Mons. Gallagher: La humanidad pide eliminación de armas nucleares

Discurso para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares

Mons. Gallagher Armas Nucleares
Bomba nuclear © Pexels. Pixabay

“La conmemoración hoy del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares es una ocasión para hacer notar al mundo, y en particular a los dirigentes de los Estados poseedores de armas nucleares, la insistente demanda de la humanidad de que se eliminen las armas nucleares y las numerosas promesas de este foro de liberar al mundo de la amenaza de la guerra nuclear”, indicó monseñor Gallagher.

Estas palabras forman parte del discurso del secretario para las Relaciones con los Estados con motivo de la Reunión Plenaria de Alto Nivel de las Naciones Unidas para conmemorar y promover el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, el 26 de septiembre.

El secretario para las relaciones con los Estados recuerda que “hace cuatro años, 122 Estados miembros votaron para adoptar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares” cómo el pasado mes de enero ese tratado entró en vigor, señalando que “la Santa Sede está agradecida a los Estados que han firmado y ratificado el Tratado, y anima a los Estados reticentes a unirse a este importante acuerdo”.

Asimismo, Gallagher se refiere a los dos los factores que contribuyen a la perpetuación del status quo nuclear. El primero “es la política de disuasión, que impulsa la carrera armamentista y genera un entorno tecnológico deshumanizado que mantiene y agrava la desconfianza entre las naciones”.

De este modo, “debemos hacer nuestra la intuición del papa Juan XXIII, de que ‘una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca’”, pues, “la confianza entre las naciones garantiza la verificación y la Santa Sede apoya firmemente los acuerdos de desarme verificables”.

El segundo factor “es el gasto exorbitante de unos pocos Estados en la producción y despliegue de arsenales nucleares, que es una fuente de creciente desigualdad tanto dentro de las naciones como entre ellas”. Y el prelado apunta que “ante una pandemia mundial de duración incierta y el agravamiento de los efectos del cambio climático mundial, los Estados deben reducir los gastos militares para responder a las necesidades humanitarias y a las exigencias de nuestra casa común”.

En ese contexto, renueva la petición de la Santa Sede de que los gobiernos apliquen “el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, [a constituir] un Fondo mundial para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres” e insta en particular “a aquellos Estados que se benefician del paraguas nuclear a que contribuyan a recalibrar las prioridades mundiales apoyando los esfuerzos de desarme nuclear en virtud del artículo VI del Tratado de No Proliferación”.

A continuación, sigue el texto completo.

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Discurso de Mons. Paul Richard Gallagher

Señor presidente,

La conmemoración hoy del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares es una ocasión para hacer notar al mundo, y en particular a los dirigentes de los Estados poseedores de armas nucleares, la insistente demanda de la humanidad de que se eliminen las armas nucleares y las numerosas promesas de este foro de liberar al mundo de la amenaza de la guerra nuclear.


Hace cuatro años, 122 Estados miembros votaron para adoptar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. El pasado mes de enero ese tratado entró en vigor. La Santa Sede está agradecida a los Estados que han firmado y ratificado el Tratado, y anima a los Estados reticentes a unirse a este importante acuerdo.

Señor presidente,

Dos factores contribuyen a la perpetuación del status quo nuclear.

El primero es la política de disuasión, que impulsa la carrera armamentista (1) y genera un entorno tecnológico deshumanizado que mantiene y agrava la desconfianza entre las naciones (2). Debemos hacer nuestra la intuición del Papa Juan XXIII, de que “una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca” (3). La confianza entre las naciones garantiza la verificación y la Santa Sede apoya firmemente los a cuerdos de desarme verificables.

El segundo factor es el gasto exorbitante de unos pocos Estados en la producción y despliegue de arsenales nucleares, que es una fuente de creciente desigualdad tanto dentro de las naciones como entre ellas. Ante una pandemia mundial de duración incierta y el agravamiento de los efectos del cambio climático mundial, los Estados deben reducir los gastos militares para responder a las necesidades humanitarias y a las exigencias de nuestra casa común. En ese contexto, deseo renovar la petición de la Santa Sede de que los gobiernos apliquen “el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, [a constituir] un Fondo mundial para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres” (4). Insto en particular a aquellos Estados que se benefician del paraguas nuclear a que contribuyan a recalibrar las prioridades mundiales apoyando los esfuerzos de desarme nuclear en virtud del artículo VI del Tratado de No Proliferación.

Señor presidente,

Las primeras palabras de la Carta de las Naciones Unidas establecen un fuerte compromiso para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que… ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”. Así pues, hace tiempo que la comunidad internacional debería haber cumplido su determinación. Está en el corazón de la misión de esta Organización y es el deseo largamente incumplido de la familia humana. Ya es hora de que actuemos.

Gracias, señor presidente.

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  1. Arzobispo Dominique Mamberti, Discurso a la Reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General sobre el desarme nuclear, 26 septiembre 2013.
  2. Papa Francisco Fratelli Tutti 258.
  3. Papa Juan XXIII Pacem in terris 113.
  4. Papa Francisco Fratelli Tutti, no. 262; Pablo VI, Populorum progressio.