Oración a san José para los trabajadores

De san Pablo VI

Oración Papa san José trabajo
Audiencia General Papa en el Aula Pablo VI, 12 enero 2022 © Vatican Media

El Papa Francisco propuso la oración a san José elevada en 1969 por Pablo VI para los trabajadores en la audiencia general de hoy, miércoles 12 de enero de 2022, al final de su catequesis.

Su Santidad explicó que no se tiene lo suficientemente en cuenta el hecho de que “el trabajo es un componente esencial en la vida humana, y también en el camino de santificación. Trabajar no solo sirve para conseguir el sustento adecuado: es también un lugar en el que nos expresamos, nos sentimos útiles, y aprendemos la gran lección de la concreción, que ayuda a que la vida espiritual no se convierta en espiritualismo”.

De este modo, el Papa remarca que “el trabajo es una forma de expresar nuestra personalidad, que es por su naturaleza relacional. El trabajo es también una forma para expresar nuestra creatividad: cada uno hace el trabajo a su manera, con el propio estilo; el mismo trabajo, pero con un estilo diferente”.

De igual manera, “es hermoso pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de san José. Hoy debemos preguntarnos qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo; y qué podemos aportar, como Iglesia, para que sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad”, dijo antes de proponer la siguiente plegaria.


A continuación sigue la oración completa de Pablo VI.

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Oración del Santo Padre a San José

Queridos hermanos y hermanas, por todo esto hoy deseo recitar con vosotros la oración que Pablo VI elevó a san José el 1 de mayo de 1969:

Oh, san José,
patrón de la Iglesia,
tú que junto con el Verbo encarnado
trabajaste cada día para ganarte el pan,
encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
tú que has sentido la inquietud del mañana,
la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
humilde delante de los hombres,
pero grandísima delante de Dios,
protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
defiéndelos del desaliento,
de la revuelta negadora,
como de la tentación del hedonismo;
y custodia la paz del mundo,
esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos. Amén.