Papa Francisco: «La cultura del encuentro expresa la búsqueda del bien común»

El Papa recomendó a los empresarios latinoamericanos defenderse de las «sombras del mal». Detrás de cada trabajador hay una familia, y toda la sociedad»

(C) Vatican Media
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El Santo Padre agradeció esta mañana la iniciativa de encuentro entre empresarios de Latinoamérica para abordar temas sociales que nos afectan a todos, como son el trabajo, las migraciones, el cambio climático y el desarrollo humano integral, entre todos.

Durante su audiencia a los participantes en la Asamblea Anual del Consejo Empresarial de América Latina el Papa les dijo que ha “constatado en este tiempo que esas mismas inquietudes que ustedes se plantean también están presentes en otros puntos del planeta, y por eso el intercambio nos puede ayudar a unir fuerzas para afrontar juntos problemas que en estos momentos son comunes a toda la familia humana”.

La cultura del encuentro

Tras recordar lo que había dicho a otro grupo de empresarios europeos, Francisco afirmó que “es imprescindible enfocar la labor desde una cultura del encuentro”.

Los valores de esa cultura son los que inspiran al mundo empresarial para poder defenderse de las sombras del mal, que nos invaden cuando el beneficio a toda costa tergiversa nuestras relaciones, hasta el punto de degradar o esclavizar a las mismas personas.

La cultura del encuentro, por el contrario, expresa la búsqueda del bien común, contribuyendo así a disipar esas sombras

“Y esos valores – prosiguió diciendo el Pontífice – se traducen concretamente en los numerosos esfuerzos y sacrificios cotidianos que sus empresas realizan para salir adelante, para lograr capacitar y actualizar a los trabajadores, para evitar conflictos y no llegar al dolor del despido, conscientes también de que detrás de cada trabajador hay una familia, y la entera sociedad”.

Propuesta de Francisco

Les propongo, por tanto, que sean como los primeros seguidores de Jesús, constructores de redes. De eso trabajaban, para poder pescar. Ellos, para ejercer su oficio de pescadores, necesitaban tejer redes, y redes fuertes y eficaces. Así también ustedes, para poder enfrentarse al mar del mundo y a las tempestades que se presentan, alcanzando la finalidad que se persigue, tienen que estar unidos, creando redes, ayudándose unos a otros

El servicio que realizan no es abstracto

Además, el Santo Padre afirmó que “el servicio que realizan no es abstracto, sino a cada persona y a cada pueblo”. “Y por eso – prosiguió – es necesario actuar juntos, sin pasar por encima de nadie y sin dejar a nadie atrás. Un desafío bastante complejo”. Por otra parte, el Obispo de Roma agregó que “es significativo que hayan elegido venir a Roma para realizar este encuentro”.

Aquí está la tumba del apóstol Pedro – un experto en tejer y reparar redes – y las huellas de numerosos discípulos del Señor de todos los tiempos que, con su testimonio cotidiano y movidos por la fe, fueron capaces – con la gracia de Dios – de transformar el ambiente en el que vivían a la luz del Evangelio. Que esos ejemplos los ayuden también a ustedes a renovarse interiormente para seguir adelante

Una valiosa herramienta

Por último y tras recordar “que tenemos una valiosa herramienta: las redes, y una brújula: el Evangelio”. También les dijo que “ahora toca dialogar sobre el mejor modo de ponerlos en práctica”.

Podríamos agregar que también tenemos un ancla: la esperanza. Y ya podemos salir a navegar, con la confianza de que es Dios quien nos guía y acompaña en el camino

El Papa se despidió pidiendo a Jesús que los bendiga junto a sus familias y a quienes forman parte de sus emprendimientos, “y que la Virgen Santa los cuide”, a la vez que les pidió que no se olviden de rezar por él.

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Texto completo del discurso del Santo Padre:

Queridos hermanos y hermanas:


Les agradezco esta iniciativa de encuentro entre empresarios de Latinoamérica para abordar temas sociales que nos afectan a todos, como son el trabajo, las migraciones, el cambio climático y el desarrollo humano integral, entre todos.

He constatado en este tiempo que esas mismas inquietudes que ustedes se plantean también están presentes en otros puntos del planeta, y por eso el intercambio nos puede ayudar a unir fuerzas para afrontar juntos problemas que en estos momentos son comunes a toda la familia humana.

Como dije anteriormente a un grupo de empresarios europeos, es imprescindible enfocar la labor desde una cultura del encuentro. Los valores de esa cultura son los que inspiran al mundo empresarial para poder defenderse de las sombras del mal, que nos invaden cuando el beneficio a toda costa tergiversa nuestras relaciones, hasta el punto de degradar o esclavizar a las mismas personas. La cultura del encuentro, por el contrario, expresa la búsqueda del bien común, contribuyendo así a disipar esas sombras.

Y esos valores se traducen concretamente en los numerosos esfuerzos y sacrificios cotidianos que sus empresas realizan para salir adelante, para lograr capacitar y actualizar a los trabajadores, para evitar conflictos y no llegar al dolor del despido, conscientes también de que detrás de cada trabajador hay una familia, y la entera sociedad.

Les propongo, por tanto, que sean como los primeros seguidores de Jesús, “constructores de redes”. De eso trabajaban, para poder pescar. Ellos, para ejercer su oficio de pescadores, necesitaban tejer redes, y redes fuertes y eficaces. Así también ustedes, para poder enfrentarse al mar del mundo y a las tempestades que se presentan, alcanzando la finalidad que se persigue, tienen que estar unidos, creando redes, ayudándose unos a otros. El servicio que realizan no es abstracto, sino a cada persona y a cada pueblo, es un servicio, a cada persona, servicio a cada pueblo, y por eso es necesario actuar juntos, sin pasar por encima de nadie y sin dejar a nadie atrás. Un desafío bastante complejo.

Es significativo que hayan elegido venir a Roma para realizar este encuentro. Aquí está la tumba del apóstol Pedro —un experto en tejer y reparar redes— y las huellas de numerosos discípulos del Señor de todos los tiempos que, con su testimonio cotidiano y movidos por la fe, fueron capaces —con la gracia de Dios— de transformar el ambiente en el que vivían a la luz del Evangelio. Que esos ejemplos los ayuden también a ustedes a renovarse interiormente para seguir adelante.

Entonces, podemos decir que tenemos una valiosa herramienta: las redes, y una brújula: el Evangelio. Ahora toca dialogar sobre el mejor modo de ponerlos en práctica. Podríamos agregar que también tenemos un ancla: la esperanza. Y ya podemos salir a navegar, con la confianza de que es Dios quien nos guía y acompaña en el camino.

Que Jesús los bendiga, que bendiga a sus familias y a quienes forman parte de sus emprendimientos, y que la Virgen Santa los cuide. Y, por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí.