15 mayo, 2025

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Querer al Papa desde la distancia: una mirada cercana al pontificado de Francisco

Un testimonio personal sobre la fidelidad a Pedro, incluso desde lejos

Querer al Papa desde la distancia: una mirada cercana al pontificado de Francisco

Querer al Papa sin haber hablado con él

No le conocí nunca en persona (más allá de verle pasar en el papamóvil), pero durante tres años le seguí tan de cerca que, a veces, me parecía que sí. Mi trabajo en agencias de noticias católicas, en concreto Zenit y Exaudi, me llevó a acompañar de forma diaria al Papa Francisco: sus homilías en Santa Marta, sus catequesis en las audiencias generales, sus discursos a distintos grupos de personas a las que recibía, sus palabras y gestos en los numerosos viajes apostólicos, sus improvisaciones, sus silencios…

Aunque sin duda fue una ardua tarea, ya que Francisco apenas descansaba a lo largo del año, puedo considerar una suerte personal haber tenido que escucharle prácticamente a diario, muchas veces en directo, con atención casi artesanal.

Escucharle cada día, aprender a reconocerle

Esta relación estrecha tan particular me llevó, con el tiempo, a ser capaz de reconocer su voz cuando estaba tomada, cuando lo que estaba viviendo le llevaría a salirse del texto preparado, cuando estaba cansado o emocionado… Incluso, en ocasiones, cuando le hacían preguntas, sabía predecir la respuesta que daría con expresiones y ejemplos concretos.

Comprender con el tiempo

He de confesar también que, a pesar de ello, no siempre entendía todo lo que decidía para la Iglesia o decía en el momento. Eso sí, con los días —o con los años— algunas de sus palabras y resoluciones volvían a la palestra y encontraban todo el sentido. Esas piezas que no encajaban terminaban por hacerlo. Aprendí entonces también a confiar y a reconocer humildemente que, aunque mi criterio me permitiera tener una opinión propia, yo casi nunca tenía todos los datos ni la autoridad como para poder juzgarle.

De este modo, escucharle, leerle y transmitirle en forma de noticias se convirtió, sin darme cuenta, en la mejor forma de acompañarle y de entenderle.

Para mí, ahí está la clave: para querer hay que conocer. No desde la idealización, ni desde la ñoñería, sino desde la atención que la cabeza de nuestra Iglesia merece. No desde la simpatía fácil, sino desde la fidelidad al Sucesor de Pedro que se nos enseña y que ha de ser coherente, no solo de palabra.

Cuando tergiversar se vuelve rutina

En ese camino, también me dolió mucho comprobar cómo se tergiversaban o sacaban constantemente sus palabras de contexto. El equipo de las agencias en las que trabajé tuvo que salir al paso de muchos bulos y ataques gratuitos.

A menudo bastaba una mirada superficial a titulares, frases sacadas de contexto o interpretaciones interesadas para que su mensaje se deformara por completo. Pero bastaba también volver al texto o vídeo completos, a la fuente oficial, para desmontar las manipulaciones.

El estilo de Francisco no es para todos…y está bien

A veces me interpelaban personas que hablaban mal de él. Muchas no habían leído una homilía completa, ni visto una audiencia general; mucho menos sabían, por ejemplo, el porqué de cada uno de los viajes apostólicos que emprendía.

Siempre he reconocido que el estilo de Francisco no es para todos —ningún papa conecta igual con todo el mundo—, pero me dolía que se le juzgara sin conocerle, sin haberle dado siquiera la oportunidad de verdaderamente hablar por sí mismo, y no a través de medios o incluso personas dentro de la Iglesia que ni siquiera buscaban la veracidad.

La verdad está en la fuente

En definitiva, gracias a todo esto descubrí que Francisco no era tan difícil de entender como algunos lo pintan: lo que pasa es que hay que querer escucharle de verdad. Ir a la fuente, leerle entero. Dejar que sus palabras hagan su camino en ti y que, a través de ellas, el Espíritu Santo te ayude a recibir luces y a reflexionar tanto sobre temas espirituales y humanos como sobre la actualidad.

Fruto de todo ese camino que yo he recorrido sin haber cruzado palabra alguna con él, sí que me atrevo a afirmar que Francisco fue un pastor que buscaba ser recto, que deseaba dejarse guiar por el Espíritu Santo, incluso en medio de todas sus limitaciones humanas. Siempre nos pedía rezar por él porque era consciente de la responsabilidad y peso de su ministerio, y de que necesitaba la guía de Dios en todo ello. Por eso también creo que su legado, sus gestos y sus palabras merecen una lectura directa, sin intermediarios.

Este artículo no es una defensa ciega. Es, simplemente, un homenaje. Un pequeño testimonio personal de cómo, incluso desde lejos, se puede acompañar, conocer y querer al Papa. De cómo los medios oficiales, las transmisiones en directo, las palabras íntegras —las suyas, no las que alguien dice que dijo— nos permiten ese acceso cercano.

Hoy, más que nunca, necesitamos personas que nos hablen con verdad, y también necesitamos querer buscar esa verdad. Los papas no están para ser aplaudidos o criticados a golpe de titulares, sino para ser conocidos activamente. Porque si los conocemos de verdad, seguramente eso nos permita abrirnos a escuchar la voz de Dios para cada uno de nosotros en ese momento.

León XIV: una nueva oportunidad para escuchar

Ahora que comienza el pontificado de León XIV, creo que ese mismo camino sigue siendo el ideal y oportuno. Antes de opinar, antes de etiquetar, antes de repetir lo que otros dicen… vale la pena acercarse con paciencia y apertura a sus primeras palabras, a sus gestos, a su estilo.

Cada papa trae su propio modo de servir, de enseñar, de pastorear. Démosle también a él la oportunidad de que nos hable directamente. Quizá, con el tiempo, logremos aprender a querer al Sucesor de Pedro siempre, sea quien sea.

“Estoy deseando conocerle… y quererle”

En estos días, varias personas me han preguntado: “¿Qué te parece el nuevo Papa, León XIV?” Y mi respuesta ha sido muy sencilla: “Estoy deseando conocerle”. Algunos añadían: “¿Vas a ir verle en persona?” Y yo respondía: “Seguramente no lo logre nunca, pero estoy deseando leerle y escucharle para conocerle… y para quererle”.

Porque para querer hay que conocer, y para conocer hay que acercarse. Incluso desde lejos.

Larissa I. López

Doctora en Comunicación. Mi trayectoria profesional ha transcurrido entre el ámbito de la comunicación y el de la docencia. En los últimos años, he trabajado como coordinadora y redactora de la edición de ZENIT en español. Como profesora, he impartido clases en la universidad y en centros de FP y bachillerato. Cordobesa de nacimiento, también he vivido en Sevilla, Madrid y Roma