Fiesta exaltación Santa Cruz: La señal del cristiano

Celebrada cada 14 de septiembre

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Cruz © Cathopic. Vanesa Guerrero, rpm

Rafael de Mosteyrín, sacerdote y capellán del CDP Torrealba, ofrece este artículo sobre la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebrada hoy, 14 de septiembre.

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Hay una vieja historia que habla de cómo Dios moldea cada alma a través del sufrimiento, y la purifica en contacto con la Cruz, de manera que estén en condiciones de servirle, cada vez mejor.

Había un hombre que tenía un molino muy especial, por la finura de lo que tenía que trabajarse. Era un molino de canela. Para su labor hacían falta unas piedras muy especiales, difíciles de conseguir. Llegó un día en que las piedras se desgastaron tanto que la labor hubo de detenerse. La cosa no tenía fácil arreglo, ya que aquéllas había que comprarlas en Alemania, y resultaban muy caras para el molinero. Se tuvo que parar el molino.

Un día, un buen amigo le dio la solución para sus problemas:


-Mira, lo que tienes que hacer es buscar en el río unos cantos parecidos a las piedras que estabas empleando. Te los llevas a casa y haces la sustitución. Luego, y sin poner canela, les das vueltas y más vueltas. Sin desanimarte nunca, con mucha paciencia. Debes esperar muchas horas, días, quizá semanas enteras.

Siguió el consejo del amigo. Tiempo después, las nuevas piedras se habían ido puliendo una contra otra, a base de roce, de modo que ya quedaban perfectamente lisas y ajustadas; tan bien como las alemanas.

Es muy importante entender la celebración de la Cruz. Los cristianos no debemos rechazar el sufrimiento, sino amarlo. Esto nos hace cada vez más parecidos a Cristo. Ha sido tradicional que los catecismos comenzaran preguntándonos si somos cristianos. Después se explica qué quiere decir ser cristiano. A continuación, se desea saber cuál es la señal del cristiano. La señal del cristiano es la Santa Cruz. Porque importa mucho en nuestra vida. Ella debe estar en nuestro pecho, en nuestros labios, en nuestras obras; presidiendo iglesias, aulas, habitaciones; en las cumbres de los montes y en las encrucijadas de los caminos. Sobre todo, sobre nuestras espaldas. La Cruz de cada día; la pequeña de cada día.

La Cruz ha sido instrumento de expiación por los pecados del mundo, sacrificio de reconciliación, prueba de amor infinito. En nosotros será medio de santificación personal, de identificación con Cristo. Nos gloriamos, como san Pablo, en la Cruz del Señor. Aprendemos así la enseñanza de que para estar con Cristo hay que padecer con Él. Hemos de poner nuestros sufrimientos junto a los de Cristo, en bien de la Iglesia, y de cada uno de sus miembros.