Presentación de la I Jornada Mundial de los Abuelos

Resumen de las intervenciones

A las 11:30 horas de hoy, 22 de junio de 2021, desde la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha tenido lugar la conferencia de presentación de la I Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores y del mensaje preparado por el Papa Francisco para la ocasión.

La Jornada, que se celebra el cuarto domingo de julio, este año es el día 25 y su tema es: “Yo estoy con vosotros todos los días” (cf. Mt 28,20). En la conferencia con los medios han intervenido el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; el Dr. Vittorio Scelzo, encargado de la pastoral de los ancianos del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; Monique Bodhuin, presidenta de Vie Montante Internationale, conectada desde Estrasburgo, Francia; Maria Sofia Soli, de “Viva gli anziani” de la Comunidad de Sant’Egidio; y la Elena Liotta, de «Giovani per la pace» de la Comunidad de Sant’Egidio.

Cardenal Kevin Farrell

En sus palabras, el prefecto describió La Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores como “una fiesta”. “Sentíamos la necesidad: después de un año tan difícil hay una verdadera necesidad de fiesta, abuelos y nietos, jóvenes y mayores. ‘Había que hacer fiesta’ dice el Padre en la parábola. Se abre una nueva página, tras unos meses dramáticos de dificultades. Y, sin embargo, muchas personas mayores tendrían derecho a quejarse de cómo han sido tratadas -o maltratadas- en estos meses de pandemia”.

No obstante, continúa, la Iglesia “nos invita a dar un paso más y nos habla de ternura. Ternura hacia los mayores porque, como nos recuerda el Santo Padre en el mensaje que hoy les presentamos, el coronavirus ‘les ha reservado un trato más duro’. Por eso, el Papa espera la visita de un ángel, que baje a consolarlos en su soledad, e imagina que este ángel puede tener el semblante de un joven que visita a un anciano”.

La ternura “no es sólo un sentimiento privado, que alivia las heridas, sino una forma de relacionarse con los demás, que también debería respirarse en el espacio público. Nos hemos acostumbrado a vivir solos, a no abrazarnos, a considerar al otro un peligro para nuestra salud. Nuestras sociedades, nos dice el Papa en Fratelli tutti, están fragmentadas”.

La ternura presenta, por tanto, “un valor social, que la celebración del Día pretende afirmar. Es un bálsamo que todos necesitamos, y nuestros abuelos pueden ser sus dispensadores”. En la “sociedad deshilachada y endurecida que está surgiendo de la pandemia, no sólo hay que vacunarse y recuperarse económicamente (aunque es fundamental)”, sino “que hay que volver a aprender el arte de las relaciones. En esto, los abuelos y los mayores pueden ser nuestros maestros. Por eso también son tan importantes”, resalta el prelado.

El mensaje presentado “es a la vez afectuoso y exigente con los abuelos y las personas mayores” y el Santo Padre “se dirige a ellos con palabras afectuosas, pero también les anuncia una llamada a ‘una vocación renovada en un momento crucial de la historia’”. En esta línea, destaca “tres elementos que caracterizan esta llamada: ‘sueños, memoria y oración’. ‘La cercanía del Señor’, dice el Papa, ‘dará la fuerza para emprender un nuevo viaje incluso a los más frágiles de entre nosotros, por los caminos de los sueños, la memoria y la oración’. Sin embargo, lo que parece más relevante no es tanto la forma en que se declina esta vocación, sino la circunstancia de que se consideran destinatarios de una llamada específica”.

Después, el cardenal apuntó que en la Iglesia, “con el Papa Francisco, los abuelos y los mayores tienen un lugar de honor y la Jornada que celebramos pretende reafirmarlo” e insistió en que  “poner a los abuelos y a los mayores en el centro, comprender el valor de su presencia es, además, la única alternativa real a la cultura del descarte. Lo contrario del descarte no son sólo las obras de caridad (por muy necesarias que sean), sino la atención pastoral, en la conciencia del valor que representan para las familias, la Iglesia y la sociedad”.

Asimismo, se refirió a la sabiduría de los mayores: “La insistencia en la sabiduría no proviene de la idea de que los mayores están dotados de mayor sabiduría que los demás, sino que tienen una sabiduría experiencial, la sabiduría de muchos años de vida. Desde esta perspectiva, estas personas constituye “un gran recurso para salir de la crisis mejores y no peores. Sobre todo, pueden ayudarnos a comprender que la crisis que vivimos no es la primera ni será la última, y que las vicisitudes de los hombres y mujeres forman parte de una historia que las trasciende”. En el mensaje, el Papa dice a todos los ancianos que “es necesario que también vosotros seáis testigos de que es posible salir renovados de una experiencia de prueba“ y cita, como ejemplo, la experiencia de la guerra, que tantos han vivido”.

