Paz en la tierra

En el aniversario de una Encíclica profética se renueva la necesidad de repensar la paz global

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Hace 60 años, el 11 de abril de 1963, el Papa san Juan XXIII firmaba la Encíclica “Pacem in Terris” (PT). El contexto de aquel documento pontificio no podía ser más complejo: la guerra fría se encontraba en uno de sus momentos más tensos. El muro de Berlín se había levantado, la crisis de los misiles en Cuba había sucedido unos meses atrás, la guerra de Vietnam continuaba y la posibilidad de una guerra con uso de armas nucleares era grande, y para muchos, inminente.

Los paralelismos de aquel escenario con el actual no pueden evitarse. Cada caso tiene sus propias peculiaridades, sin embargo, el conflicto entre Rusia y Ucrania con el involucramiento de maneras diversas de la OTAN y de China, sumado al despliegue de toda la flota rusa en el Pacífico “al máximo nivel de preparación para la batalla”, y una gran cantidad de tensiones y violencias a lo largo del globo, parecieran esbozar no sólo riesgos similares sino aún mayores.

Es imposible resumir todo lo que la PT nos enseña para el momento actual. Sólo destaco un asunto: “En las circunstancias actuales de la sociedad, tanto la constitución y forma de los Estados como el poder que tiene la autoridad pública en todas las naciones del mundo, deben considerarse insuficientes para promover el bien común de los pueblos” (PT 135). “Y como hoy el bien común de todos los pueblos plantea problemas que afectan a todas las naciones, y como semejantes problemas solamente puede afrontarlos una autoridad pública cuyo poder, estructura y medios sean suficientemente amplios y cuyo radio de acción tenga un alcance mundial, resulta, en consecuencia, que, por imposición del mismo orden moral, es preciso constituir una autoridad pública general. “ (PT 137).

En efecto, la crisis del multilateralismo, la debilidad de las instituciones internacionales que están llamadas a custodiar el bien común regional y mundial, y las frecuentes agresiones y tensiones que ponen en riesgo a todo el planeta, exigen imaginar la posibilidad de una renovado conjunto de instancias internacionales que de manera subsidiaria le den gobernanza y gobernabilidad al mundo entero.


Hace 11 años, impartí una conferencia durante la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo Justicia y Paz en el Vaticano sobre este asunto en particular. George Weigel, teólogo neoconservador norteamericano, había arremetido contra la Encíclica “Caritas in veritate” de Benedicto XVI, y entre otras cosas, había criticado ácidamente al Papa Ratzinger por subrayar la importancia de que existan un conjunto de instituciones que colaboren a que en la práctica exista una “autoridad política de alcance universal”. Otros autores, como Lee Penn acusaban que la Encíclica de Benedicto XVI exhibía al Papa como parte de la conspiración del “Nuevo Orden Mundial”. En aquel texto mostramos cómo no es una novedad reciente hablar de este tipo de cosas en el magisterio social cristiano. Lo que sí es una novedad es la urgencia que tenemos todos como humanidad de instituciones que permitan salvaguardar el bien común global y la paz internacional.

Por su parte, el Papa Francisco, el pasado miércoles insistió: “Invito a los fieles y a los hombres y las mujeres de buena voluntad a leer la Pacem in terris, y rezo para que los jefes de las naciones se dejen inspirar por ella en los proyectos y en las decisiones.”