Solemnidad del Bautismo del Señor: Fin de la Navidad

Él nace para que tú renazcas

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Bautismo del Señor © Cathopic. Luis Ca

El sacerdote Eugenio Bujalance ofrece este artículo sobre la Solemnidad del Bautismo del Señor, fiesta que pone fin al tiempo de la Navidad.

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Con la celebración del Bautismo del Señor, ponemos fin, al misterio de la Navidad. Tras la manifestación de su amor, se nos revela su identidad, por medio de la cual conocemos que quiere Dios de cada uno de nosotros. La humanidad que Jesús toma, lo hace para que tú puedas tomar la condición divina. Él se ha hecho hombre para que tú te puedas hacer hijo de Dios. En definitiva, el Bautismo de Jesús viene a explicar el sentido de su nacimiento, el nace para que tu renazcas.

La diferencia entre Juan el Bautista y Jesús, es esencial. En Juan, hay un hombre que busca a Dios, que quiere acercarse y conocerle mejor. Sin embargo, Jesús es Dios, y es Dios mismo el que hace el esfuerzo de acercarse a nosotros, por eso Juan dice “yo os bautizo con agua, pero Él con Espíritu Santo y fuego” hay diferencias entre un Bautismo y otro. No es el agua la que purifica a Jesús, sino que es Jesús el que da poder al agua para purificar.

Dice Tertuliano que Cristo nunca está sin agua, porque esa agua es la Iglesia, que se convierte en madre, y da a luz por el sacramento a sus hijos.

San Juan Pablo II introdujo en el rosario los misterios luminosos. El primero de ellos es el Bautismo de Jesús en el rio Jordán. ¿Por qué el Bautismo de Jesús es luminoso?


Benedicto XVI en el libro “Jesús de Nazaret” dice que a veces hemos interpretado que Jesús, en el momento de su Bautismo se ilumina su filiación divina. Pero esto no es del todo así, Él ya sabia cual era su misión y quien era, de hecho, a los 12 años, se pierde en el templo, y le responde a José y María “¿a caso no sabéis que tenia estar en las cosas de mi Padre?” desde siempre sabe que el es Hijo de Dios.

Lo que pasa en el Jordán es luz para nosotros. Lo bonito de los sacramentos es participar de la filiación de Jesucristo, ser hijos en el Hijo.

De lo que Jesús es, de lo que tiene con su Padre, yo puedo participar, gracias a la Encarnación de Jesucristo.

Conocí a una abuelita que rezaba todos los días, “Dios es mi Padre, que feliz soy, soy hijo suyo, soy hijo de Dios”. No podemos estar esperando más, porque nuestra felicidad es saberse hijo de Dios. Esa es mi felicidad. Luego vendrán problemas, pero nadie me podrá quitar el ser hijo de Dios. Quizás si tuviéramos oportunidad le preguntaríamos a Jesús ¿pero como te vas a bautizar tú? ¿Cómo te vas a poner tu en la fila de los pecadores? Es la humildad. Normalmente solemos pensar, yo soy distinto, no soy como los demás, yo tengo que tener un camino a parte, o como se suele decir, la novia de la boda, el niño del bautizo y el muerto en el entierro, es propio de nuestro pecado sentirnos singulares.

El río Jordán, está a menos de 430 metros bajo el nivel del mar. Jesús baja a lo mas bajo de la tierra, porque quiere bajar a lo más bajo de ti, tu pobreza, tu miseria. Quería amar, y no sabía lo que quería amar, esa es la sensación que nos deja el pecado.

Recuperemos la gracia del Bautismo, al confesarnos, y nos encontraremos con Aquel que buscaba nuestra alma.