El Papa a la COP26: Ofrecer “respuestas eficaces” a crisis ecológica

Mensaje a oyentes de BBC ante la Conferencia sobre el cambio climático de Glasgow

Papa COP26 respuestas crisis
Tenemos un solo planeta © Pexels. Markus Spiske

“Los encargados políticos que participarán en la COP26 de Glasgow están llamados con urgencia a ofrecer respuestas eficaces a la crisis ecológica en la que vivimos y, de este modo, esperanza concreta a las generaciones futuras. Pero todos nosotros — y está bien repetirlo, a cualquiera y donde estemos — podemos tener un papel modificando nuestra respuesta colectiva a la amenaza sin precedentes del cambio climático y de la degradación de nuestra casa común”, expuso el Papa Francisco.

Hoy, 29 de noviembre de 2021, el Santo Padre ha enviado un mensaje a los oyentes de la BBC con motivo de la Conferencia sobre el cambio climático COP26 de Glasgow, que tendrá lugar desde el 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021.

Elecciones radicales

“El cambio climático y la pandemia de COVID-19 ponen al descubierto la vulnerabilidad radical de todos y todo y suscitan numerosas dudas y perplejidades sobre nuestros sistemas económicos y sobre las modalidades de organización de nuestras sociedades”, recuerda.

Estas crisis, continúa Francisco, “nos ponen frente a elecciones radicales que no son fáciles. Todo momento de dificultad encierra, de hecho, también oportunidades que no pueden ser desaprovechadas” y pueden afrontarse “haciendo que prevalezcan comportamientos de aislamiento, proteccionismo, explotación; o pueden representar una auténtica ocasión de transformación, un verdadero punto de conversión, no solo en sentido espiritual”.

Esta última vía, aclara, “es la única que conduce hacia un horizonte ‘luminoso’ y puede ser perseguida solo a través de una renovada corresponsabilidad mundial, una nueva solidaridad fundada en la justicia, en el hecho de compartir un destino común y en la conciencia de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios para el mundo”.

Cambio de perspectiva

Se trata de un desafío “en favor del bien común y de un cambio de perspectiva, en la mente y en la mirada, que debe poner en el centro de todas nuestras acciones la dignidad de todos los seres humanos de hoy y de mañana”. “La lección más importante que estas crisis nos transmiten y que es necesario que construyamos juntos, porque no hay fronteras, barreras, muros políticos, detrás de los que poder esconderse. Y lo sabemos: de una crisis no se sale solos”, insiste.

Para lograr un cambio en materia ecológica y asegurar el futuro del planeta a las generaciones venideras “es fundamental el compromiso de cada uno hacia ese cambio de ruta tan urgente; compromiso que hay que alimentar también desde la propia fe y espiritualidad”.

A continuación, sigue el mensaje completo del Papa Francisco.

***

Audio mensaje del Santo Padre

Queridos oyentes de la BBC, ¡buenos días!

El cambio climático y la pandemia de COVID-19 ponen al descubierto la vulnerabilidad radical de todos y todo y suscitan numerosas dudas y perplejidades sobre nuestros sistemas económicos y sobre las modalidades de organización de nuestras sociedades.

Nuestras seguridades se han derrumbado, nuestro apetito de poder y nuestro afán de control se están desmoronando.


Nos hemos descubierto débiles y llenos de miedos, sumergidos en una serie de “crisis”: sanitarias, ambientales, alimentarias, económicas, sociales, humanitarias, éticas. Crisis transversales, fuertemente interconectadas y presagio de una “tormenta perfecta”, capaz de romper los “vínculos” que unen nuestra sociedad dentro del precioso don de la Creación.

Toda crisis requiere visión, capacidad de planificación y rapidez de ejecución, repensando el futuro de nuestra casa común y de nuestro proyecto común.

Estas crisis nos ponen frente a elecciones radicales que no son fáciles. Todo momento de dificultad encierra, de hecho, también oportunidades que no pueden ser desaprovechadas.

Pueden afrontarse haciendo que prevalezcan comportamientos de aislamiento, proteccionismo, explotación; o pueden representar una auténtica ocasión de transformación, un verdadero punto de conversión, no solo en sentido espiritual.

Esta última vía es la única que conduce hacia un horizonte “luminoso” y puede ser perseguida solo a través de una renovada corresponsabilidad mundial, una nueva solidaridad fundada en la justicia, en el hecho de compartir un destino común y en la conciencia de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios para el mundo.

Se trata de un desafío de civilización en favor del bien común y de un cambio de perspectiva, en la mente y en la mirada, que debe poner en el centro de todas nuestras acciones la dignidad de todos los seres humanos de hoy y de mañana.

La lección más importante que estas crisis nos transmiten y que es necesario que construyamos juntos, porque no hay fronteras, barreras, muros políticos, detrás de los que poder esconderse. Y lo sabemos: de una crisis no se sale solos.

Hace algunos días, el 4 de octubre, me reuní con los Jefes religiosos y científicos para firmar un Llamamiento conjunto que reclamara acciones más responsables y coherentes tanto a nosotros mismos como a nuestros gobernantes. En aquella ocasión, me impresionó el testimonio de uno de los científicos que dijo: “Mi nieta, que acaba de nacer, dentro de 50 años tendrá que vivir en un mundo inhabitable, si las cosas son así”.

¡No podemos permitirlo!

Es fundamental el compromiso de cada uno hacia ese cambio de ruta tan urgente; compromiso que hay que alimentar también desde la propia fe y espiritualidad. En el Llamamiento conjunto reclamamos la necesidad de actuar de manera responsable en favor de la “cultura del cuidado” de nuestra casa común y también de nosotros mismos, tratando de erradicar las “semillas de los conflictos: avidez, indiferencia, ignorancia, miedo, injusticia, inseguridad y violencia”.

La humanidad nunca ha tenido tantos medios para alcanzar ese objetivo como los que tiene ahora. Los encargados políticos que participarán en la COP26 de Glasgow están llamados con urgencia a ofrecer respuestas eficaces a la crisis ecológica en la que vivimos y, de este modo, esperanza concreta a las generaciones futuras. Pero todos nosotros — y está bien repetirlo, a cualquiera y donde estemos — podemos tener un papel modificando nuestra respuesta colectiva a la amenaza sin precedentes del cambio climático y de la degradación de nuestra casa común.

© Librería Editora Vaticana