Pedid y se os dará: Comentario del P. Jorge Miró

Padre Nuestro

Padre Nuestro © pipecosta Cathopic

 

El padre Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy, 24 de julio de 2022 titulado “Pedid y se os dará”.

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La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a vivir como hijos de Dios. Lo hemos cantado en el Aleluya: Habéis recibido el Espíritu de adopción de hijos; en el que clamamos: «¡”Abba”, Padre!» (cf. Rom 8, 15).

Estamos llamados a vivir en la confianza y en la intimidad con Dios, porque la fe no es una teoría que se aprende, sino una vida que se disfruta. Es haber descubierto que Dios te ama –te ha creado por amor–, que te llama a vivir una vida de amistad con Él: una historia de amor y de salvación. Y del amor nace la confianza: no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios (cf. Rom 8, 38-39).

En el Evangelio, Jesús nos enseña a rezar: a hablar con tu Padre, que te ama, que cuida de ti. Orar es hablar con el Padre, en un clima de abandono y confianza en Él. Por eso dice Jesús: no uséis muchas palabras, como los gentiles que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.

No, lo que importa es que le abras el corazón con humildad y sinceridad, y le entregues lo que hay en él: alegrías, tristezas, sufrimientos, necesidades, heridas, anhelos, fracasos, esperanzas, pecados, victorias…

El Padre nuestro es la oración del discípulo: una oración de corazón a corazón. Es abrir el oído y el corazón al Padre, que te ama y que cuida de ti. Alabar, escuchar, confiar, descansar, pedir… Pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude a orar, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene (cf. Rom 8, 26).

¿Qué es lo que nos enseña Jesús en el Padre Nuestro?


Padre nuestro. Llamar a Dios Padre es signo de la familiaridad, cercanía y amor con que nos relacionamos con Dios. Además, es Padre nuestro: nos llama a vivir la fe no de una manera solitaria, sino en comunidad, en la Iglesia; nos llama a vivir como hermanos.

Santificado sea tu nombre. Expresamos el señorío de Dios por encima de todo. Él es el santo, el único santo, y deseamos que la santidad de Dios sea conocida y reconocida a través de los que nos confesamos sus discípulos.

Venga tu reino. Le pedimos a Dios el crecimiento del Reino de Dios y el anhelo de la consumación del Reino con la segunda venida de Jesucristo.

Hágase tu voluntad. Así oró Jesús en el Huerto de los Olivos y así ora hoy la Iglesia: Es la manifestación del deseo de que Dios realice su voluntad, su plan de salvación, que siempre es lo mejor. Y que nosotros colaboremos con Él.

Danos cada día nuestro pan cotidiano. Le pedimos al Señor el sustento diario, lo necesario para vivir, solamente. No le pedimos al Señor una seguridad para el futuro, ni un confiar en las cosas materiales. Nuestra seguridad y nuestra confianza es el Señor.

Perdónanos nuestros pecados. Sólo Dios puede perdonar los pecados. Por eso pedimos perdón al Señor, comenzando por reconocernos pecadores. Porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe. No compramos a Dios su perdón. Sólo damos a entender, con nuestra actitud de perdón hacia el prójimo, que queremos recibirlo. Incapaces de merecer el perdón de Dios, se lo pedimos. Y ponemos delante del Señor el compromiso de perdonar también a nuestros hermanos; de ser hombres y mujeres de reconciliación, empezando por quienes nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación. Especialmente, la tentación de la que pedimos al Señor nos libre resume todas las demás y ataca la fe en su raíz: dudar del amor de Dios, dudar de que Dios te ama y actúa en tu vida.

¿Cómo está tu vida de oración? ¿Rezas todos los días? ¿Cómo rezas? ¿Qué tiempo le dedicas al Señor? El Señor quiere vivir una historia de amor contigo. ¡Ánimo! ¡Ábrete al Señor! ¡Déjate amar por Él! ¡Cuéntale tus cosas, manifiéstale tus deseos! El Señor tiene preparada para ti una historia maravillosa. ¡Confía en él que no te defraudará!

¡Ven, Espíritu Santo!