estar cerca de los demás. Y esto, para vosotros, significa estar cerca de las personas que padecen cáncer, que en los dos últimos años han sufrido aún más debido a la pandemia, que ha puesto en crisis el sistema sanitario. También significa estar al lado de las familias de los pacientes, que necesitan un apoyo competente y activo. Por último, significa estar cerca de los profesionales de la salud, que también se han visto sometidos a una dura prueba por las difíciles condiciones en las que han tenido que trabajar.

La pandemia también ha ralentizado los procedimientos de prevención y diagnóstico, con claras consecuencias sobre todo para el tratamiento de la enfermedad, pero también para la serenidad de las familias y la sociedad en su conjunto. Esto también exige una mayor prevención y atención a partir de ahora.

Vuestro compromiso es una forma de caridad social, que ejercéis en forma de asociación, cooperando con organismos públicos y privados y con el sector del voluntariado. El asociacionismo es una forma importante de testimonio frente a la indiferencia, frente a una mentalidad que prefiere excluir a los que no son perfectos. Este testimonio presupone la formación. No basta con “hacer”: es necesario educarse, formarse para responder a la cultura del descarte que tiende a marginar la vulnerabilidad, la fragilidad y el sufrimiento, a marginarlo para no verlo.

“Recordad que el derecho a la atención y al tratamiento de todos debe ser siempre prioritario, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, no sean nunca rechazados” (Audiencia general, 9 de febrero de 2022). Y sobre esta cuestión de la atención a todos, os animo a mantener, es más, a hacer avanzar el sistema sanitario público italiano. No lo perdáis, hacedlo crecer, consolidadlo más, porque es un regalo para la sociedad. Pensad en los países que no lo tienen, donde la gente que no puede pagar no tiene asistencia sanitaria. Tenéis un tesoro que valorar y cuidar. “La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no administrada. Y este principio ético concierne a todos: a todos, no sólo a los cristianos o a los creyentes”, a todos (ibíd.).

Juntos podemos frenar esta cultura que pretende afirmar un modelo “económico” del hombre, que sólo es tan bueno como su producción y consumo. Por otra parte, incluso en el sufrimiento y la enfermedad somos plenamente hombres y mujeres, sin merma, reconociéndonos en esa totalidad unificada psico-físico-espiritual que sólo es propia de la persona humana.

En palabras de san Juan Pablo II, hay un “reflejo cristiano” en el sufrimiento: “Si uno se hace partícipe de los sufrimientos de Cristo, esto sucede porque Cristo ha abierto su sufrimiento al hombre, porque él mismo en su sufrimiento redentor se ha hecho, en cierto sentido, partícipe de todos los sufrimientos humanos. El hombre, al descubrir por la fe el sufrimiento redentor de Cristo, descubre también en él sus propios sufrimientos; los redescubre, por la fe, enriquecidos con un nuevo contenido y un nuevo significado” (Carta apostólica Salvifici Doloris, 11 de febrero de 1984, 20).

Queridos amigos, continuad en vuestro servicio a la gente, fieles a vuestro lema, que dice: “Prevenir es vivir”. Que os acompañe desde el cielo san Leopoldo Mandić – un gran hombre, patrón de los enfermos de cáncer. Un patrón también del “cáncer espiritual”, porque confesaba y perdonaba a todos. Un hombre grande y misericordioso. Hoy necesitamos sacerdotes así. De todo corazón os bendigo a todos, miembros, y a vuestras familias. Y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí, que estoy necesitado. Gracias.