Hermana Juanita, apostólica y misionera a pesar de la enfermedad

Reconocidas sus virtudes heroicas

hermana Juanita venerable
Hermana Juanita con su congregación © Obreras del Corazón de Jesús

Juana Méndez Romero (hermana Juanita), religiosa española profesa de la Congregación de las Hermanas Obreras del Corazón de Jesús, ya es venerable. El pasado viernes 18 de febrero de 2022, el Papa Francisco, durante la audiencia concedida al cardenal Marcello Semeraro, prefecto de las Congregación paras las Causas de los Santos, autorizó a promulgar, entre otros, el Decreto relativo a sus virtudes heroicas.

Según describe la diócesis de Córdoba, España, en su página web, la religiosa cordobesa ha tenido reconocimiento de virtudes heroicas tras el proceso abierto en la misma diócesis en 2014, paseo previo a que sea reconocida como beata en su camino hacia la canonización. A pesar de su enfermedad, la hermana Juanita se relacionó con mucha gente y era catequista.

Tras un largo proceso, en la diócesis de Córdoba se cerró la fase diocesana de manera solemne el 13 de septiembre del año 2015, con una Eucaristía presidida por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, donde se sellaron los 2.080 folios que atestiguaban la causa y que fueron enviados a Roma para demostrar las virtudes cristinas de forma heroica.

Hermana Juanita

Nació en Villanueva de Córdoba, España, el 30 de enero de 1937, como tercera hija de una familia humilde y trabajadora. Su padre enviudó muy pronto, quedando al cuidado de sus seis hijos. Trabajó en una finca de la fundadora de las Obreras del Corazón de Jesús. Sus hermanas mayores ingresaron como postulantes en la Congregación, y Juana entró como interna a los 10 años en el Colegio de las Obreras de su pueblo natal.

El 30 de octubre de 1950 comienza a manifestarse la enfermedad que le marcará durante toda su vida, el tifus. El 2 de noviembre de ese mismo año tuvo una caída grave hasta temer por su vida. Mejoró poco a poco, aunque sin poder moverse de su cama, y su cuerpo quedó marcado por la gangrena y las llagas, signos que le acompañaron hasta su muerte.


En sus largos ratos de soledad y postración comenzó a profundizar en la oración y la meditación, la penitencia y el Vía Crucis. Ofrecía sus sufrimientos, penas y alegría para la salvación de todos los hombres, por el Papa, la Iglesia y los sacerdotes, y siguió con su vocación apostólica y misionera. En 1963 le propusieron ser Obrera del Corazón de Jesús. Tras solicitar los permisos oportunos por su enfermedad, fue postulanta y novicia, tomando el hábito el 19 de marzo de 1964.

Se dedicó a labores de costura, alternándolas con largos ratos de oración, lectura piadosa y profunda mortificación. Siempre fue un miembro activo de la vida en su comunidad. Nunca dejó de cultivar su espíritu misionero, relacionándose con peregrinos que pasaban por el pueblo. Fue catequista de grupos de Primera Comunión de la Escuela Hogar y de la Parroquia.

Tras cuarenta años en la cama, sólo pudiendo mover las manos, con su cuerpo completamente deformado y llagado, su salud se deterioró lentamente. En marzo de 1990 su salud empeoró. El día 30, tras una transfusión, entró en coma profundo. Tras una aparente mejoría, falleció sin perder la conciencia y con gran serenidad a las 10 horas del 5 de abril, en presencia de la comunidad, su médico de cabecera y algunos familiares.

La vida de la hermana Juanita estuvo marcada por el dolor físico vivido y ofrecido por los seres humanos que sufren y por la Iglesia, su sencillo trato y actitud de escucha y donación a cuantos se acercaron a ella, su intensa vida de oración y unión a Cristo Crucificado a quien tan ardientemente deseó imitar y unirse.