“Espero que el Día Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores nos ayude a crecer en el afecto por nuestros abuelos y a descubrirlos como maestros de ternura, guardianes de nuestras raíces y dispensadores de sabiduría. Por nuestra parte, toda la Iglesia repite a cada abuelo y a cada persona mayor: ‘estaremos contigo todos los días’, hasta el fin del mundo”, concluyó el cardenal Farrell.

Dr. Vittorio Scelzo

Scelzo aportó algunas informaciones sobre la primera Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores: “A partir de las 12 horas, en la página web www.amorislaetitia.va se podrá encontrar el mensaje del Santo Padre para la Jornada, tanto en vídeo como en una versión sencilla para imprimir y regalar a los mayores; también habrá una oración compuesta para la ocasión, algunas sugerencias pastorales sobre cómo celebrar la Jornada, un subsidio litúrgico y una colección de palabras del Santo Padre sobre los ancianos”.

La Jornada, indicó, “será una ocasión para vivir la Iglesia en salida. Imaginamos que los nietos entregarán el mensaje del Santo Padre a sus abuelos y que los jóvenes de nuestras parroquias y comunidades eclesiales saldrán a buscar a los mayores solos de sus barrios para decirles ‘Yo estoy contigo cada día’”.

El encargado de pastoral de los ancianos avisó que en Roma, el 25 de julio a las 10 horas, “el Santo Padre celebrará una Misa con los abuelos y ancianos de su diócesis en la que participará un número limitado de personas, en cumplimiento de la normativa sanitaria que estará en vigor en ese momento”. Del mismo modo, “cada diócesis y cada parroquia podría dedicar una de sus misas dominicales a la celebración de la Jornada”, con la sugerencia de que “participe el mayor número posible de abuelos y mayores en persona, para que su presencia sea una señal manifiesta de la importancia que tienen en la comunidad”. Del mismo modo, explicó que en los días anteriores y posteriores al 25 de julio, “se pueden organizar celebraciones eucarísticas u oraciones en hospitales o residencias de ancianos. Nuestro deseo es que, efectivamente, todos los abuelos y todas las personas mayores participen en esa Jornada”.

“Una sugerencia que nos gustaría hacer es la de dedicar un recuerdo particular a los mayores que han muerto a causa del coronavirus. Todos sabemos cuántos nos han dejado sin que haya sido posible celebrar sus funerales. Un recuerdo -quizás leyendo sus nombres y encendiendo una vela- podría ser un valioso gesto de reconciliación para cualquier pequeña comunidad”, añadió.

Por último, anunció que “dentro de unos días publicaremos el vídeo de la oración rezada por el Santo Padre junto a personas mayores de todo el mundo (entre ellos está también el obispo más longevo del mundo que tiene 101 años). En estos días lanzaremos una campaña social e invitamos a todos -especialmente a los más jóvenes- a contar las visitas y las iniciativas que surjan utilizando el hashtag #IamWithYouAlways”.

Monique Bodhuin

La señora agradeció al cardenal Farrell haberle invitado a intervenir en esta ocasión en nombre de Vie Montante International (VMI), “un movimiento de acción católica con unos cuarenta mil miembros en todos los continentes, cuya misión se basa en tres pilares: la amistad, la espiritualidad y la implicación en la sociedad”.


Para ella, “esta Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores es un acontecimiento fantástico; agradezco al cardenal y a sus colaboradores la organización de la misma; una primera vez que no puede dejar de tener continuidad”.

El mensaje del Santo Padre, señaló, “marca el sentido y el tono de esta jornada; podemos sacar algunas orientaciones y su contenido es una fuente de gran esperanza para todos los mayores” y “depende de cada uno de nosotros encontrar la manera de expresar la presencia afectuosa y la ternura sincera que los mayores necesitan para alimentar sus ganas de vivir”.

Con esta Primera Jornada de los Abuelos y de los Mayores, “queremos decir a los abuelos y a los mayores que tienen un lugar en nuestro corazón y que forman parte de pleno derecho de la comunidad eclesial; este acontecimiento nos invita a ser portadores de un mensaje de cercanía, a jugar el papel de ángeles -la palabra griega ‘angelos’ de la que deriva, significa ‘el que anuncia’”. Seremos realmente esos ángeles, prosigue “si nos damos cuenta de que estamos llamados a serlo durante las semanas siguientes, sólo así daremos a este día su pleno significado”.

Esta primera celebración de los abuelos y de los mayores supone para Boudhin “sólo un punto de partida; conlleva una dimensión de apertura al futuro: para ser fieles a nuestra misión de bautizados ‘es necesario ponerse en camino y, sobre todo, salir de sí mismo para emprender algo nuevo’, como escribe el Santo Padre”. Y esta novedad, propone, podría consistir: “en estructuras de formación para vivir mejor el arte de ser abuelos o simplemente mayores: el reto es ser auténticos ‘transmisores y despertadores de la fe’; “en estructuras transversales en las que los mayores y los jóvenes se encuentren para hablar sinceramente sobre el ‘arte de vivir’, sobre el que los mayores tienen mucho que decir, pero también sobre el deseo que todo joven lleva dentro, para construir esa alianza entre jóvenes y mayores que pide el Papa Francisco”.

