16 julio, 2025

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Reflexión de Mons. Enrique Díaz: Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos

29 junio, San Pedro y San Pablo, apóstoles

Reflexión de Mons. Enrique Díaz: Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos

Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este domingo, 29 de junio de 2025, titulado: “Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos”.

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Hechos 12,1-11: “Ahora sí estoy seguro de que Dios envió a su ángel, para librarme de las manos de Herodes”

Salmo 33: “El Señor me libró de todos mis temores”

2 Timoteo 4,6-8.17-18: “Ahora sólo espero la corona merecida”

San Mateo 16,13-19: “Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos”

Este domingo dejamos la lectura continuada de los domingos ordinarios para detenernos a contemplar a estos dos grandes apóstoles: San Pedro y San Pablo: dos santos, dos discípulos, dos columnas de la Iglesia. También nos ofrecen dos formas de vivir a plenitud el amor y el seguimiento de Jesús. Pedro en muchos momentos aparece como el modelo del discípulo, con su atrevimiento y su ímpetu, con sus posturas erradas y sus ambiciones, con su entrega generosa y desinteresada. Pablo, incansable, abre nuevas fronteras al camino del Evangelio y lo lleva por  caminos insospechados.

¡Qué distintos son los caminos  por los que llama el Señor y por los que conduce a sus amigos! San Pedro y San Pablo, las dos figuras fundamentales en la Iglesia, aparecen como prototipo del discípulo y como modelos de seguimiento de Jesús. En el inicio de la vocación de cada uno de ellos, se da un encuentro profundo con Jesús y una transformación de todas sus aspiraciones y creencias. La pregunta crucial que deben responder: “¿Quién es Cristo para tí?”, exige no una respuesta teórica, sino una nueva mentalidad y una vida entera.  A Pedro no le bastó el primer llamamiento, dejar atrás la redes, abandonar familia, debe enfrentarse a un profundo cambio interior. En el pasaje de este día se nos presenta decidido a confesar que Jesús es el Mesías, pero ahora debe descubrir con humildad quién es realmente Jesús. Tendrá que abandonar los conceptos y sueños del pueblo judío sobre un mesianismo liberador y fantasioso que se cerraba sólo en su pueblo, para empezar a vivir una nueva forma de mesianismo y salvación universales pero pasando por el camino de la cruz.

Pablo tuvo que ser derribado por tierra, despojado de todas sus seguridades y responder a las preguntas de Jesús: ¿Por qué me persigues? – ¿Quién eres tú, Señor? , que le hacen renovar y descubrir una nueva doctrina y salvación.  Así en los inicios de ambos tenemos este encuentro profundo donde Jesús se descubre para ellos. Debe ser también el inicio de todo creyente: responder sinceramente a la pregunta de Jesús y confesar quién es para nosotros. ¿Qué significa Jesús en mi vida? ¿A qué estoy dispuesto por Él? ¿Cómo ha cambiado mis actitudes y mis opciones?  No bastan confesiones aprendidas del catecismo, no bastan dogmas o enseñanzas que nos den seguridades, se necesita tener una relación personal con Jesús y descubrir cuánto nos ama, cómo se ha entregado por nosotros y cómo nos da vida.

Ambos, inflamados por el ardor del Evangelio, se tuvieron que enfrentar en su misión apostólica a dificultades de toda clase, internas y externas, pero lejos de abandonar su actividad, las dificultades reforzaron su celo por la nueva Iglesia y la salvación de todos los hombres. Fueron capaces de superar cada obstáculo porque la verdad no está basada en aspiraciones humanas sino en la gracia de Dios, que libera a sus amigos de cada peligro y que los salva para su reino. Hoy nosotros podremos sentirnos seguidores y continuadores de estos dos grandes apóstoles, no basados en nuestras propias fuerzas, sino en la gracia del Señor. ¿Serán más graves las dificultades que ahora padecemos que las de su tiempo? ¿No tenemos el ímpetu y las fuerzas necesarias para afrontar las dificultades actuales? Pedro se enfrentó a las caducas interpretaciones de la ley del pueblo judío, él mismo tuvo que cambiar su pensamiento sobre el Mesías y conformar su pensamiento con el de Jesús. ¡Cómo sufrió en esta transformación!

