08 mayo, 2025

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La alianza entre amistad, reconocimiento del otro y tecnología

«Submarine» (1928)

La alianza entre amistad, reconocimiento del otro y tecnología
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La película «Submarine» (1928), dirigida por un joven Frank Capra, ofrece una insólita reflexión sobre la alianza entre progreso técnico y vínculos humanos. En este análisis, Gracia Prats-Arolas y José-Alfredo Peris-Cancio desgranan cómo esta cinta pionera anticipa preguntas actuales sobre la dignidad, la amistad y la responsabilidad moral en una era dominada por la tecnología.

¿La primera entrega de una trilogía?

Submarine (El submarino, 1928) es considerada por los estudiosos de la obra de Capra[1] como la primera de una trilogía que se completaría con Águilas (Flight, 1929) y Dirigible (Dirigible, 1931). Todos ellos coinciden en señalar que existen poderosas razones para que los tres filmes sean estudiados de una manera conjunta, como si estuviéramos ante una pequeña serie. Estas argumentaciones serían:

a) En las tres películas vemos a los mismos actores en los papeles de los protagonistas masculinos: Jack Holt (1888-1951) y Ralph Graves (1900-1977).

b) Igualmente en las tres, la trama gira en gran parte en torno a concederle un rol fundamental a un adelanto tecnológico, a una máquina o un ingenio, que se presenta como un gran adelanto al servicio del hombre -sea en el primer caso, el submarino y los trajes de buzo; en el segundo los aviones y en el tercero los globos aerostáticos, particularmente el dirigible-.

c) En tercer lugar, en todas las cintas se presentan cómo la alianza entre el esfuerzo humano y el valor de los protagonistas, con los adelantos tecnológicos contribuirá a la solución de los problemas planteados en la trama, dando lugar a un clímax emocional muy subrayado en el final de las tres películas;

d) En cuarto lugar, plantean una relación de amistad de los personajes de Holt y Graves, cuya fortaleza se someterá a una dura prueba en la medida que, invariablemente, se han enamorado ambos de la misma mujer, a la que, eso sí, caracterizan de un modo muy diferente en cada una de las películas;

e) La diferente presentación de la protagonista femenina mostrará cada vez con mayor claridad la relevancia del rostro femenino y del matrimonio para verdaderamente subrayar la igualdad y la complementariedad entre el varón y la mujer.

f) Finalmente, la serie aparecería como deudora del éxito de la primera película que obtuvo un Óscar, Wings (Alas, 1927), si bien, como apunta con acierto Raymond Carney:

… lo que diferencia SubmarineFlight y por encima de ellas a Dirigible de Wings y hace que se pueda reconocer la mano de Capra es la complejidad de la conciencia que crea en relación entre los dos colegas que protagonizan cada uno de estos tres filmes[2].

La reivindicación de un estudio individualizado de Submarine (1928)

Con todo, y sin negar lo mucho acertado que hay en estas tesis,  para nuestro estudio desde una perspectiva bioética puede resultar más oportuno no adelantar esta consideración de primera de una trilogía a Submarine y estudiarla ella misma en su individualidadHay también poderosas razones para hacerlo así:

a) Se trata de la primera película de Serie A que Capra dirigió en Columbia, tras haber filmado, como ya se ha expuesto en esa misma web cinco quikies[3], películas más rápidas de la Serie B, como el propio director relató en su autobiografía[4].

b) Capra tuvo que hacerse cargo de un proyecto originalmente pensado para otro realizador Irving Willat (1890-1976), cuyo trabajo no estaba resultando nada convincente para el propietario de la Columbia, Harry Cohn (1891-1958), por lo que impregnó la cinta de su estilo sobre un proyecto que ya existía previamente.

c) Fueron, en efecto, las determinaciones que Capra tomó con respecto a dotar a la película de un mayor realismo en la descripción de la personas (personalismo) las que contribuyeron al éxito de la película, desde la cual se pudieron concebir Flight Dirigible como sus secuelas. No había, por tanto, en un primer momento voluntad de filmar una serie. Fue un ejercicio de tanteo y anticipación. Como señala Carmen Sofía Brenes al reflexionar sobre el proceso creativo en el cine:

