Redes sociales demandadas por provocar problemas de salud mental en jóvenes

Se les acusa de provocar ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y ciberacoso

(C) Pexels
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Según se hace eco Business Insider, los consejos escolares de Seattle han culpado a algunas redes sociales como Meta, TikTok, Google y Snapchat de manipular y abusar de los cerebros vulnerables de los jóvenes, atrayendo a millones de estudiantes de todo el país hacia «bucles de retroalimentación positiva» mediante el uso y abuso de las plataformas de medios sociales de las citadas empresas. 

En concreto se les acusa del deterioro en la salud mental de los jóvenes, provocando trastornos de comportamiento que incluyen ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y ciberacoso, complicando de esta manera el progreso madurativo de los estudiantes y obligando a las escuelas a tomar medidas como la contratación de más profesionales de salud mental, el desarrollo de planes de estudio que trabajen los efectos de las redes sociales y la capacitación adicional del personal para enfrentarse a esta situación. 

La demanda expone que «el aumento de suicidios e intentos de suicidio y el incremento de visitas a los centros de salud mental no es una coincidencia. Esta crisis ya estaba empeorando antes de la pandemia y la investigación ha identificado que las redes sociales juegan un papel importante en la aparición de problemas en la salud mental de los jóvenes». 

El presidente Joe Biden ya pidió que las plataformas de redes sociales «rindan cuentas por el experimento que están realizando con nuestros niños con fines lucrativos». En la columna del periódico Wall Street Journal titulada “Republicanos y demócratas, únanse contra los abusos de las Big Tech”, Biden implora a los dos principales partidos políticos de EEUU a que se unan para aprobar una legislación bipartidista fuerte para responsabilizar a las grandes tecnológicas por estos abusos que cometen contra el pueblo estadounidense. 

La evidencia científica 

Según afirma la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) “las tendencias culturales en los últimos 10 años pueden haber tenido un mayor efecto sobre los trastornos del estado de ánimo y los resultados relacionados con el suicidio entre las generaciones más jóvenes en comparación con las generaciones mayores», tal como afirmó Jean Twenge, autor del libro “iGen” y profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego (EEUU), quien cree que esta tendencia puede deberse en parte al mayor uso de la comunicación electrónica y digital y los medios de comunicación, que pueden haber cambiado los modos de interacción social lo suficiente como para influir en los trastornos del estado de ánimo. También señaló que las investigaciones muestran que los jóvenes no duermen tanto como lo hacían en generaciones anteriores. En un trabajo publicado en la revista “Journal of Psychopathology and Clinical Science” Twenge  afirmó que “estas tendencias son débiles o inexistentes entre los adultos de 26 años o más, lo que sugiere un cambio generacional en los trastornos del estado de ánimo en lugar de un aumento general en todas las edades». 

Según la APA, la tasa de jóvenes de 12 a 17 años diagnosticados con depresión, aumentó en un 52% de 2005 a 2017 y las visitas al departamento de emergencias relacionadas con la salud mental para el mismo grupo de edad aumentaron en un 31% en comparación con 2019. 

Cambios en los adolescentes  

Una nueva investigación publicada este mismo mes de enero en Jama Pediatrics apunta a los cambios que se producen en los adolescentes que usan las redes sociales de una manera temprana. Una de las autoras, Eva Telzer, afirma que «quienes crecen consultando las plataformas con más frecuencia se están volviendo hipersensibles a la retroalimentación de sus compañeros». 

En 2021 se registraron 34 millones de internautas en España, de los que la mayoría (96,8%) acceden a redes sociales. Según el informe “Redes sociales: ángeles y demonios” de la agencia Carat, son los más jóvenes los que utilizan internet de manera “intensiva”.  

Familias con niños de entre 8 y 17 años revelaron una media de consumo de sus hijos de 3 horas diarias por la semana y de 5 horas los fines de semana. 9 de cada 10 menores destinan los móviles para acceder a las redes sociales por encima de la media total de la población nacional (82,1%), y acceden antes de la edad permitida (13 o 14 años), según este estudio. 

Un mundo cada vez más adictivo  

Paul Graham, uno de los mayores inversores en Silicon Valley, ha reconocido  que el mundo está en camino de volverse más adictivo en los próximos 40 años de lo que lo ha sido en los últimos 40; piensa en cómo TikTok está enganchando a tus hijos más de lo que lo hizo Facebook. Y ahora imagina cómo será TikTok en el metaverso… Todos los factores que invaden nuestra atención van a volverse más poderosos”. 

