El reto de la ética y la trascendencia en las escuelas de negocios

La enseñanza de economía tiene efecto en el comportamiento de los estudiantes

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Negocios © Pexels

El doctor Alejandro Fontana, profesor de Dirección General y Control Directivo en la Universidad de Piura, comparte con los lectores de Exaudi este artículo titulado “El reto de la ética y la trascendencia en las escuelas de negocios”.

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En el 2012, el profesor Luiggi Zingales lanzó una aguda crítica al mundo académico del Management: ¿las Escuelas de Negocios incuban criminales? En su documento, además de recoger los escándalos de Barclays Plc, JP Morgan Chase & Co., Goldman Sachs Group Inc. y otros bancos recoge también la denuncia y posterior condena por comercio ilícito de información confidencial de dos directores de McKinsey, ambos egresados de prestigiosas Escuelas de Negocios: Wharton y Harvard.

En su documento, este autor señala que hay evidencia empírica que sugiere que la enseñanza de la economía tiene un efecto en el comportamiento de los estudiantes. En concreto, que los hace más egoístas y menos preocupados por el bien común. Pero que, sin embargo, “esto no es intencional, sino que la mayoría de los profesores no son conscientes de lo que están haciendo”. Según él, la lógica de la racionalidad económica lleva a que los alumnos perciban como algo racional, y más aún   -como casi estúpido no hacerlo-, cometer un acto criminal que produzca un beneficio mayor que la pena que debe cumplirse por dicho delito. Y concluye: “si los profesores pretenden ser agnósticos, implícitamente promueven un comportamiento amoral, sin ninguna responsabilidad”.

En la misma línea va el profesor Claudio Rivera, que en un artículo sobre la enseñanza de líderes éticos señalaba: “los profesores en las Escuelas de Negocios se convierten en verdaderos influencers y pueden tener efectos sustanciales no solo en sus alumnos, sino en el futuro de los negocios”. Rivera reclama que en las Escuelas de Negocios deben darse, de modo explícito, criterios sobre cómo manejar adecuadamente el ángulo humano de los problemas. De no hacerlo -y en esto coincide con       Zingales-, se transmite, de modo implícito, una noción equivocada de la ética y la antropología.

Anthony Annet sostenía ante la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, que esta noción equivocada de la persona humana hunde sus raíces en el proyecto de la Ilustración. Y citando a Alasdair MacIntire, señalaba que el proyecto de la ilustración contenía en sí mismo un error de código, un defecto en el sistema: en su visión, se toma la naturaleza humana como lo que es, y no como lo que podría llegar a ser, rechazando así la necesidad de “corregir, mejorar y educar” la naturaleza humana a través del ejercicio de las virtudes.


Las Escuelas de Negocios, que nacieron en un ámbito pragmático y positivista, no han sido capaces de ver esta diferencia y su educación ha carecido de lo que el Papa Francisco señalaba en un seminario organizado por la Pontifica Academia de la Ciencias Sociales, en febrero de 2020: el proceso de educación debe “integrar el lenguaje de la cabeza con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos”. Y como esto implica una educación en valores, la necesidad de hablar: “de verdad, de bondad, de creatividad”. Y un valor que él quiso resaltar de modo especial: “no se puede educar sin inducir a la belleza, sin inducir del corazón a la belleza”.

No obstante lo argumentado sobre la conveniencia de la ética en la educación de los directivos, esto aún no es suficiente para conseguir el cambio en el modo de pensar pragmático y positivista que caracteriza el ámbito de los negocios. No basta transmitir unos criterios éticos, ni tampoco contentarse con una educación de las virtudes morales en los directivos de las empresas. Como Benedicto XVI advertía el año 2009 a los miembros de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales:

La razón humana debe ser constantemente purificada por la fe, porque corre siempre el peligro de cierta ceguera ética causada por las pasiones desordenadas y por el pecado; y, por otra, dado que cada generación y cada persona debe volver a apropiarse de los derechos humanos y la libertad humana, que procede por elecciones libres, siempre es frágil, la persona humana necesita la esperanza incondicional y el amor, que solo pueden encontrarse en Dios y que llevan a participar en la justicia y la generosidad de Dios a los demás.

Por tanto, a lo dicho convendría añadir, que hace falta que en las Escuelas de Negocio se facilite el contacto personal con Dios -un Dios que es racional, bueno y padre.  La razón humana requiere la purificación de la fe, y como el mismo Benedicto XVI señalaba en Deus Caritas est: “si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina”. Es decir, sin ese contacto con Dios, habrá un riesgo mayor a que anteponga sus intereses personales a los del bien común.

En este sentido, la promoción de voluntariados y los pequeños servicios a los grupos más necesitados de la sociedad puede ser también un cauce apropiado para este acercamiento a Dios en las Escuelas de Negocios. Como el mismo Papa Benedicto XVI ha señalado: “solo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama”. El sentido de trascendencia y la certeza de que se gozará de un amor incondicional e inconmensurable será otro resorte interno que ayudará a anteponer el bien común al interés personal.

Como comenta el Prof. Claudio Rivera, en las Escuelas de Negocios están en juego los estándares éticos de la comunidad empresarial y su impacto en todo el desarrollo de la sociedad.