… hay que recordar que el autor no es como el hombre que ha escondido un tesoro y luego va a buscarlo justamente donde lo ha puesto, fingiendo haberlo descubierto. Es, por el contrario, un verdadero explorador que llega a ver el sentido de la historia que él mismo ha creado sólo después de haberla repensado y reescrito muchas veces.[5]

d) Finalmente — y resulta la razón más convincente para optar por este trato diferenciado por el que se decide estudiar de manera individualizada Submarine— entre esta primera película de 1927 y Flight de 1929 Frank Capra rodó otras tres[6], de las que las dos primeras The Power of the Press (1928) y The Youngest Generation (1929) son muy relevantes para una reflexión sobre tecnología y progreso. Entre Flight y Dirigible (1931), Capra dirigió Mujeres ligeras (Ladies of Leisure, 1930) y Pasa el Circo (Rain or Shine, 1930), con las que su penetración en la comprensión de la situación de la mujer hizo posible un personaje femenino mucho más adecuado al carácter único e irrepetible de su ser persona en En definitiva, el “aprendizaje cinematográfico en acción” de Frank Capra no quedó limitado a las películas de la trilogía entre sí, sino que se vio beneficiado del conjunto de su producción, de cómo se iba desarrollando progresivamente película tras película.

Una propuesta que une amistad y tecnología

Submarine se comprende mejor como una propuesta que une amistad y tecnología. Dicho de una manera directa: Capra con la película muestra que los avances tecnológicos no van a suplir el protagonismo humano, su heroicidad. Al contrario, dada su potencia, la tecnología puede presentar nuevos riesgos que sólo se podrán resolver desde una heroicidad personal que crea lazos de amistad.

Y de nuevo, una buena alianza entre la historia del cine y la tecnología permite extraer las evidencias este significado más profundo de la película. En efecto la edición de Blu-ray que Columbia ha publicado en el 2024 se presenta con una reconstrucción de la partitura musical realizada desde los materiales originales. Así se evidencia que Submarine incorporaba no sólo sonidos (golpes, deslizamientos, burbujas…) sino también dos canciones que resultan plenamente diegéticas. La primera de ellas es “Pals, Just Pals” de Herman Ruby y Drave Dreyer. Su letra se repite varias veces a lo largo del film y su música acompaña continuamente la película.

Es muy revelador tomar nota de su letra, pues de algún modo sintetiza el mensaje de la película:

Caramba, cómo rezo. // Siempre seremos amigos.

Sólo amigos.// No importa cuando nos alejemos.

Seguiremos siendo amigos. // Sólo amigos.

Hemos tenido nuestra parte de diversión. // Hemos luchado por chicas.

Pero después de todo. // Seguimos siendo los mismos viejos amigos.

Y cuando llegue el momento de separarnos.// Nos iremos como amigos.

Sólo amigos.

Un relato de amistad que va más allá de los protagonistas.

La trama de Submarine se puede resumir de una manera esquemática: un buzo de la marina Jack Dorgan (Jack Holt)  y el colega con el que se comunica en las inmersiones (Bob Mason (Ralph Graves) tienen una gran amistad; el primero es torpe con las chicas, el segundo un conquistador; tras distanciarse una temporada por cuestiones de servicio, Jack se casa con una joven ligera Bessie (Dorothy Revier); Jack tiene una misión en la que se ausenta una semana, Bob va a verle en ese tiempo y para divertirse flirtea con una muchacha que resulta ser Bessie sin que sepa que está casada ni que es la esposa de su amigo; cuando Jack regresa, le presenta Bessie a Bob, y ambos se quedan impávidos; de nuevo Jack tiene que ir a dar el parte al Estado mayor, y a su regreso los encuentra como casi abrazados, lo que interpreta como un abuso de su amigo y lo expulsa de su casa indignado, cuando en realidad él se estaba resistiendo a la seducción de Bessie; Bob se va a continuación de misión en un submarino, que se accidenta y cae en una fosa en la que sólo un buzo como Jack los puede rescatar; éste se niega por despecho hacia Bob, hasta que por fin su mujer le confiesa que ella fue la que tomo la iniciativa sin que su amigo supiera quién era ella una semana antes de que Jack los presentara; el buzo acude a toda velocidad al lugar donde está hundido el submarino y consigue sumergirse hasta tanta profundidad para hacerles llegar el oxígeno y salvarlos.

