Papa Francisco: Llamada a responder a los desafíos globales

Mensaje del Papa a la Comisión Católica Internacional de Migración

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Publicamos a continuación el Mensaje que el Santo Padre Francisco envió a los participantes del Consejo Plenario de la Comisión Católica Internacional para las Migraciones (ICCM):

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Mensaje del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,

Me complace saludaros a todos los que participáis en el Consejo Plenario de la Comisión Católica Internacional de Migración.

En estos días, estáis llamados a realizar tres tareas muy importantes: elegir el nuevo comité de gobierno de la Comisión, aprobar sus nuevos estatutos y determinar sus directrices operativas para los próximos años. Aprovecho la ocasión para subrayar algunos puntos que creo pueden ayudaros en vuestro discernimiento.

La Comisión fue fundada en 1951 por el Venerable Papa Pío XII con el fin de formar una red entre las Conferencias Episcopales de todo el mundo para ayudarlas en su atención pastoral a los migrantes y refugiados. Su naturaleza y misión eclesial la distinguen de otras organizaciones que operan en la sociedad civil y en la Iglesia. La Comisión es una expresión colegiada de la actividad pastoral en el ámbito de las migraciones por parte de los Obispos, que, en comunión con el Papa, comparten su preocupación por la Iglesia universal “en un vínculo de paz, amor y unidad” (Lumen Gentium, 22). Por esta razón, en la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium se menciona y se incluye entre las competencias del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral (cf. Art. 174 § 2), para que su naturaleza y misión puedan ser salvaguardadas de acuerdo con sus principios fundacionales. En su Consejo Plenario, representan oficialmente a las Conferencias Episcopales afiliadas a la Comisión. Su voluntad de trabajar juntos para acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados se ve confirmada por vuestra presencia.

La misión eclesial de la Comisión se desarrolla en dos vías: ad intra y ad extra. En primer lugar, está llamada a ofrecer una asistencia experta a las Conferencias Episcopales y a las Diócesis que se encuentran en la necesidad de responder a los numerosos y complejos desafíos actuales en materia de migración. Se esfuerza, pues, por promover el desarrollo y la realización de proyectos de pastoral migratoria y la formación especializada de agentes de pastoral en el ámbito de las migraciones, al servicio de las Iglesias particulares y de acuerdo con sus propias competencias.

Ad extra, la Comisión está llamada a responder a los desafíos globales y a las emergencias migratorias con programas específicos, siempre en comunión con las Iglesias locales. Como organización de la sociedad civil a nivel internacional, también está comprometida con la defensa de los derechos. La Comisión expresa el compromiso de la Iglesia y trabaja por una mayor concienciación internacional sobre las cuestiones relacionadas con la migración. De este modo, fomenta el respeto de los derechos humanos y promueve la dignidad humana en consonancia con la doctrina social de la Iglesia.


Les agradezco de corazón el trabajo de la Comisión en los últimos setenta años. Muchas de estas actividades han tenido un impacto verdaderamente decisivo. Les agradezco, en particular, sus esfuerzos comprometidos para ayudar a las Iglesias a responder a los desafíos relacionados con el vasto desplazamiento de personas causado por el conflicto en Ucrania, que ha visto el mayor movimiento de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Al mismo tiempo, no podemos olvidar a los millones de solicitantes de asilo, refugiados y desplazados en otras partes del mundo, que necesitan desesperadamente ser acogidos, protegidos y amados. Como Iglesia, queremos servir a todos y trabajar con diligencia para construir un futuro de paz. Tenéis la oportunidad de dar un rostro a la actividad caritativa de la Iglesia en su favor.

Os hago llegar a todos mis buenos deseos de oración por la fecundidad de vuestro trabajo, y os aseguro mi recuerdo en la oración. Y os pido, por favor, que os acordéis de mí en vuestras propias oraciones.

Desde el Vaticano, 20 de mayo de 2022

FRANCISCO

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