Varios estudios científicos recientes han confirmado que los adolescentes ya sonincapaces de dedicarse a una misma tarea más de 65 segundosmientras que los adultos apenas podemos poner el foco en un único cometido durante tres minutos. La catarata de mails, tuits, memes, alertas, stories y emoticonos que nos cae encima día tras día nos está reblandeciendo el cerebro y dejándolo inservible para acometer labores intelectualmente complejas.  


Nature advierte en un nuevo estudio dirigido por Kevin Madore y Anthony Wagner, psicólogos de la Universidad de Stanford en California, que el arsenal de pantallas que a menudo empleamos a la vez puede estar afectando a nuestra capacidad de atención y memoria 

Javier Quintero, profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad Complutense y responsable del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor (Madrid), afirma que existe una competición creciente para elevar la intensidad en los estímulos, al mismo tiempo que la velocidad de los estímulos que nos llegan está acelerando y cambiando los procesos atencionales”. El especialista califica como «disparate» que el regalo más frecuente a los niños que hacen la primera comunión -nueve o diez años- sea un smartphone. 

Nuestra valoración 

Junto a la acumulación de evidencias científicas que relacionan la abusiva exposición a pantallas (medios electrónicos) con desórdenes psiquiátricos relacionados con los estados de ánimo, tasas de suicidio, capacidad atencional, conductas adictivas o trastornos del desarrollo en niños y adolescentes, sin mencionar las disfunciones derivadas del sedentarismo que provoca en jóvenes y adultos, o los problemas de visión, constatamos una preocupante baja percepción de riesgo asociado entre los responsables de la educación de los niños y jóvenes, padres y maestros, a la que se suma una actitud negligente por parte de los organismos reguladores y empresas implicadas, que utilizan el mundo y la comunicación virtual como una productiva fuente de ingresos y un medio eficaz para la manipulación de los individuos, creando tendencias, prodigando ideologías o, simplemente, distrayendo a quien los utiliza. 

La normalización del abuso de medios electrónicos con fines lúdicos facilita la extensión de sus efectos indeseables entre la población infantil, adolescente o adulta, que acaba incorporándolos a su vida cotidiana como el elemento principal que secuestra su atención la mayor parte del tiempo. Constituye para muchos la vía predominante de comunicación con otras personas y facilita enormemente el acceso a información con elevado riesgo adictivo, como la relacionada con el juego y las apuestas, la pornografía, el abuso de sustancias, los trastornos de la conducta alimentaria (anorexia y bulimia), etc. 

Por tanto, a la facilitación del acceso a los medios electrónicos -los smartphone son el regalo estrella para niños a partir de 7 años- hay que sumar la falta de control tanto en el tiempo de uso, más de 3 horas diarias en niños y adolescentes de 8 a 17 años, como en los contenidos a los que se accede, cuya supervisión no es responsabilidad exclusiva de las empresas que los fomentan, ni tan siquiera de los organismos reguladores, sino que, en última instancia, constituye un deber ineludible de padres y educadores, cuya responsabilidad es velar por la idoneidad tanto de la utilización de los dispositivos electrónicos como de los contenidos a los que se accede, que pueden contribuir a distorsionar gravemente el proceso madurativo y, en última instancia, la salud y el futuro de los afectados. 

Se hace necesaria, más que nunca, una labor de formación e información dirigida a padres, educadores y responsables de medios de comunicación social, que debe promover, en primer lugar, su sensibilización ante los riesgos incalculables a los que se exponen los usuarios que abusan de medios electrónicos, estimulando, en segundo lugar, alternativas más saludables y equilibradas, como las diversificación de los estímulos, la promoción de las relaciones sociales reales en lugar de las virtuales, la lectura, el deporte, la vida al aire libre, los juegos tradicionales y, en definitiva, recuperar la conexión con “el mundo real”, rico en su diversidad de estímulos, que con una frecuencia e intensidad mucho menor que la de los medios virtuales, se adecúan mucho mejor a las necesidades del desarrollo evolutivo de nuestros cerebros y a sus requerimientos madurativos que incluyen la belleza, el orden y la dosificación en los estímulos, lo que incluye también espacios de silencio y soledad, hoy muy denostados.   

Julio Tudela – Cristina Castillo

Observatorio de Bioética

Instituto Ciencias de la Vida

Universidad Católica de Valencia