Pablo, tuvo que dejar todas las seguridades que le daba la doctrina farisea y abrirse a un mundo nuevo: la nueva religión, el nuevo camino, “el paganismo”. Ambos hicieron un camino nuevo, diferente, despojándose de lo que eran y tenían para transformarse en Jesús, a tal grado que Pablo se llega a identificar plenamente con Cristo, “No soy yo, es Cristo que vive en mí”,  y Pedro recibe el encargo de asumir el lugar de Jesús en la dirección de la Iglesia. Conversión, dejar seguridades atrás, abrirse a la gracia del Señor, permanecer fieles a pesar de los obstáculos y una apertura a un mundo nuevo, son también las enseñanzas para cada uno de nosotros. ¿Seremos capaces de renovarnos y vivir al estilo de estos dos grandes apóstoles?

Los dos tienen sus momentos difíciles y de desconcierto, los dos sufren por seguir a Jesús pero los dos se mantienen fieles en su seguimiento. Nos ayudará mucho el confrontar nuestra vida, con la vida de estos dos grandes apóstoles que en todo momento buscaban conformar su persona con el mismo Jesús. Sus sufrimientos, sus dolores, sus aventuras, todas parecen calcadas de la vida de Jesús. Hoy también el discípulo tendría que preguntarse a cada momento cómo actuaría Jesús en estas circunstancias, cuáles  serían sus propuestas y cuáles serían sus prioridades. No podemos decir que Jesús vivió hace dos mil años, porque su Evangelio es actual y tiene respuestas para nuestro mundo moderno. San Pablo supo encarnar el Evangelio en nuevas culturas y en ambientes considerados paganos, hoy también nosotros tenemos que llevar el Evangelio a las fronteras, a los rincones de nuestro mundo, a las nuevas periferias. Pedro y Pablo, dos modelos diferentes de Iglesia pero inflamados por el Evangelio nos dejan el reto de vivir hoy en unidad y dinamismo la propuesta de Jesús.

Señor Jesús, que en los apóstoles Pedro y Pablo nos has dejado un ejemplo de discípulos y misioneros, concédenos que inflamados por tu Evangelio llevemos la buena nueva a todas las nuevas realidades con nuestra palabra y nuestro testimonio. Amén.

 

Enrique Díaz

Nació en Huandacareo, Michoacán, México, en 1952. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario de Morelia. Ordenado diácono el 22 de mayo de 1977, y presbítero el 23 de octubre del mismo año. Obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma. Ha desarrollado múltiples encargos pastorales como el de capellán de la rectoría de las Tres Aves Marías; responsable de la Pastoral Bíblica Diocesana y director de la Escuela Bíblica en Morelia; maestro de Biblia en el Seminario Conciliar de Morelia, párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Col. Guadalupe, Morelia; o vicario episcopal para la Zona de Nuestra Señora de la Luz, Pátzcuaro. Ordenado obispo auxiliar de san Cristóbal de las Casas en 2003. En la Conferencia Episcopal formó parte de las Comisiones de Biblia, Diaconado y Ministerios Laicales. Fue responsable de las Dimensiones de Ministerios Laicales, de Educación y Cultura. Ha participado en encuentros latinoamericanos y mundiales sobre el Diaconado Permanente. Actualmente es el responsable de la Dimensión de Pastoral de la Cultura. Participó como Miembro del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia en Roma, en 2008. Recibió el nombramiento de obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas en 2014. Nombrado II obispo de Irapuato el día 11 de marzo, tomó posesión el 19 de Mayo. Colabora en varias revistas y publicaciones sobre todo con la reflexión diaria y dominical tanto en audio como escrita.