Mayo es un mes especial, ideal para renovar nuestra vida espiritual y fortalecer nuestra relación con la Virgen María. Las «visitas espirituales» a santuarios o lugares donde se le honra nos ofrecen un respiro del ritmo diario y un impulso de esperanza.

Tras la pandemia, valoramos más que nunca el contacto humano. Un simple café o una cena con alguien cercano puede llenarnos de alegría y sentido. Y más aún si compartimos ese tiempo con quienes nos animan, inspiran y nos ayudan a ver la vida con más luz: esas personas que te recargan el alma.

Pero hay algo todavía más profundo que ese encuentro en una cafetería: cuando eres invitado a su casa. Porque en el hogar se muestra el corazón, y todo cobra un significado más íntimo y verdadero.

Con la Virgen ocurre lo mismo. Cuando la visitamos en sus “hogares” —santuarios, ermitas, iglesias donde se la venera—, algo se transforma en nosotros.

Visítala. No vayas solo. Y no llegues con las manos vacías.

En este mes mariano, te invito a acercarte a alguno de sus santuarios. Y si puedes, ve acompañado. No hay mejor plan que compartir la fe y la devoción con alguien querido.

Y como en cualquier visita importante, uno no llega con las manos vacías. Puedes llevarle flores, por supuesto. Pero hay un regalo que Ella siempre ha valorado mucho: el rezo del rosario. Cada avemaría es una muestra de amor que llega al Cielo y permanece allí para siempre.

Testimonios que conmueven

Hay muchísimas historias de personas que han experimentado consuelo, paz e incluso milagros tras peregrinar a un santuario mariano.

Una mujer, por ejemplo, acompañaba a una amiga moribunda en un hospital. Con el alma rota, pidió a la Virgen que al menos les enviara un sacerdote. Le dijeron que no iría ninguno hasta la mañana siguiente. Sin embargo, poco después, vio a un joven sacerdote rezando con un rosario mariano en las manos. Le pidió que atendiera a su amiga, y él accedió. Luego, desapareció sin que nadie supiera quién era ni de dónde había venido.

Otra historia cuenta cómo una joven, distanciada de la fe, acompañó a su abuela a un santuario. Al entrar en una capilla presidida por un Cristo, sintió en lo profundo del alma esta pregunta: “¿Por qué no me pides perdón?”. Y ese día se confesó, comenzando una nueva etapa en su vida.

Cómo hacer una romería sencilla

En casa seguimos una tradición sencilla, inspirada en san Josemaría Escrivá, para hacer romerías en mayo:

Al salir de casa, rezamos una parte del rosario.

Ya en el santuario o ante una imagen de la Virgen, rezamos la parte correspondiente del día junto con las letanías.

Y de vuelta a casa, rezamos la última parte del rosario.

Es un modo precioso de unir oración y camino, cuerpo y alma, y de vivir con plenitud ese rato con Ella.

Regálate este encuentro

Si estás buscando algo que llene tu alma, una romería puede ser el plan perfecto. Llévate contigo a alguien que quieras, y déjate sorprender por la paz, la alegría y la gracia que brotan cuando vamos al encuentro de la Virgen.

Ella siempre te recibe. Siempre escucha. Y siempre bendice. Why not?