Papa a políticos: Trabajo iluminado por responsabilidad y solidaridad

Discurso a los participantes en el Encuentro Interparlamentario Preparatorio de la COP26

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Encuentro Interparlamentario preparatorio de la COP26 © Vatican Media

El pasado 9 de octubre de 2021, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Aula Pablo VI a los participantes en el Encuentro Interparlamentario Preparatorio de la COP26, promovido por Italia en colaboración con Reino Unido, que tuvo lugar en Roma, en el Palacio Montecitorio. En su discurso, el Santo Padre exhorta a los políticos a hacer un trabajo iluminado por la responsabilidad y la solidaridad

Al comienzo de sus palabras, el Pontífice recuerda el gran reto de cuidar la casa común, “pero la humanidad tiene los medios para afrontar esta transformación, que requiere una verdadera conversión y la firme voluntad de emprenderla”. Asimismo, apunta también a “un reto a favor de una educación para la ecología integral con la que los representantes de las religiones estamos fuertemente comprometidos”.

Papa políticos responsabilidadPor esto, pide a los gobiernos más cooperación internacional para limitar el aumento de la temperatura media mundial, que “promuevan la transición a la energía limpia, adopten prácticas de uso sostenible de la tierra que preserven los bosques y la biodiversidad, promuevan sistemas alimentarios que respeten el medio ambiente y las culturas locales, continúen la lucha contra el hambre y la malnutrición, y apoyen estilos de vida, consumo y producción sostenibles”.

En dicho reto, el Papa señala “un cambio de rumbo tan exigente como el que tenemos ante nosotros requiere una gran sabiduría, clarividencia y sentido del bien común, que son virtudes fundamentales de la buena política. Vosotros, parlamentarios, como actores principales de la actividad legislativa, tenéis la tarea de orientar los comportamientos a través de los diversos instrumentos que ofrece el derecho (… ) y sobre la base de otros principios angulares, como la dignidad de la persona humana, la solidaridad y la subsidiariedad”.

Por último, concluye diciendo que “se lo debemos a los jóvenes, a las futuras generaciones que merecen todos nuestros esfuerzos para vivir y tener esperanza. Para ello, necesitamos leyes urgentes, sabias y justas, que superen las estrechas barreras de muchos círculos políticos y puedan alcanzar un consenso adecuado lo antes posible, utilizando medios fiables y transparentes”.

A continuación, sigue el discurso completo de Su Santidad, traducido por Exaudi del original italiano de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Discurso de Francisco

¡Señoras y señores!

Les doy la bienvenida y agradezco a la Sra. Casellati y al Sr. Fico sus amables palabras.

Hace unos días, el 4 de octubre, tuve el placer de reunirme con varios líderes religiosos y científicos para firmar un llamamiento conjunto con vistas a la COP26. El impulso para esa reunión, preparada durante meses de intenso diálogo, fue “la conciencia”, cito del Llamamiento, “de los desafíos sin precedentes que nos amenazan a nosotros y a la vida en nuestra magnífica casa común, [… y] de la necesidad de una solidaridad cada vez más profunda ante la pandemia mundial y la creciente preocupación” (Fe y Ciencia: Hacia la COP26 – Llamamiento conjunto, 4 de octubre de 2021).

En esa ocasión, animados por un espíritu de fraternidad, pudimos percibir una fuerte convergencia de todas las diferentes voces en la expresión de dos aspectos. Por un lado, el dolor por el grave daño causado a la familia humana y a su casa común; por otro, la urgente necesidad de iniciar un cambio de rumbo capaz de pasar de forma decidida y convincente de la cultura del descarte, imperante en nuestra sociedad, a una cultura del cuidado.


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Es un reto exigente y complejo, pero la humanidad tiene los medios para afrontar esta transformación, que requiere una verdadera conversión y la firme voluntad de emprenderla. Requiere una verdadera conversión y una firme voluntad de emprenderla. La requiere, en particular, de quienes están llamados a ocupar puestos de gran responsabilidad en las distintas esferas de la sociedad.

En el llamamiento conjunto que hemos firmado, y que idealmente les confío al entregarlo a los Presidentes de las dos cámaras del Parlamento italiano, hay muchos compromisos que pretendemos asumir en el ámbito de la acción y el ejemplo, así como en el de la educación. En efecto, estamos ante un importante reto educativo, porque “todo cambio necesita un recorrido educativo para hacer madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora” (Mensaje para el lanzamiento del Pacto Educativo, 12 de septiembre de 2019). Un reto a favor de una educación para la ecología integral con la que los representantes de las religiones estamos fuertemente comprometidos.

Al mismo tiempo, pedimos a los gobiernos que adopten rápidamente una vía que limite el aumento de la temperatura media mundial y que promuevan una acción valiente, reforzando también la cooperación internacional. En concreto, les pide que promuevan la transición a la energía limpia; que adopten prácticas de uso sostenible de la tierra que preserven los bosques y la biodiversidad; que promuevan sistemas alimentarios que respeten el medio ambiente y las culturas locales; que continúen la lucha contra el hambre y la malnutrición; y que apoyen estilos de vida, consumo y producción sostenibles.

Se trata de una transición hacia un modelo de desarrollo más integral y completo, basado en la solidaridad y la responsabilidad, en la que también hay que tener muy en cuenta los efectos que tendrá en el mundo del trabajo.

En este reto, cada uno tiene su papel, y el de los parlamentarios es especialmente significativo, yo diría que decisivo. Un cambio de rumbo tan exigente como el que tenemos ante nosotros requiere una gran sabiduría, clarividencia y sentido del bien común, que son virtudes fundamentales de la buena política. Vosotros, parlamentarios, como actores principales de la actividad legislativa, tenéis la tarea de orientar los comportamientos a través de los diversos instrumentos que ofrece el derecho, “que establece normas de conducta admisibles a la luz del bien común” (Carta Encíclica Laudato si’, 177) y sobre la base de otros principios angulares, como la dignidad de la persona humana, la solidaridad y la subsidiariedad (cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 160ss). El cuidado de nuestra casa común entra naturalmente en el ámbito de estos principios. Evidentemente, no se trata sólo de desalentar y penalizar las malas prácticas, sino también y sobre todo de fomentar y estimular nuevas vías más acordes con el objetivo que se pretende alcanzar. Esto es esencial si queremos alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París y contribuir al éxito de la COP26.

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Espero, por lo tanto, que su arduo trabajo en el período previo a la COP26 y más allá se vea iluminado por dos importantes “faros”: el faro de la responsabilidad y el faro de la solidaridad. Se lo debemos a los jóvenes, a las futuras generaciones que merecen todos nuestros esfuerzos para vivir y tener esperanza. Para ello, necesitamos leyes urgentes, sabias y justas, que superen las estrechas barreras de muchos círculos políticos y puedan alcanzar un consenso adecuado lo antes posible, utilizando medios fiables y transparentes.

Gracias de nuevo por su visita. Que Dios os bendiga a vosotros, a vuestras familias y a vuestro trabajo.

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