Preocupación del Papa por la situación de Sri LanKa y Ucrania

Palabras del Santo Padre después del Ángelus

Ángelus 17 julio 2022 © Vatican Media

El Papa en sus palabras después del Ángelus de este, domingo, 17 de julio de 2022, expresó su cercanía con el pueblo de Sri Lanka, “Me uno a los jefes religiosos en el implorar a todos que se abstengan de toda forma de violencia e inicien un proceso de diálogo por el bien común”.

También se lamentó “por la martirizada población ucraniana, golpeada cada día por una lluvia de misiles”. “Rezo y espero que todos los actores internacionales realmente trabajen duro para reanudar las negociaciones, no para alimentar la insensatez de la guerra”.

Finalmente, el Santo Padre saludó a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro deseando a todos un feliz domingo.

A continuación, siguen las palabras del Papa después de la oración del Ángelus, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

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Palabras del Papa

¡Queridos hermanos y hermanas!

Ayer en Ellwangen (Alemania) fue beatificado Juan Felipe Jeningen, sacerdote de la Compañía de Jesús, que vivió en Alemania en la segunda mitad del siglo XVII. Desempeñó su ministerio entre las poblaciones rurales del Ducado de Württemberg. Incansable anunciador del Evangelio, llegó a personas de toda clase social, animado por el gran espíritu apostólico y por una especial devoción mariana. El ejemplo y la intercesión de este sacerdote nos ayude a sentir la alegría de compartir el Evangelio con nuestros hermanos. ¡Un aplauso para el nuevo Beato!


Expreso nuevamente mi cercanía al pueblo de Sri Lanka. Queridos hermanos y hermanas, me uno a vosotros en la oración y exhorto a todas las partes a buscar una solución pacífica a la crisis actual, a favor, en particular, de los más pobres, respetando los derechos de todos. Me uno a los jefes religiosos en el implorar a todos que se abstengan de toda forma de violencia e inicien un proceso de diálogo por el bien común.

Y estoy siempre cerca también de la martirizada población ucraniana, golpeada cada día por una lluvia de misiles. ¿Cómo es posible no entender que la guerra crea solo destrucción y muerte, alejando a los pueblos, matando la verdad y el diálogo? Rezo y espero que todos los actores internacionales realmente trabajen duro para reanudar las negociaciones, no para alimentar la insensatez de la guerra.

El próximo domingo, si Dios quiere, partiré para Canadá: por esto deseo dirigirme ahora a todos los habitantes de ese país. Queridos hermanos y hermanas de Canadá, como sabéis, iré entre vosotros sobre todo en el nombre de Jesús para encontrar y abrazar a las poblaciones indígenas. Lamentablemente, en Canadá, muchos cristianos, incluidos algunos miembros de institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que, en el pasado, han dañado gravemente, de diferentes maneras, a las comunidades nativas. Por esto, recientemente recibí en el Vaticano a algunos grupos, representantes de los pueblos indígenas, a los cuales manifesté mi dolor y mi solidaridad por el mal que han sufrido. Y ahora estoy a punto de hacer una peregrinación penitencial, que espero, con la gracia de Dios, pueda contribuir al camino de sanación y reconciliación ya emprendido. Os agradezco desde ahora por todo el trabajo preparatorio y la acogida que me reservaréis. ¡Gracias a todos! Y os pido por favor que me acompañéis con la oración.

Y ahora os saludo a vosotros, queridos romanos y peregrinos, en particular a las Hermanas de la Resurrección y las Misioneras del Sagrado Corazón, que están realizando en Roma sus Capítulos Generales. Saludos a los fieles de la Hermandad de la Virgen de las Nieves, de Los Palacios y Villafranca (Sevilla), y los jóvenes que realizan el curso de formación del movimiento Regnum Christi. ¡Se oye a esos jóvenes!

Me complace devolver el saludo que me han dirigido los jóvenes participantes en el Festival de Cine de Giffoni, que este año está dedicado a los “invisibles”, es decir, a las personas que son apartadas y excluidas de la vida social. ¡Gracias y felicidades! Y saludo también a los jóvenes de la Inmaculada.

Os deseo a todos un feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!