¿Qué hace un católico en la política?

¿Cuáles son nuestras motivaciones, que fin perseguimos, en qué parecemos cristianos?  o ¿en qué somos como cualquier otro político?

Para quienes tenemos la distinción de vida, de ocupar un cargo en el servicio público, es obligatorio, analizar y llevar a obra, el planteamiento que nos hace el señor arzobispo primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, en su texto intitulado “EL TIEMPO ACTUAL: SUS OPORTUNIDADES Y SUS DESAFÍOS PARA EL POLÍTICO CATÓLICO”.

Son tiempos de confusión para quienes no sabemos identificar los signos, y son tiempos de oportunidad para quienes, de manera ordenada pero sobre todo consciente, se han preparado para estas tribulaciones, hoy más que nunca nuestra formación cristiana está a prueba, el nuevo modelo social impulsado por influencias extranjeras y modelos de gobierno progresistas, tienen como objetivo imponer nuevas formas de organización social, nuevas estructuras de familia y un comportamiento individual y colectivo basado en falsos preceptos de libertad e igualdad, estamos ante el primer efecto de la crisis de instituciones que tuvo su comienzo a finales de los 80’s.

Los cambios en la sociedad

A principios de los 90’s. Javier Esteinou, investigador del CONACYT, presentaba una de las investigaciones que más han impactado mi vida. “La televisión mexicana y la pérdida del proyecto cultural infantil en México” [1] es a través de los contenidos televisivos que los nuevos modelos de familia, escuela, comunidad y amistad comienzan a ser impuestos en la morfología social, generando nuevos roles, códigos y rompiendo limites formativos, de convivencia; son los jóvenes la población objetivo de tan mercantilista plan, en otras palabras, los productos comerciales, inician a ganar la siguiente generación –  implantando desde la infancia modelos de conducta personal y colectiva, asumiendo un rol más de consumidores  y menos de ser humanos, cosificando las cosas, materializando las conductas y generando un individualismo de progreso y desarrollo, con ello, la familia empezaba a tener sus primeras fracturas de conformación, el matrimonio ya no es prioridad ni el modelo a seguir para unir a dos personas, el rol de la mujer asume un mal entendido aspecto de empoderamiento generando una fractura en la relación conyugal, en consecuencia los hijos inician a ser parte de familias disfuncionales, con matrimonios débiles, y una paternidad mal entendida. Estas son las primeras señales de las que se dan cuenta en el inicio de un cambio de época y no una época de cambios como irresponsablemente se le señala a los 90´s.

La sociedad mexicana tradicional se desdibuja, dando atención a conceptos europeos de derechos individuales y tendencias progresistas, resultando el quiebre en los modelos heredados por nuestros abuelos y la entrada a nuevas formas de entender los roles, en casa, en la escuela, en la comunidad, nacía una nueva generación que rechazaba seguir con las tradiciones y buenas costumbres para adoptar, distorsionados modelos, de conducta individual y colectiva.

Los católicos en el servicio público

Como  católico en la política, el primer criterio de análisis siempre es el sociológico, nos ayuda a entender y comprender, el porqué de nuevas demandas en cuanto derechos y las razones detrás de las propias para desconocer deberes y obligaciones, se generan entonces agendas legislativas tendientes a minar las instituciones de derecho, provocando figuras hibridas, provocadoras de deformaciones sociales, y tendientes a demeritar las figuras de autoridad, empezando por los padres, los maestros, los policías, los gobernantes, los sacerdotes, dando paso a un autocratismo.

Datos del censo de población del INEGI-2020[2] en Naucalpan presenta una disminución de católicos respecto al 2010 de 7 % pasando del 92% al 85% de la población.

Las señales se generaron en los 90´s, y hoy vivimos los efectos de esos primeros rompimientos de las instituciones, tal como lo señala José Antonio Rosas, la educación es el conducto para el rescate de las generaciones futuras.

Quiénes ejercemos el servicio público, y hacemos política todos los días, debemos preguntarnos, ¿Cuáles son nuestras motivaciones, que fin perseguimos, en qué parecemos cristianos?  o ¿en qué somos como cualquier otro político?


Llevar el mensaje de Cristo a la sociedad de hoy

Nuestro presente, demanda gobernantes humanos, sensibles, comprometidos, convencidos en ser un factor positivo de cambio para su pueblo, la realidad, pide políticos católicos que pongan el ejemplo, en el servicio y atención a las necesidades más urgentes, apremiantes, aunque estas, no le den al político la más mínima oportunidad de sobresalir o protagonizar una gesta.

Los católicos que llevemos a Cristo en nuestros actos, cumpliremos metas mucho más ambiciosas de mayor alcance y con un fuerte impacto positivo en las comunidades que representamos, sin necesidad de buscar acciones, obras, programas o estrategias que solo generen un beneficio momentáneo o bien atiendan una demanda histórica.

Nos falta mucho para entender, que, por encima de los partidos, están las personas, que por encima de los caudillos están las causas, que por encima de los políticos están las motivaciones y los fines de la labor social. Seamos ejemplo de conducta, asumamos con responsabilidad cristiana cada uno de nuestros roles, con conciencia y congruencia, debemos ser buenos hijos, hermanos, esposos, padres, jefes, empleados, vecinos, creyentes, nuestra identidad católica debe expresarse para bien, en cada actividades que desempeñemos en nuestras vidas, en cada acción y pensamiento, debemos quedar bien, con quien nos dio la vida, y con nuestros hijos, si ellos se sienten realmente orgullosos de lo que son sus padres, podremos continuar con esfuerzo, dedicación y compromiso.

Nuestros hechos deben ser tan contundentes, que no haya duda para quienes nos conocen, para seguir a Cristo, debemos ser contundentes y con recto propósito en el auxilio a las y los demás; para que, en consecuencia, para que otros quieran ser parte de la construcción de una nueva historia.

Actualizarnos en nuestras actividades, debe ser tarea de todos los días, conformar equipos de trabajo, es parte un crecimiento que debemos seguir desarrollando, fomentar la participación social, es parte de un compromiso por llevar el mensaje de Cristo a cada persona, lo importante al final es reunir a personas que quieren vivir mejor, y que estén dispuestos a involucrarse por su comunidad.

Mauricio Eduardo Aguirre Lozano, Décimo Primer Regidor en el Ayuntamiento de Naucalpan de Juárez y exalumno de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos.

[1] “La televisión mexicana y la pérdida del proyecto cultural infantil en México” Revista Ciencia y Desarrollo, No. 93, Volumen XVI, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), México, D.F., julio – agosto de 1990,

[2] https://www.inegi.org.mx/app/buscador/default.html?q=NAUCALPAN