¡Feliz 94 cumpleaños, Benedicto XVI!

Un paseo por sus raíces en Baviera

94 cumpleaños Benedicto XVI
Benedicto XVI © Vatican Media

¡Feliz 94 cumpleaños, Benedicto XVI! Para celebrar mejor el 94º cumpleaños del papa emérito Benedicto XVI, Exaudi ofrece este reportaje especial escrito por Deborah Castellano Lubov cuando acudió a Baviera para trazar físicamente la vida de Benedicto antes de ser pontífice.

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¿Has querido alguna vez hacerte una idea de lo que significaban los osos de peluche, las listas de Navidad y los milagros para el joven Joseph Ratzinger? Y si no lo hiciste antes, ¿tienes curiosidad ahora?

Momentos especiales de los primeros años de la vida del papa Benedicto fueron los descubrimientos desvelados en una peregrinación dirigida por Inside the Vatican que recorría la vida de Benedicto XVI por Baviera y Roma, guiada por el conocido historiador Michael Hesemann, coautor con Georg Ratzinger de Mi hermano, el Papa.

Algunos de los lugares más significativos de esta íntima peregrinación espiritual fueron: el encantador pueblecito de Marktl am Inn, donde nació el pequeño Joseph Ratzinger; Tittmoning, donde pasó sus primeros años hasta el jardín de infancia; Freising, donde asistió al seminario menor y se ordenó sacerdote; Traunstein, donde celebró su primera Santa Misa como sacerdote; Munich, donde fue arzobispo; Ratisbona, donde ejerció la enseñanza; y Pentling, donde había diseñado una casa en la que creía que acabaría retirándose.

El grupo tuvo momentos privilegiados que nunca hubieran podido esperar, incluyendo un encuentro privado con el hermano del papa Benedicto, Georg, en su casa de Ratisbona, y conocer al tercer sacerdote ordenado con los hermanos Ratzinger, Rupert Berger, en su casa de Traunstein.

Una ironía, que impactó a los participantes, fue cómo Joseph Ratzinger, durante mucho tiempo, fue solo “el hermano pequeño del famoso director del coro, Georg Ratzinger”. Cuando los tres fueron ordenados, el famoso era el padre Berger, ya que era el hijo del alcalde.

El joven Joseph “a la sombra”

Hasta que José se convirtió en cardenal y fue llamado a Roma, incluso como arzobispo de Munich y Freising, seguía estando “a la sombra” de su mundialmente famoso hermano.

¿Sabe dónde está la imagen favorita de la Virgen del papa Benedicto? La respuesta: en un santuario mariano, conocido como lugar de milagros en la encantadora ciudad de Altoetting, que la familia Ratzinger, incluidos el pequeño Joseph, y sus hermanos Georg y Maria, solían visitar al menos una vez al año.

En este lugar, en 1489, dos niños pequeños que habían muerto, uno en un accidente agrícola y otro ahogado, fueron devueltos a la vida tras ser llevados ante la hermosa imagen de la Virgen María de Altoetting.

De hecho, hoy en día, este lugar deja huella por todas las baratijas (ex-votos) que se dejan en las paredes del exterior del santuario como signos de gratitud por los milagros ocurridos a través de la intercesión de María. (Encender velas es el gesto que se hace para obtener milagros, mientras que un exvoto representa la señal de un milagro recibido). A lo largo y alrededor de este santuario no hay suficiente espacio en las paredes para acomodar todos los tributos. Los ricos daban objetos de plata para mostrar su agradecimiento, mientras que los menos pudientes e incluso los muy pobres, a menudo hacían pequeños dibujos para mostrar su gratitud. Se ven dibujos de camas de hospital, o incluso de partes del cuerpo para reflejar la recuperación de los enfermos, así como dibujos de bebés -incluso fotografías de hace unos meses- de niños que nacieron sanos y salvos después de complicaciones o de padres que no podían tener hijos, y que de repente se encontraron esperando uno.

Además, hay imágenes pintadas de personas que se salvaron de situaciones tortuosas en tiempos de guerra, de lucha o incluso de recientes tsunamis, cuya supervivencia se atribuyó a la intercesión de María.

Oso de peluche y promesa de ser bueno

La casa de Marktl am Inn es el lugar donde Joseph pasó sus primeros años: tenía dos años cuando él y sus hermanos cruzaron la calle para contemplar la decoración navideña de unos pequeños almacenes situados justo enfrente de la casa de sus padres.  La niña de los ojos del pequeño: un oso de peluche en el escaparate. Todos los días, el pequeño Joseph lo observaba y admiraba. Pero un día, justo antes de Navidad: lágrimas. ¿Por qué? El oso de peluche había desaparecido… En Alemania, los pequeños reciben sus regalos después de la Santa Misa del 24 de diciembre. En ese momento, al pequeño Joseph se le quitó la fuente de tristeza, cuando en su lugar experimentó una gran alegría, ya que el osito estaba bajo el árbol de Navidad de la familia.

“Prometo que me portaré bien” estaba escrito en su lista de Navidad a la edad de siete años. (Una promesa que Joseph Ratzinger ciertamente cumplió.) A cambio de su buen comportamiento, las tres cosas que pidió muy articuladamente: ropa para cuando jugara a la Misa con su hermano Georg, el misal de la Misa traducido al alemán para que pudiera entender el latín, y una imagen específica del Sagrado Corazón.

