Seguridad de la terapia con células madre para el Parkinson
Un avance prometedor en busca de mayor seguridad y eficacia

Aunque harán falta más ensayos clínicos para demostrar la eficacia de estas terapias, el trasplante cerebral de neuronas liberadoras de dopamina constituye un tratamiento prometedor.
La proliferación casi indefinida, así como la capacidad de originar cualquier tipo celular son características de las células madre pluripotenciales. Las células embrionarias tienen esta característica de manera natural pues están destinadas a formar un organismo completo. Sin embargo, las células pluripotenciales inducidas (iPS) descubiertas por S. Yamanaka, lo que le valió la obtención del premio Nóbel, tienen estas mismas características.
La revista Nature recoge los ensayos clínicos de Sawamoto et al. 1 y Tabar et al . 2 que, mediante células pluripotenciales, buscan tratar la enfermedad de Parkinson, una dolencia neurodegenerativa que afecta a 8 millones y medio de personas en todo el mundo.
Ya son más de 100 ensayos clínicos los que se realizan con el fin de obtener productos derivados de células madre pluripotentes, la mayor parte se centran en el ojo, el sistema nervioso central y el cáncer. Las posibles terapias para el Parkinson son las que más avance han experimentado de entre las enfermedades neurodegenerativas del sistema nervioso central. Lo que caracteriza a la enfermedad de Parkinson es la disminución creciente de neuronas dopaminérgicas. El sistema dopaminérgico está constituido por un conjunto de neuronas que producen, liberan y responden a la dopamina. Este sistema tiene varias vías; una de ellas es la vía nigroestriatal que conecta la sustancia negra con el cuerpo estriado. Esta vía es decisiva para el control del movimiento y su mal funcionamiento se asocia con el Parkinson. La lentitud de movimientos, la rigidez muscular, las alteraciones de la marcha y los temblores son síntomas relacionados a esta dolencia.
Como es conocido, para el tratamiento del Parkinson se suele administrar levodopa, precursor de la dopamina que circula desde el torrente sanguíneo al cerebro. La eficacia de este tratamiento es cada vez menor, debido a la escasez de neuronas dopaminérgicas. Por esta razón, el trasplante de células productoras de dopamina podría ser una terapia válida. Ya en la década de 1980, se llevaron células del mesencéfalo ventral fetal, donde abundan las neuronas dopaminérgicas, al cuerpo estriado de enfermos de Parkinson. El resultado fue que se incrementó el nivel de dopamina y mejoró la función motora durante muchos años.
Además de los problemas técnicos para la obtención de la cantidad y calidad de células para el trasplante, también la utilización de tejido cerebral fetal llevó a plantear problemas éticos. Una posible solución es la generación de células dopaminérgicas mediante células madre pluripotentes, capaces de multiplicarse de manera abundante. Actualmente, muchos grupos de investigadores han producido sin dificultad neuronas dopaminérgicas a partir de células pluripotenciales humanas y las han transferido a modelos animales de Parkinson, consiguiendo de esa manera una recuperación en sus funciones. En 2020, un individuo recibió células precursoras de neuronas dopaminérgicas obtenidas a partir de células de su epidermis, procedentes de células pluripotenciales inducidas. Posteriormente se han venido realizando ensayos clínicos para comprobar este primer experimento.
En el primer artículo de Nature al que hacíamos referencia, Sawamoto et al. Dan cuenta de un ensayo en Fase I/II realizado en Japón. Han trabajado con células madre pluripotenciales inducidas para obtener células progenitoras dopaminérgicas y las han trasplantado a ambos hemisferios cerebrales de siete personas enfermas de Parkinson. Aunque el objetivo principal fue la seguridad y los posibles efectos adversos, revisaron también los niveles de dopamina y los síntomas motores. Las células transferidas produjeron dopamina y no provocaron tumores (la posibilidad de tumoración siempre es un riesgo asociado a las células madre pluripotentes). Tampoco se informó de efectos adversos graves. Por otro lado, se constató una disminución de los síntomas motores. De los seis participantes, cinco mostraron mejoría en su motricidad, que continuó cuando suprimieron su medicación estándar.
En el otro artículo al que nos referíamos, Tabar et al. Informan sobre el resultado de un ensayo clínico en fase I. Han sido 12 los participantes de Canadá y EE. UU. a los que se les administraron células precursoras dopaminérgicas provenientes de una línea celular de células madre embrionarias. Se constató una reducción de los síntomas en un 50%, a los 18 meses, en las personas que recibieron una alta dosis. Es destacable la comprobación de la supervivencia de las células transferidas y del incremento en la producción de dopamina. También es importante señalar que no se observaron movimientos involuntarios (discinesia), como suele suceder en este tipo de trasplantes.
Estos dos estudios revelan que los trasplantes alogénicos (provenientes de donantes) para tratar el Parkinson, parecen seguros. Desde luego, aún hay que ratificar su eficacia con otras investigaciones. Hay que tomar en consideración que estos estudios se han realizado en poblaciones pequeñas y en forma abierta (investigadores y participantes conocían el tratamiento que recibían), por lo que el efecto placebo o el sesgo del investigador podrían haber influido en sus resultados. Sin embargo, hay un hecho innegable: en ambos ensayos clínicos se constató la seguridad y se señaló la posible eficacia. Para emitir una evaluación más completa habrá que esperar a que se completen las fases II y III, pero esto no es óbice para señalar que estamos ante un importante paso hacia el establecimiento de este tipo de terapia celular para el Parkinson.
Desde la Bioética, sin embargo, debemos puntualizar que no merece la misma calificación el trabajo con células pluripotenciales inducidas que con células madre embrionarias humanas. Como sabemos, la obtención de células embrionarias de la masa interna implica la muerte del embrión, el pequeño organismo humano que, si nadie lo impide, se desarrollará normalmente hasta su nacimiento. Por tanto, no es lícito realizar este tipo de acciones que truncan la vida de un ser humano en sus inicios.
En cambio, el trabajo con células pluripotenciales inducidas, en principio, no presenta esta dificultad ética. Además, si las células iniciales provienen de la misma persona, no habría problemas de rechazo ni incompatibilidad inmunológica.
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