Perú: Señora de la Evangelización escucha al pueblo

Coronada por Juan Pablo II

Perú Señora Evangelización
Nuestra Señora de la Evangelización © Rosario en familia Perú

En medio de la pandemia más de 30 millones de peruanos libran una constante lucha frente a la desesperanza y al hambre. La fe y la alegría se convierten en la mejor herramienta para dirigirnos a nuestra madre, la Señora de la Evangelización.

Como lo hiciera san Juan Pablo II, luego de su visita al Perú en 1985, los peruanos pedimos su intercesión, próximos a celebrar la fiesta de Nuestra Señora de la Evangelización el 14 de mayo,

“Nuestra madre aquella que en devoción constante brilla es Patrona de Lima y la octava maravilla” escribe don Casimiro Novajas, destacado poeta latinoamericano. Y es que la imagen de Nuestra Señora de la Evangelización, atesora la fe de un pueblo que hace historia. Esta efigie que llegó a Lima a mitad del siglo XVI, como la advocación de la Virgen del Rosario, acompaña a los peruanos en su peregrinar.

Actualmente venerada en la capilla de la Concepción de la Basílica Catedral limeña fue colocada en los altares de la entonces “Ciudad de los Reyes” desde 1541, cuando el emperador Carlos V la envió como obsequio a la reciente creada diócesis de Lima. Pero ¿Cuál es la trascendencia de esta devoción mariana en el Perú?


Su llegada a América del Sur promovió la devoción de los primeros pobladores, además complementó la labor de evangelización en el continente. Según el sacerdote español claretiano monseñor Antonio San Cristóbal Sebastián, estudioso de la arquitectura virreynal del Perú, encabezó notables concilios de Lima. El de 1583 fue el más importante, pues fijó las estrategias para la evangelización de América. Incluso se logró elaborar el catecismo para los indígenas en quechua y aymara.

El Perú en el corazón de Nuestra Madre

La imagen de la virgen tallada de Nuestra Señora de la Evangelización recibió la primera rosa florecida en la ciudad por el obispo fray Jerónimo de Loayza. Presidió la primera Misa Te Deum de la Independencia del Perú, aquel 28 de julio de 1821. Virreyes y nobles de la ciudad dirigían sus plegarias a esta advocación mariana de larga data.

Esculpida por Roque Balduque ante ella elevaron sus plegarias santo Toribio de Mogrovejo, san Francisco Solano, san Martín de Porres y santa Rosa de Lima. Y es que el celestial lucero alumbró siempre la vida de los peruanos.

Declarada patrona de Lima

Tras la guerra con Chile la imagen fue puesta a buen recaudo para evitar su desaparición. En el año 1985, durante su primera visita al Perú como pontífice, Karol Wojtyla la corona y le consagra la nación peruana. Luego en el año 1988 recibió la Rosa de Oro, de manos del ahora san Juan Pablo II. En 1990 fue proclamada como patrona de la arquidiócesis de Lima.