Institución del ministerio de catequista: Presentación del ‘Motu proprio’

Conferencia de prensa

ministerio Catequista presentación
Mons. Rino Fisichella y Mons. Franz-Peter Tebartz-van Elst © Exaudi

A las 11:30 horas de hoy, martes 11 de mayo de 2021, en directo vía streaming desde la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha tenido lugar la conferencia de presentación de la Carta apostólica en forma de Motu proprio del Papa Francisco, Antiquum ministerium, mediante el cual ha instituido el ministerio de catequista.

En la rueda de prensa han participado monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y Mons. Franz-Peter Tebartz-van Elst, delegado para la catequesis del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Evangelizar la belleza de la Palabra

En el inicio de su intervención, el presidente del Consejo Pontificio ha recordado que la institución del ministerio del catequista por parte del Santo Padre es “un paso más para la renovación de la catequesis y su eficaz labor en la nueva evangelización es el establecimiento de este específico ministerio laical al que están llamados hombres y mujeres presentes en toda la Iglesia que con su dedicación hacen evidente la belleza de la transmisión de la fe”.

Del mismo modo, ha destacado que la publicación del Motu proprio en la memoria litúrgica de san Juan de Ávila, doctor de la Iglesia “capaz de ofrecer a los creyentes de su tiempo la belleza de la Palabra de Dios”, por parte del Pontífice no es casual, “porque compromete a los catequistas a inspirarse en el testimonio de un santo que hizo fecundo su apostolado catequístico a través de la oración, el estudio de la teología y la simple comunicación de la fe”.

Crecimiento de la comunidad cristiana

Tras citar de la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI la importante contribución de los seglares a la Iglesia, Mons. Fisichella ha explicado que esta cita “mantiene una fuerte actualidad y permite comprobar directamente el contexto eclesial en el que se inserta este nuevo ministerio, al tiempo que se considera la dinámica con la que se desarrolla”.

“Sólo en la unidad entre una profunda atención a nuestras raíces y una mirada realista al presente es posible comprender la exigencia de la Iglesia para llegar a la institución de un nuevo ministerio eclesial. Tuvieron que pasar casi cincuenta años para que la Iglesia reconociera que el servicio prestado por tantos hombres y mujeres a través de su compromiso con la catequesis constituye verdaderamente un ministerio particular para el crecimiento de la comunidad cristiana”, insiste.

Se puede decir, prosigue, “que la catequesis siempre ha acompañado el compromiso evangelizador de la Iglesia y era aún más necesaria cuando estaba destinada a los que se preparaban para recibir el bautismo, los catecúmenos. Esta actividad era considerada de suma importancia hasta el punto de llevar a la comunidad cristiana a establecer el compartir los bienes y el sustento de los catequistas”.

Promoción de Francisco

El prelado italiano subraya que, con esta institución ministerial, el Obispo de Roma “promueve aún más la formación y el compromiso de los laicos. Es una nota que merece ser considerada porque añade una connotación aún más concreta al gran impulso ofrecido por el Concilio Vaticano II, que en las últimas décadas se ha visto muy enriquecido no sólo por un magisterio específico al respecto, sino sobre todo por un compromiso real en la Iglesia y en el mundo”.


Con la conclusión a la que llega el Sucesor de Pedro, continúa, “se juega gran parte de la novedad que aporta este ministerio: hombres y mujeres son llamados a expresar de la mejor manera posible su vocación bautismal, no como sustitutos de los sacerdotes o de las personas consagradas, sino como auténticos laicos y laicas que, en la particularidad de su ministerio, hacen posible experimentar en toda su extensión la llamada bautismal al testimonio y al servicio eficaz en la comunidad y en el mundo”.

Acceso al ministerio

Mons. Fisichella señala que “los catequistas no pueden ser improvisados, porque el compromiso de transmitir la fe, además del conocimiento de sus contenidos, requiere un encuentro personal previo con el Señor”, pues “quien ejerce el ministerio de Catequista sabe que habla en nombre de la Iglesia y transmite la fe de la Iglesia. Esta responsabilidad no se puede delegar, sino que implica a cada uno personalmente”.

Igualmente, expresa para acceder al ministerio se han de cumplir ciertos requisitos enumerados en el Motu proprio: “En primer lugar, el de la dimensión vocacional para servir a la Iglesia donde el obispo lo considere más cualificado. El ministerio no se da para la gratificación personal, sino para el servicio que se pretende prestar a la Iglesia local y a servicio de donde el obispo considere necesaria la presencia del catequista”.

“Para corresponder plenamente a la vocación, es muy necesaria una formación que presente convenientemente los contenidos fundamentales de la fe. Las diócesis deberán proveer, para que los futuros catequistas tengan una sólida preparación ‘bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis’”, describe.

Vocación para toda la Iglesia

Mons. Franz-Peter Tebartz-van Elst ha resumido su intervención en tres puntos sobre la vocación del catequista. El primero propone que este ministerio laical no debe caer en la clericalización: “Cuando se quiere aportar una contribución personal a la vida de todos los bautizados, sobre la base de la dignidad del bautismo, donde la persona es comprendida en su totalidad, debe evitarse cualquier tentación en este sentido”.

El segundo apartado exige que el catequista desarrolle su ministerio en una espiritualidad comunitaria y de oración: “Responde a su vocación en la Iglesia de manera particular con la proclamación de las enseñanzas del Evangelio; por tanto, presupone la integración del catequista en la comunión de la Iglesia y exige una comunicación constante con Dios y con los fieles”.

El tercer y último punto habla del servicio adherido a la formación específica: “La calidad del ministerio catequética se garantiza solo cuando el catequista está acompañado y cualificado para esta vocación y tarea específica, y “el catequista no debe asumir principalmente tareas o litúrgicas o pastorales o responsabilidades de otros ministerios, sino que él mismo es en su testimonio maestro y mistagogo, compañero y pedagogo de su propia vocación y talento, evangélicamente entendido”.