México: Obispos llaman a defender el matrimonio natural

Para distinguirlo de las uniones entre personas del mismo sexo, ante propuesta de redefinir el Código Civil

México obispos matrimonio
Anillos © Cathopic. Matías Medina

“Ante la noticia acerca de las intenciones de algunos legisladores locales de proponer una reforma en el Código Civil del Estado de México para redefinir el matrimonio natural entre varón y mujer”, los prelados mexicanos invitan a unirse “en una estrategia común para defender la verdad originaria del matrimonio en la que nosotros creemos, con su estructura antropológica inmutable y sus fines en beneficio de la sociedad”.

Los obispos católicos del Estado de México se han pronunciado ante la propuesta de reforma del Código Civil para redefinir el matrimonio natural entre el varón y mujer en dicho Estado, que pretende el reconocimiento como “matrimonio” de las uniones entre personas del mismo sexo.

Principio esencial

“Les pedimos que juntos levantemos nuestra voz, nos organicemos y defendamos en todos los foros la verdad sobre la dignidad del ser humano, la sacralidad de la vida y el matrimonio entre un varón y mujer de donde nace la familia, célula fundamental de la sociedad”, se lee en el pronunciamiento.

El texto subraya que el matrimonio entre hombre y mujer “es el patrimonio cultural de todos los pueblos, basado en la antropología bíblica y que ahora es discriminada por el fenómeno ético, moral y social de algunos que pretenden, sin fundamento real, llamar ‘matrimonio’ a uniones entre personas del mismo sexo, e incluso buscan legalizar este fenómeno en el ámbito jurídico del Estado de México”. Esto, continúan, “es una acción en contra del estatuto antropológico natural, fruto de una ideología que niega la realidad de dicho estatuto. Lo natural expresa y confirma la voluntad del Creador desde el principio. ¡Este principio es esencial y no negociable!”.

Distinción entre matrimonio y uniones entre personas del mismo sexo

Por todo ello, realizan un llamado “a todos a defenderlo en todas las formas, espacios y momentos adecuados, respetuosos del orden legal, sin agredir a nadie, pero siempre firmes y exigentes en la verdad”. Asimismo, en este sentido, aclaran que no se trata de ninguna discriminación, “sino sólo una clara distinción entre el matrimonio natural varón-mujer y las uniones entre personas del mismo sexo. Entre ambas realidades no existen analogías ni siquiera remotas: ¡son realidades distintas que reclaman planteamientos legales distintos!”.

“Con esto pretendemos distinguir, sin ánimo discriminatorio, las opciones personales privadas o de grupos que prefieren y eligen un modelo de vida diferente del proyecto de Dios para el amor humano desde el principio”, añaden los Los 14 arzobispos y obispos de las provincias eclesiásticas de Toluca y Tlalnepantl.

Derecho a la libertad religiosa

Por otro lado, apuntan que, como Iglesia, parte de la sociedad mexiquense, “tenemos derecho a enseñar, expresar y defender la verdad originaria de la realidad natural del matrimonio creado por Dios, exigiendo que se respete en lo jurídico y no se pretenda redefinir lo que Dios ha establecido”.

Después hacen un llamado a los legisladores “que promueven la iniciativa para redefinir el matrimonio natural y acoger en la legislación la unión entre dos varones o dos mujeres y llamarlo y equipararlo al matrimonio entre hombre y mujer, a que respeten nuestro derecho a la libertad religiosa, y a que cobren consciencia de que su propuesta es insostenible y atenta contra el bien social”.


E insisten: “No es cuestión de discriminación sino de distinción: es una realidad innegable que el verdadero matrimonio natural se fundamenta en la esencial complementariedad y capacidad procreadora de los sexos masculino y femenino, y es un hecho que no existe fundamento alguno para asimilarlo a las uniones de personas del mismo sexo, que además supondría una actividad sexual que está en contraste con la ley natural y es intrínsecamente desordenada ante Dios”.

Mayorías y minorías

Además, “es un hecho que quienes difieren de esta verdad y prefieren otra opción, son una minoría frente a una mayoría y, en nuestra cultura democrática, la legislación debe proteger en primer lugar al interés de la mayoría, sin que eso signifique una discriminación, ataque o menosprecio a nadie o a alguna minoría, pues a ley protege a todos”, concluyen.

A los legisladores que comparten la fe en Cristo, los invitan “a considerar que los matrimonios naturales entre varón y mujer, al garantizar el orden de las generaciones, son de innegable interés público por lo que los legisladores que creen en Dios tienen el deber moral de expresar su desacuerdo, clara y públicamente, votando en contra de un proyecto de reconocer como ‘matrimonio’ las uniones entre personas del mismo sexo, pues el voto favorable será un acto gravemente inmoral”.

Para los miembros del episcopado, “un hecho fundamental en la democracia es que las minorías respeten la verdad en la que la mayoría cree y no pretendan, injustamente, modificar legalmente a favor de su posición lo que dicha mayoría cree. Es de justicia, objeto de la perspectiva jurídica, que si algunas personas o grupos de minoría exigen que se respeten y garanticen los derechos de la mayoría, que cree y valora el matrimonio natural entre hombre y mujer como el bien que garantiza el buen desarrollo social, y no se pretenda que la mayoría tenga que ajustarse a los deseos de la minoría, porque es injusto y arbitrario”.

Fortalecer la democracia

Por todo ello, piden con todo respeto a los legisladores “que no olviden esta característica fundamental de la democracia y la garanticen: fortalezcan la democracia representativa, legislen para la mayoría, no para las minorías, encuentren, si es que faltan, las garantías jurídicas para ellas, pero sin vulnerar a las mayorías. No olviden que en ninguna declaración de derechos humanos está reconocido el ‘derecho’ de dos hombres o dos mujeres a contraer ‘matrimonio’, por lo que a estas uniones no se le debe conceder reconocimiento o equivalencia legal al matrimonio entre hombre y mujer”.

Finalmente, a quienes creen en Dios, les indican que esta pretensión de reformar el Código Civil del Estado de México para concluir las uniones entre personas del mismo sexo, equiparándolas con el matrimonio entre hombre y mujer, “nos ubica ante el ámbito jurídico y nos exige el justo y urgente deber de oponernos ante las autoridades civiles, de manera clara, incisiva y contundente a dicha iniciativa, incluso usando de nuestro derecho a la objeción de conciencia”.

“Nadie que crea en Dios debe permanecer indiferente a esta pretensión: ¡todos debemos manifestarnos en contra! No debemos callar, no más silencio de parte nuestra. Existen razones de orden racional, biológico, antropológico, social y jurídico que justifican completamente este rechazo”. La unión homosexual, concluyen, “es un asunto privado y no social, no debe ser propuesto como un modelo de vida social si se aprobara legalmente, porque le falta las condiciones biológicas y antropológicas del matrimonio y la familia”.