Sin embargo, una trama así relatada tiene una limitación, en la que habitualmente se puede caer al estudiar esta película, y es la de no reflejar otros ámbitos de verdadera amistad que se da entre los marineros de los dragaminas que comparten una misión común. Ya en las primeras escenas los vemos trabajando en equipo, gastándose bromas, implicándose de este modo con todas sus personas en una tarea de riesgo. Véase la escena en que Jack se queda enredado en la cuerda de la bomba que han arrojado para hacer estallar un barco naufragado. En unos segundos de tensión Bob salta al agua para romperla y rescatar al buzo. Y lo hace con la presencia activa de los demás compañeros que vibran con la acción como si estuvieran ellos mismos ejecutándola.

Una implicación que llega hasta las lágrimas

Todavía de una manera más intensa aparece este tipo de relación en la segunda parte de la película, aquella que se centra en el submarino hundido en busca de ser rescatado. Allí Bob Mason se echa a las espaldas la responsabilidad de animar a sus compañeros, siguiendo el encargo del Comandante del Submarino (Clarence Burton). Hace bromas, los distrae con juegos de cartas pero incluso se ofrece el primero para sacrificarse por los demás cuando parece que ya no hay salida. La implicación alcanza un punto muy delicado cuando asiste a morir al marinero más joven, que quedó gravemente dañado cuando el submarino chocó con el destructor. No puede evitar llorar cuando entre sus brazos expira “el chico” (Arthur Rankin). Y a su vez consolará al Comandante y le dará un abrazo cuando al final de la película Jack consigue llegar donde el submarino y hacerles llegar el oxígeno. Su superior derramaba las lágrimas porque segundos antes había estado a punto de disparar sobre él en un intento de liberar del sufrimiento a sus compañeros…

Y tampoco se hace justicia en un relato como el referido al personaje de Bessie, que queda como una mujer fatal, cuya ligereza estropea la amistad de los protagonistas. Es mucho más matizado. Por un lado, la joven es expresión del modo de vida de los felices años veinte, en el que se aspiraba a la diversión sin compromiso. Una segunda canción que aparece en la película de modo diegético presenta como una especie de cielo el local de jazz donde ella encuentra y seduce a Jack. Y en la última escena, cuando Jack se ha apartado de su mujer, Bessie aparece sin reparo con un nuevo marinero. Más que una fémina perversa, Capra la presenta como el correlato femenino de un tipo de relación en la que los marinos se toman a las mujeres como pasatiempos en sus días de permiso. Incluso, Jack que se ha tomado en serio a Bessie y le ha propuesto matrimonio no es capaz de verla como una persona con un proyecto de libertad propio. Más bien la concibe como un juguetito que tiene que alegrar su vida. Y a ella un tipo de relación así le resulta insoportable. En Submarine Capra ya está planteando un argumento a favor de la igual dignidad de la mujer que irá desarrollando de modo cada vez más completo en el conjunto de su filmografía, como ya hemos comenzado a comprobar en sus películas de la serie B [7].

Submarine marca que los retos de la tecnología son los propios de una sociedad del futuro, en la que el desarrollo acelerado de los procesos mecanizados de resolución de problemas, lejos de reclamar un tipo de persona indiferente hacia los otros exige una mayor disposición hacia la entrega hacia los otros. En nuestros días de debate sobre la Inteligencia Artificial, la película de 1928 marca una senda segura de por donde tiene que ir el verdadero progreso: ante un uso cada vez más sofisticado de la tecnología es necesario que corresponda una crecimiento moral de las personas en el reconocimiento de su dignidad, no sólo en los buenos fines que se pretenden sino en la capacidad de crear ambientes humanos de trabajo, en los que sea posible una amistad que todo lo mejora. No hay verdadera amistad, ni genuino matrimonio, ni auténtica comunidad humana sin el reconocimiento del otro, especialmente sin el reconocimiento de ese otro más vulnerable que depende de nuestra respuesta generosa hacia él.

Conclusión

Con respecto a subrayar la idea del reconocimiento del otro es justo que hoy terminemos esta contribución haciendo homenaje al recientemente fallecido Papa Francisco, también como voz que se ha pronunciado proféticamente contra la “globalización de la indiferencia”. Así lo reconoció en su momento el sociólogo Zygmunt Bauman cuando hizo suyas las palabras del Papa en

visita a Lampedusa. Bauman glosa su sentido como una llamada ineludible a extirpar de nuestros corazones la indiferencia. Para ello, el primer paso es saber llorar por tanta crueldad.

