Conservar la tradición, un acto subversivo

La tradición de los mártires ayuda a conservar el sentido de la vida, la libertad, la verdad, la honradez, la dignidad humana, la justicia, la solidaridad

Recientemente el Papa Francisco animaba a los jóvenes rusos a preservar y promover lo positivo del gran patrimonio cultural y espiritual ruso, siendo malinterpretadas sus palabras. El papa, a la que puede anima a conservar la tradición Es un tema recurrente del papa con los jóvenes. En la JMJ en el desayuno que tuvo con ellos les motivó para  conversar con las personas mayores «que tienen la sabiduría que necesitan los jóvenes·, decía.

La tradición o lo antiguo parece ser que no es un valor actual. Me comentaba un conocido marchante de pintura y antigüedades, cómo se había devaluado la obra pictórica y los objetos antiguos. Ya no era una inversión comprar arte, me decía. A la parroquia de vez en cuando nos traen imágenes de una cierta calidad artística, algunas de dos generaciones anteriores.

La iglesia es revolucionariamente conservadora. No sólo en sus edificios que siglo tras siglo conserva sino también en su patrimonio espiritual que son los santos, sus vidas y sus reliquias.

La tradición es una de las razones por las que molesta iglesia. Miraba atónito estos días como en un canal de televisión pública se mofaban de las vidas de unos mártires y santos, así como de sus reliquias. No es objeto de esta reflexión comentar la baja calidad periodística ni la intención adoctrinadora del ente público en concreto.

Pienso que se mofaban de los santos por el simple hecho de ser personajes milenarios. No creo que sean ridiculizables personajes que plantaron cara al poder imperial que amordazaba cualquier acto de libertad y que colaboraron con su valerosidad a forjar una cultura occidental donde los derechos humanos inspirados en el cristianismo, nos definen ante sociedades clasistas, por ejemplo.

La tradición de los mártires ayuda a conservar el sentido de la vida, la libertad, la verdad, la honradez, la dignidad humana, la justicia, la solidaridad.  Vencieron su propio egoísmo insolidario por un ideal. Durante siglos se ha construido un paradigma de sociedad que ahora está en crisis. El núcleo de las creencias no es ni tan solo un constructo, sino mi propia decisión. Se cree en la vida más allá de este mundo simplemente por deseo propio, por ejemplo. O bien, los hallazgos científicos, en otro tiempo incuestionables, ahora se pueden despreciar sin más criterio que la propia opinión.

Mantener unos valores implica una tradición. Y a la vez asumir lo que otros han conquistado como un derecho. Y la tradición se podría definir por el conjunto de creencias y costumbres que definen entidades supraindividuales.


En cambio, la filosofía al uso en nuestros días se basa en la destrucción de las seguridades o fundamentos que dan un sentido. En uno de los libros de autoayuda citan una frase de Robert Bolt “una creencia no es solamente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente” Y el autor del libro arguye que “para poder avanzar hemos de ser capaces de aprovechar nuevas experiencias que nos permitan transformar nuestras creencias”.

Podemos convenir que nuestra sociedad adolece de fidelidades y de sostener con el paso del tiempo las convicciones. Estamos en una sociedad que tiene una consistencia líquida en terminología del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. De hecho, es seductora la idea de poder inventar-nos, incluso el género. Pero de hecho, la realidad, la naturalesa, e incluso los instintos humanos de poder son persistentes y renunciar a un órden natural o social lleva a los más débiles a toparse con las consecuencias de sus credulidades. No es que la mente haya de ser esclava de las ideas, pero la tradición pue de ser una guía para vivir una vida con sentido.   Me ha tocado en mi trabajo auxiliar a padres que pierden a sus hijos en accidentes por imprudencias donde no creían en limitaciones, o a chic@s trans que después de cambiar de identidad “libremente” tampoco encuentran el equilibrio que buscaban. El tema del suicidio y la transexualidad debiera estudiarse seriamente. Aunque también encontramos profesionales de la psiquiatría que nos dicen que es un acto de libertad.

Y lo que es peor, renunciar a la tradición se puede convertir  en una dictadura de lo posible y  como siempre los que más pueden hacer lo posible son los más poderosos, a costa de los débiles. Las leyes recopiladas a lo largo de los siglos son instrumentos a favor de la ”justicia”, concepto que actualmente en una sociedad líquida e individualista también está en crisis.

Podemos ser libres como para creer que podemos volar, quizás la idea de que no podemos hacerlo es una idea que nos limita la mente, pero ignorar la tradición puede ser nefasto.