Mons. Gallagher: Alimentación para todos, “un deber moral”

Discurso por la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios

© Vatican Media
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Monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, hizo un discurso con motivo de la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, celebrada en el marco de la 76ª Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York del 20 al 25 de septiembre de 2021. Declaró que “el acceso a los alimentos es un derecho humano fundamental y esencial para una vida digna. La alimentación para todos es un deber moral”.

Al comienzo de sus palabras, el secretario vaticano aseguró la “necesidad urgente de intensificar la acción internacional para transformar los sistemas alimentarios y combatir la inseguridad alimentaria y la malnutrición”. La cuestión crítica, afirma, “es cómo transformar los sistemas alimentarios para que avancen en la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, se recupere el sistema social tras la COVID-19, promueva la integralidad de la persona y también la del planeta.

Alimentos y recursos

Gallagher subraya que “alimentar a los hambrientos no es suficiente. También debemos proporcionar a los pobres y a los que se encuentran en situaciones vulnerables los recursos necesarios para mantenerse a sí mismos y a sus familias a largo plazo”. Una respuesta, señala, “es proporcionarles mayores oportunidades de uso y propiedad de la tierra, recursos financieros y formación. Esto es especialmente importante para los trabajadores agrícolas, incluidas las granjas familiares”.


“Los sistemas alimentarios sostenibles deben proporcionar alimentos nutritivos para todos, sostener medios de vida equitativos y justos y promover modelos circulares de producción y consumo. Debemos sustituir la ‘cultura del descarte’ por una ‘cultura del cuidado’ que proteja la dignidad inherente a cada persona y proteja nuestra casa común”, indica.

Si bien, continúa, “es esencial hacer uso de la mejor ciencia y de la tecnología avanzada de que disponemos, este enfoque debe estar guiado por principios éticos, orientados a promover el desarrollo humano integral y a perseguir el bien común”. El éxito, concluye, depende de “aplicar una visión de los sistemas alimentarios que integre los componentes humanos, económicos, medioambientales y tecnológicos”.