Teología para Millennials: Australia vs Djokovic

Hay muchos temas éticos involucrados en este caso

Teología para Millennials Djokovic
Partido de tenis © Canva

Hoy, lunes 24 de enero de 2022, en “Teología para Millennials”, el sacerdote mexicano Mario Arroyo Martínez, comparte con los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado “Australia vs Djokovic”.

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La reciente deportación del tenista número 1 del mundo da mucho material para reflexionar. Hay muchos temas éticos involucrados en este caso: la objeción de conciencia, la libre autodeterminación, la seguridad social, la ejemplaridad. Digamos que el contencioso Djokovic vs Australia es una nueva concreción del clásico conflicto entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad, y también un caso muy claro donde chocan la ética personal con la ética política. Vamos a intentar desenmarañar un poco esta complicada madeja moral.

Primero de todo, mi reconocimiento a Djokovic, pues con esta firme determinación de defender su conciencia, por encima de un torneo, del cual era el campeón defensor, por encima de mantenerse en el primer lugar mundial de la ATP, por encima del jugoso premio al que renuncia, nos muestra el invaluable valor de la conciencia. Es testigo de cómo la fidelidad a la propia conciencia está por encima de cualquier galardón humano y, en ese aspecto, es inspirador como persona, tanto como lo es en cuanto deportista.


No significa esto que la actitud de Djokovic sea la correcta; es decir, que lo adecuado sea ser anti-vacunas. Significa que la conciencia es el sagrario del hombre y no debe ser violada por ningún poder político ni, en este caso, sanitario. Muy bien puede ser una actitud errónea en su materialidad –lo correcto sería vacunarse-, pero la autoridad política debe respetar la integridad de la conciencia, aunque corra el riesgo de estar equivocada. Es algo análogo a lo que sucede con las transfusiones de sangre en los Testigos de Jehová, ¿debemos aplicárselas, por su bien, aunque ellos no lo quieran? La comparación no es del todo pertinente, porque hay un dejo de irracionalidad en el no aceptar transfusiones, mientras que ser anti-vacunas no necesariamente obedece a una actitud ilógica. Pero el tema de fondo es el respeto a las libres determinaciones de la conciencia.

Ahora bien, Djokovic tiene derecho a no vacunarse, es una libre terminación que ha tomado en conciencia y debe ser respetada. Pero también, el gobierno australiano tiene derecho a establecer que en Australia solo entran personas vacunadas. Es claro el enfrentamiento entre la ética personal de Djokovic y la ética política de Australia. No es aquí el lugar para desarrollar las semejanzas y diferencias entre ambas éticas, pero sí cabe afirmar que no son lo mismo, o que lo ético personalmente hablando no es ipso facto correcto políticamente hablando y viceversa. Se enfrentan la ética de la convicción de Djokovic con la ética de la responsabilidad del gobierno australiano, que ha desestimado hacer una excepción en el caso del tenista, también por el carácter ejemplar de la norma. No sólo sería permitir simplemente que una persona no vacunada entre al país para defender su título de tenis, sino el mensaje que transmite: un gran líder y modelo que se opone a las vacunas y que se salta impunemente las reglas que rigen para todas las demás personas en Australia.

Como se ve, hay una colisión entre las dos éticas, entre los dos derechos, el derecho de Djokovic a seguir su propia conciencia y el de la autoridad australiana de decidir las condiciones requeridas para entrar en el país. ¿Qué se hace usualmente cuando hay un conflicto de derechos? Se mira cual de ambos tiene la precedencia; y aquí es donde puede radicar la parte más compleja del contencioso Djokovic vs Australia. ¿Qué debe primar? ¿La autodeterminación de una persona, el no sufrir vejaciones por causa de su conciencia o la seguridad sanitaria de un país y su derecho a imponer reglas? No debemos olvidar tampoco el carácter ejemplar, en ambos sentidos, que tiene la toma de cualquier decisión.

Pienso que aquí cabe hacer una distinción. Prevalecería el derecho de Djokovic si fuera obligado a actuar en contra de su conciencia. Pienso que ningún poder político tiene la autoridad para obligar a actuar en contra de la conciencia sana de alguien. Pero Djokovic no ha sido obligado a actuar en contra de su conciencia, simplemente se ha limitado a pagar las consecuencias de su propia determinación, un valor alto y por eso lo reconocemos, pero también aceptamos el derecho que el gobierno de Australia tiene de poner requisitos para entrar en su territorio.