La píldora abortiva a juicio

El debate sobre el fármaco mifepristone ante la Corte Suprema de los Estados Unidos

Un grupo de médicos, con otras personas y organizaciones, han presentado una demanda en la Corte Suprema de los Estados Unidos solicitando la restricción del uso del fármaco abortivo mifepristone, en contra de la decisión tomada por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.) que pretende incrementar el período de acceso a esta droga abortiva. En realidad, los últimos 8 años la FDA ha permitido el uso de mifepristone hasta las 10 semanas de embarazo, superando el límite de 7 semanas impuesto anteriormente. También se dispensó del requisito de que la venta tuviera que ser personal y se permitió su envío por correo. 

El máximo tribunal revisará si los demandantes están legítimamente calificados para entablar la demanda y, después, si lo efectuado por la FDA tiene validez. La decisión debe producirse en el próximo mes de junio.

Aunque algunos investigadores dicen que este caso no es acorde con la ciencia, porque sostienen que la mifepristona es segura y eficaz, hay estudios que afirman lo contrario. Concretamente, los publicados por el Instituto Charlotte Lozier, de los que se hacen eco observatorios de Bioética, en los que se revisaban los efectos secundarios de la utilización del abortivo químico mifepristona. Muchas mujeres que han ingerido este fármaco han presentado complicaciones luego de abortar. Además, como no comunican al médico haber consumido esta píldora abortiva, los riesgos para su vida se incrementan. Uno de los estudios realiza un análisis longitudinal durante un período de 17 años, examinando 423,000 casos de abortos provocados y 121,283 visitas a servicios de urgencia en los 30 días posteriores a los abortos, abarcando el periodo comprendido entre 1999 y 2015.

Lamentablemente, una de las revistas en las que se han publicado estos estudios ha decidido retractar los artículos, con razones poco convincentes. Entre los motivos que arguyen está el que los autores colaboran con grupos provida y que este posible conflicto de interés no fuera declarado. Sin embargo, esto no es cierto porque la colaboración con el Instituto Charlotte Lozier había sido manifestada con claridad. Además, los revisores afirmaron haber identificado problemas fundamentales con el diseño y la metodología del estudio, suposiciones fácticas injustificadas o incorrectas, errores materiales en el análisis de los datos y presentaciones engañosas, lo que demostraría una falta de rigor científico. Estas observaciones fueron respondidas cabalmente y, como afirma el representante de los autores, hacen ver con claridad lo siguiente: 1) Ningún hallazgo específico en ninguno de los tres artículos ha sido cuestionado explícitamente, y mucho menos invalidado. 2) No hay evidencia de un error importante, error de cálculo, fabricación o falsificación. 3) No existe incumplimiento de ninguna de las pautas COPE que podrían permitir a Sage retractarse de cualquiera de nuestros artículos publicados. 4) La retractación de cualquiera de estos artículos, y mucho menos de los tres, es manifiestamente injustificada. Las retractaciones propuestas por Sage violan las directrices COPE.


Conviene poner de relieve que es patente la animadversión de ciertas editoriales hacia artículos favorables a la vida humana y críticos para con la anticoncepción y el aborto.  Hasta la misma OMS y algunas organizaciones científicas son proclives al fomento de estas prácticas antivida.

Sin embargo, no hay falta de objetividad en afirmar que la llamada RU 486 (Mifeprex o mifepristona) trae consigo riesgos. Hay estudios que dan cuenta de eventos adversos graves como la hemorragia, infección, shock séptico, malformaciones graves y señalan las deficiencias de la FDA para monitorear la seguridad post-comercialización de la mifepristona.

Desde la Bioética y desde la Embriología, el respeto al ser humano vivo desde su concepción, que se produce con la fertilización del óvulo (ovocito) por el espermatozoide, es algo evidente. Aunque la facilidad para eliminar vidas humanas por agentes químicos o procedimientos quirúrgicos esté muy extendida, no deja de ser algo condenable. El primer derecho humano es el derecho a la vida, sin el que no se da ningún otro. Incrementar más aún el uso de químicos cuyo efecto es la muerte del concebido, y aún no nacido, antes o después de las 8 semanas es un atentado contra el más vulnerable y débil. Confiemos en que el Supremo Tribunal dé un paso más a favor de la vida humana continuando la trayectoria comenzada en 2022 con la importante y trascendental decisión acerca del aborto al revocar el fallo de 1973 (Roe v. Wade), que permitió esta práctica infame.