María Sofía Soli

Soli también agradeció la oportunidad concedida para ofrecer su testimonio como persona mayor, especialmente “al Papa Francisco, que ha querido dedicar esta extraordinaria Jornada Mundial a todos los mayores, abuelos y abuelas, en un momento marcado por la tragedia de la pandemia, que ha visto sucumbir a muchos de nosotros, a menudo en soledad, sin el consuelo de un abrazo, un último adiós o de la bendición en una ceremonia fúnebre”.

“Hoy, cuando el mal parece alejarse sentimos con demasiada fuerza la necesidad de dar nuestra contribución para no ‘desperdiciar esta crisis’, para orientar a la humanidad hacia un futuro mejor, con menos egoísmo y oposición y más fraternidad”. Sí, el futuro. Porque los mayores no miran sólo hacia el pasado. El cansancio o la fragilidad no nos impiden soñar, por nuestros nietos, por las generaciones venideras. Nunca hay un momento en el que tirar la toalla o pensar sólo en uno mismo. Cada edad necesita expresar una vida para los demás. Cada época tiene su vocación. Y qué precioso es que el Papa Francisco nos lo haya señalado con tanta claridad en su mensaje: ‘custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar a los pequeños’”.

“Queremos honrar nuestra edad sembrando con toda la energía que nos queda los tres pilares de los que habla el Papa Francisco en su mensaje: sueños, memoria, oración. Mientras a nuestro alrededor el mundo parece encogerse, es hermoso ampliar la mirada de nuestro corazón con nuestros sueños, y transmitirlos a los que vendrán después de nosotros, sabiendo que sin memoria no hay futuro. La memoria no es un fin en sí misma, no nos hace prisioneros del pasado. Como dice el Papa, son los cimientos de una casa en construcción”, apuntó.

Elena Liotta

Liotta confesó que la primera vez que le invitaron a visitar a algunas mujeres mayores en una institución del centro de Roma, acababa de empezar la escuela secundaria: “Puedo decir que recibí la gracia de la amistad con los mayores desde muy joven. Descubrí un mundo desconocido y fascinante, aunque aparentemente lejano: caminamos a velocidades opuestas, nosotros nos sentimos como el principio, ellos parecen el final”.

Y, sin embargo, cuenta, “en mi amistad con ellos encontré un tesoro: la necesidad y la alegría de detenerse y escuchar; la belleza de un encuentro verdadero, no mediado por el distanciamiento que imponen las redes sociales. Aprendí a caminar junto a los más frágiles, a ajustar el ritmo, sin la prisa por perseguir compromisos y oportunidades que al final te dejan insatisfecho y con un vacío interior”.

“En un mundo que idolatra el dinero y el éxito personal como medida de bienestar, he aprendido a valorar cada momento vivido junto a los que te quieren. En largas conversaciones con ellos descubrí mis raíces, cómo era Roma antes de que yo naciera, el duro trabajo de una generación que reconstruyó Italia, sacrificando su presente para darme a mí y a muchos hijos y nietos un futuro mejor. Los mayores son Historia entre nosotros”, remarca.

Durante estos meses de pandemia “he pensado a menudo en el estado de los ancianos de la residencia, confinados en sus camas, entre el terror a caer enfermos y la angustia del aislamiento: la primera vez que nos encontramos con algunos de ellos, tardaron varios minutos en reconocerme. Así que, con paciencia, reconstruimos la historia de nuestra amistad, las circunstancias de nuestro primer encuentro, las cosas que solíamos hacer juntos antes de que la Covid-19 cambiara nuestras vidas, como la cita semanal para rezar, los paseos por el centro de Roma. Nos reconocimos y nos encontramos a través del recuerdo de una amistad construida a lo largo de los años. Volver a verlos después de más de ocho meses fue una inmensa alegría, una verdadera resurrección”.

“Podemos salir mejores de la pandemia, como nos recuerda a menudo el Papa. Pero para nosotros, los jóvenes, esto significa asumir la responsabilidad de salir de nuestra concentración en nosotros mismos, de nuestra egolatría, y construir redes y vínculos entre generaciones”, recordó.

Elena concluyó: “Sin memoria, cuando el presente parece oscuro y carente de perspectivas esperanzadoras, es difícil imaginar el futuro y soñar. Sin memoria las tormentas parecen gigantescas e imposibles de superar. La alianza entre jóvenes y mayores es el gran recurso para afrontar las tormentas y soñar con un futuro diferente, un futuro mejor para todos”.