Junio: El Mes Más Grande del Año para la Iglesia
Del nacimiento de la Iglesia al testimonio de San Pedro y San Pablo: un mes cargado de fiestas que celebran los fundamentos de nuestra fe

¿Te has dado cuenta de la grandeza del mes de junio? Tal vez no lo habías notado, pero casi todos los años, sin importar las fechas exactas (que varían según el calendario litúrgico), este mes concentra algunas de las fiestas más significativas para los cristianos. Y lo mejor: ¡aún no se ha terminado!
Todo comienza con el Domingo de Pentecostés, día que marca el nacimiento de la Iglesia y el primer gran bautismo masivo: unas 5,000 personas —hombres y mujeres, mayoritariamente adultos— recibieron la fe de manos de los apóstoles. Poco después, gracias al apóstol Pedro, también se empieza a bautizar a familias enteras, incluyendo niños, como ha sido tradición desde entonces.
Le sigue la memoria de María, Madre de la Iglesia, a quien pedimos que nos enseñe a cuidar y servir con alegría a nuestra comunidad cristiana, como ella lo hizo con su Hijo Jesús.
Luego, celebramos a la Santísima Trinidad, esa gran fiesta en la que honramos simultáneamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Una celebración que recuerda que nuestra fe está enraizada en un Dios trino, y por eso proclamamos cada día: «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.»
Después llega el Corpus Christi, una de las fiestas más especiales del año. Conmemoramos el milagro más impresionante: Jesús se quedó con nosotros, no solo en espíritu, sino en su Cuerpo y Sangre. Este don inmenso —la Eucaristía— no es solo para los domingos, sino para cada día de nuestras vidas. Un alimento divino que nos fortalece y nos une al sacrificio redentor de Cristo.
Junio también nos trae el Sagrado Corazón de Jesús, una devoción revelada a Santa Margarita María de Alacoque. Jesús le pidió que se honrara su corazón, símbolo de su amor por toda la humanidad, ese amor que se expresó en la cruz, pero también en cada paso que dio predicando el Reino por todo Israel. Ese mismo Corazón que nos hizo 12 promesas y nos pide ser difundido en el mundo entero.
Al día siguiente, celebramos el Inmaculado Corazón de María. Ella no solo nació sin pecado, sino que se mantuvo inmaculada en medio de un mundo lleno de pecado, violencia y maldad. María vivió rodeada de dolor, pero nunca respondió con odio. Fue una mujer fuerte, amorosa, siempre abierta a la voluntad de Dios. Su corazón, ya puro desde el inicio, se fue enriqueciendo con cada acto de amor, hasta llegar a ser una joya de gracia y misericordia al final de su vida.
Y por si fuera poco, cerramos el mes con la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los grandes pilares de la Iglesia. Pedro, primer Vicario de Cristo, y Pablo, apóstol de los gentiles, testigos del amor de Dios y mártires por la fe. Su fiesta conjunta nos recuerda la universalidad del mensaje cristiano y la solidez de los cimientos sobre los que se construyó la Iglesia.
¿Ves ahora por qué junio es un mes tan especial?
Prepárate cada año para vivirlo con más conciencia, más gratitud y más acción. Que cada junio sea una oportunidad para renovar nuestra fe, celebrar nuestras raíces cristianas y hacer todo el bien que podamos.
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