Tristeza del Papa por violencia en cárcel de Guayaquil

Palabras después de la oración mariana

Papa violencia cárcel Guayaquil
Ángelus 3 octubre 2021 © Vatican Media

Tras el rezo del Ángelus de este, domingo, 3 de octubre de 2021, el Papa Francisco expresó su tristeza por lo “que ha sucedido en los pasados días en la cárcel de Guayaquil, en Ecuador. Una terrible explosión de violencia entre detenidos pertenecientes a bandas rivales ha provocado más de cien muertos y numerosos heridos. Rezo por ellos y por sus familias”.

Imploró a Dios por “el don de la paz para la amada tierra de Myanmar: para que las manos de cuantos la habitan no deban enjugar más lágrimas de dolor y de muerte, sino que puedan estrecharse a fin de superar las dificultades y trabajar juntas para traer la paz”.

Recordó la beatificación en Catanzaro, de” María Antonia Samà y Gaetana Tolomeo, dos mujeres que padecieron inmovilidad física durante toda su vida. Sostenidas por la gracia divina”.

Francisco saludó a continuación a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro

A continuación, siguen las palabras del Papa después de la oración mariana, ofrecidas la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas:


Me ha entristecido mucho lo que ha sucedido en los pasados días en la cárcel de Guayaquil, en Ecuador. Una terrible explosión de violencia entre detenidos pertenecientes a bandas rivales ha provocado más de cien muertos y numerosos heridos. Rezo por ellos y por sus familias. Dios nos ayude a sanar las llagas del crimen que esclaviza a los más pobres. Y ayude a cuentos trabajan cada día para hacer más humana la vida en las cárceles.

Deseo implorar nuevamente a Dios el don de la paz para la amada tierra de Myanmar: para que las manos de cuantos la habitan no deban enjugar más lágrimas de dolor y de muerte, sino que puedan estrecharse a fin de superar las dificultades y trabajar juntas para traer la paz.

Hoy, en Catanzaro, serán beatificadas María Antonia Samà y Gaetana Tolomeo, dos mujeres que padecieron inmovilidad física durante toda su vida. Sostenidas por la gracia divina, abrazaron la cruz de su enfermedad, transformando el dolor en una alabanza al Señor. Su lecho se convirtió en punto de referencia espiritual y lugar de oración y de crecimiento cristiano para mucha gente que encontraba junto a él consuelo y esperanza. ¡Un aplauso para las nuevas Beatas!

En este primer domingo de octubre, mi pensamiento va a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para recitar la Súplica a la Virgen María. Durante este mes, renovemos juntos el compromiso de rezar el santo Rosario.

Dirijo mi saludo a vosotros, queridos romanos y peregrinos. En especial, a los fieles de Wépion, en la diócesis de Namur, en Bélgica; a los jóvenes de Uzzano, en la diócesis de Pescia; y a los chicos con discapacidades venidos desde Módena, acompañados por las Pequeñas Hermanas de Jesús Trabajador y por voluntarios. A propósito, hoy en Italia se celebra el Día para la eliminación de las barreras arquitectónicas. Todos podemos echar una mano para construir una sociedad en la que nadie se sienta excluido. Gracias por vuestro trabajo.

Os deseo a todos un feliz domingo. ¡También a los chicos de la Inmaculada! Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

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