“El país de las maravillasde su infancia

Tittmoning, una pequeña ciudad a orillas del río Salzach, en la frontera con Austria, donde la familia Ratzinger vivió desde 1929 hasta 1932 (hasta el momento en que Joseph entró en el jardín de infancia), es el lugar que Benedicto describió como el “País de las Maravillas de su Infancia”. Antes de ir a la escuela, se detenía a rezar en la iglesia. Aquí empezó a apreciar cada vez más la Misa, sobre todo al ver a su hermano mayor asistir y a sus padres cantar en el coro.


Asimismo, en este pueblo, donde el joven Joseph empezó a enamorarse de la liturgia, hay un santuario mariano, donde él, con su madre y sus hermanos, solía ir diariamente a rezar el Rosario. Los peregrinos desafiamos el empinado camino de subida, pero mereció la pena. A la vuelta, pasamos por los rápidos de un pequeño río que corre cuesta abajo a través de un bosque, que da sombra en verano.

También visitamos Auschau am Inn, a los pies de los Alpes, donde la familia tuvo que trasladarse en 1932, debido a las abiertas críticas del Sr. Ratzinger al nazismo. La familia de Benedicto, especialmente su padre, policía, siempre hizo todo lo posible para resistir a los nazis y mantener a la familia lo más alejada posible de ellos. Incluso este traslado a Auschau se hizo para que, si pronto había guerra, la familia pudiera tener un hogar que les proporcionara recursos naturales y alimentos para vivir.

En este hogar, Joseph se encontraba a menudo en soledad leyendo, su pasión, y era un lector habitual de Der gerade Weg, la más abierta publicación católica antinazi. Tras el ascenso de Hitler al poder, su editor, Fritz Michael Gerlach, fue detenido y murió en el campo de concentración de Dachau como un mártir; su proceso de beatificación se inició en 2009. El Sr. Ratzinger siempre dijo no a cualquier oferta nazi. Lo único que permitió fue que su esposa formara parte de un grupo de mujeres que rezaba el Rosario.

Las delicias gastronómicas favoritas de Benedicto

Los sacerdotes de la peregrinación vivieron un hermoso momento concelebrando la Misa en la iglesia de Traunstein, donde Benedicto celebró su primera Eucaristía después de haber sido ordenado en Freising.

Fue una historia interesante cómo llegamos a tener esta Misa especial el domingo. Mientras estaban en Roma, durante la Misa de los santos Pedro y Pablo, Robert Moynihan y Deborah Tomlinson, de Inside the Vatican, se encontraron -completamente por casualidad- sentados al lado del párroco de la parroquia de Traunstein. El párroco de San Oswald les dijo que fueran el domingo a Traunstein, en lugar del sábado, que era el plan original, para que, después de la misa, pudiera mostrar al grupo diferentes sitios -como el lugar donde los padres del Papa Benedicto pasaron sus últimos días- y pudiéramos tener un agradable almuerzo bávaro juntos. En este restaurante, el historiador Michael Hesemann, cercano a los Ratzinger, compartió otro detalle personal que conoce bien, uno delicioso.

El autor alemán pidió Kaiserschmarrn, un plato dulce que, según dijo, es el favorito del papa Benedicto. Otra sorpresa gastronómica fue probar las salchichas blancas, que al parecer, incluso ahora, Benedicto disfruta en el Vaticano, a menudo traídas por su hermano o por sus amigos personales de su época en Baviera.

Otro momento conmovedor fue conocer la estrecha relación de Joseph Ratzinger con su hermana, María, que a veces era como una asistente para él, por no hablar también de ama de llaves y secretaria personal. A pesar de ser una profesional consumada, estaba feliz de dedicar su tiempo a realizar muchas tareas que restaban tiempo a sus tareas académicas.

El pequeño grupo participante también examinó la riqueza de las obras y discursos de Ratzinger y, posteriormente, del papa Benedicto, a través de debates interactivos dirigidos por Robert Moynihan, experto en el Vaticano y fundador y redactor jefe de la revista Inside the Vatican, para enriquecer su comprensión del papa emérito.

Una pinta en el Danubio

Los participantes también disfrutaron de otros momentos bávaros memorables, junto con tiempo para explorar libremente, comer bien y reflexionar. Por ejemplo, visitamos el monasterio de Weltenburg, a orillas del hermoso río Danubio, que fabricó la primera cerveza bávara hace mil años -y aún continúa operando- y que sirvió de retiro para el profesor Joseph Ratzinger y sus estudiantes de doctorado durante los años en que fue profesor en Ratisbona.

También hubo una visita muy emotiva a Augsburgo para ver a María, Desatadora de Nudos, que es tan importante para el Papa Francisco, quien se ha asegurado de que esté en Santa Marta, así como una divertida parada en el Castillo de Neuschwanstein, que fue la inspiración para el castillo de Disneylandia.

En definitiva, este viaje, siguiendo los pasos de Joseph Ratzinger, y conociendo a muchos de los implicados en el viaje de Ratzinger desde el pasado hasta el presente, entre Roma y Baviera, ha dejado -como expresaron todos los peregrinos- una gran huella en ellos, que nunca olvidarán…

¡Feliz 94 cumpleaños, Benedicto XVI!