El papa Francisco nos llama a «extirpar de nuestros corazones esa parte de Herodes que en ellos late; roguemos al Señor que nos dé la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad de nuestro mundo, de nuestros propios corazones y de todos aquellos que, desde el anonimato, toman decisiones sociales y económicas que abren la puerta a situaciones trágicas como esta». Y, tras haber dicho esto, se pregunta: «¿Ha llorado alguien? ¿Ha llorado alguien hoy en nuestro mundo?»[8].

El cine que nos hace reír con frecuencia nos hace llorar y en esas lágrimas puede haber algo redentor. Las hemos visto en los personajes de Submarine. La pensadora Catherine Chalier lo ha sabido expresar de una manera casi insuperable, con unas palabras que avalan la sabiduría de quien ha sido hasta fechas recientes nuestro Santo Padre.

Cuando las lágrimas de los hombres aguardan, de forma muy irracional a escala humana, que la vida sea liberada de las gangas amargas y funestas que la retienen prisionera en sí o en el otro, como en cada criatura, ¿acaso no acuden siempre solitarias e invencibles, con la esperanza de una alegría aún indecible, la de un último encuentro? Ocurre ciertamente muy a menudo que los hombres lloran sin saber lo que esperan o incluso rechazándolo con todas sus fuerzas emocionales e intelectuales. Ocurre también que la palabra de esperanza es más indecente que la palabra de mera compasión, cuando la desgracia ha golpeado al otro. Pero ¿no se alegran unos y otros cuando descubren el agua del rocío de la mañana, tradicionalmente asociado al despertar y a la resurrección? Esta endeble felicidad, este estremecimiento ante la esperanza de la vida, en su pura desnudez, hacen experimentarlo a veces la lágrimas humanas[9].

Gracia Prats-Arolas – Profesora e investigadora en Filosofía y Cine – Universidad Católica de Valencia

Jose Alfredo Peris-Cancio – Profesor e investigador en Filosofía y Cine – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

***

[1] Por ejemplo, Carney, R. (1986). American Vision. The Films of Frank Capra. Cambridge, London, New York, New Rochelle, Melbourne, Sidney.: Cambridge University Press, pp 101-112; Girona, R. (2008). Frank Capra. Cátedra: Madrid, pp.126-141 o Sanmartín Esplugues, J., & Peris-Cancio, J.-A. (2017b). Cuadernos de Filosofía y Cine 02. Los principios personalistas en la filmografía de Frank Capra. Valencia: Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, pp. 75-93.

[2] Carney, R., cit, p. 103.

[3] Las cuatro que se conservan las hemos ya en esta misma web, “La economía moral como criterio para la bioética en «That Certain Thing» («Cómo se corta el jamón», 1928) de Frank Capra”“La belleza del rostro humano y la humanización de la técnica en «So This Is Love» («La virtud del amor», 1928) de Frank Capra”, ; “La contraposición entre rostro y máscara y su importancia para la bioética en «The Matinee Idol» («El teatro de Minnie», 1938)”, https://www.observatoriobioetica.org/2025/02/la-contraposicion-entre-rostro-y-mascara-y-su-importancia-para-la-bioetica-en-the-matinee-idol-el-teatro-de-minnie-1938/10003428; “La deshumanización del rostro humano como desafío para la bioética en «The Way of the Strong» (1928)”, https://www.observatoriobioetica.org/2025/03/la-deshumanizacion-del-rostro-humano-como-desafio-para-la-bioetica-en-the-way-of-the-strong-1928/10003837

[4] Capra, F., El nombre delante del título, Madrid, T&B Editores, 20027, pp. 116-126.

[5] Brenes, C.-S. (2011). El trabajo del espectador de cine. En E. Fuster, & J. García-Noblejas, Repensar la ficción: el mal moral en las pantallas: necesidades dramáticas y patologías industriales (págs. 63-74). Roma: EDUSC, p. 65.

[6] Tenemos planificado estudiar su relación con la bioética en esta misma web, Dios mediante.

[7] Ver nota.

[8] Bauman, Z. (2016). Extraños llamando a la puerta. Barcelona: Paidós, p. 14.

[9] Chalier, C. (2007). Tratado de las lágrimas. Salamanca: Sígueme, pp. 223-224.

Observatorio de Bioética UCV

El Observatorio de Bioética se encuentra dentro del Instituto Ciencias de la vida de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” . En el trasfondo de sus publicaciones, se defiende la vida humana desde la fecundación a la muerte natural y la dignidad de la persona, teniendo como objetivo aunar esfuerzos para difundir la cultura de la vida como la define la Evangelium Vitae.