De la opacidad al escaparate
Mi primo el cardenal papable

Estos días, previos al cónclave, están siendo de primicia informativa, en todos los medios, tanto la muerte del papa Francisco, como la elección del nuevo papa.
Me comentaba una feligresa, que tendremos para tres meses de ser noticiables.
Por razones de consanguineidad, me toca un poco directamente el tema. Mi primo Cristóbal López Romero, es uno de los candidatos. Las madres ya difuntas, como hermanas se visitaban, y el tema predilecto era comentar las hazañas de sus hijos. Rivalizaban entre ellas. Casi siempre ganaba mi tía, no solo por sus habilidades dialécticas, sino por las hazañas del salesiano, persona íntegra, auténtica, radical y a la vez equilibrada entre lo humano y lo divino. Capaz de vender un frigorífico a un esquimal, por lo que respecta a su poder de convicción. Un fuera de serie desde siempre. Ahora, como es evidente, la diferencia entre los dos es abismal. Pero siempre hemos tenido buena relación y él para nadie actúa desde un pedestal. Al contrario, siempre te hace sentir bien e importante. Es el patriarca de los primos Romero y está disponible para responder al teléfono cuando se le llama. Aunque suele ser él que, en el wasap, incluso ahora, antes de empezar el cónclave, nos anima con sus chistes para todos los niveles de inteligencia. Tenemos una relación fluida.
Pues bien, feligreses y amistades, me hacen llegar a diario, entrevistas y reportajes periodísticos, en los que el cardenal de Ravat (Marruecos), Cristóbal López Romero SDB, es protagonista. Como suele pasar en los casos en que la noticia está por encima del mismo personaje, o por encima de la experiencia, los lectores o televidentes me informan de lo que mi primo ha dicho. Inútil es referirles que he hablado con él, que estoy informado, o peor aún, que el titular de la noticia no se corresponde con lo que ha querido expresar el papable. Su realidad, la noticia o reportaje, está por encima de lo que uno les pueda aclarar. Es aquello de “El medio es el mensaje” frase original de los años sesenta del siglo XX, cuyo autor es Marshal McLuhan, un filósofo y enorme teórico de la comunicación. Significa que la forma de un medio se incrusta en cualquier mensaje que transmita o transporte, creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje. Si sale en los informativos, si es portada, aunque lo que diga no haga mella en los receptores, da igual. Por ejemplo, Cristóbal desde de los inicios de su vida sacerdotal se significó por su consagración a las clases desfavorecidas, eligiendo ser docente, no en una escuela de la congregación, sino una escuela pública de un barrio marginal de Barcelona. O ahora, en la actualidad, cuando muchos le aplauden, continúan ignorando o marginando a los musulmanes que ocupan nuestras ciudades. La aporofobia y la islamofobia son más preocupantes a nivel social, o por lo menos afectan a más personas que las cuestiones como la bendición de las parejas homosexuales que levantaron tanta polémica con la “Fiduccia suplicans” del papa Francisco y que ahora le preguntan a él.
La Iglesia ha pasado se ser opaca, a ponerse en el escaparate de la calle del mundo. Durante siglos ha ocultado. Era demasiado “normal” ignorar los delitos. Actualmente, gracias al papa Francisco, es más transparente.
Siendo así que puede incluso ser admirada, comentada o criticada, en base a lo que se exhibe. Teneos un escaparate que se ve hasta la trastienda. Pero pocos entran a comprar el producto. Se opina de lo que se exhibe, de tal o cual gesto o declaración, pero se quedan fuera sin interesarse por ser de la iglesia. Es un fenómeno propio de nuestra era de imagen y sentimiento. Se admiran jugadores de futbol, sin que eso implique hacer deporte o llevar una vida saludable.
Durante siglos, la iglesia ha ocultado hechos, acciones. En la era digital, es casi imposible ocultar. Por otro lado, monseñor Cristóbal, que es periodista, y conoce los medios, es partidario de informar, antes que de ocultar. Puesto que cuando se oculta, el espectador inventa otra realidad inexacta y malévola. El mejor ataque, ante los hechos inadecuados, es una información veraz. Por eso, hace muy bien su labor de pastor, informando.
Ahora bien, cuando la información sirve solo para alimentar el espectáculo, hay el peligro de convertir a la iglesia en un objeto informativo de consumo.
El nuevo papa lo tiene difícil. Por eso Cristóbal dice que hay que estar loco para querer serlo. Le dije que rezaba para que no fuera él el elegido. Me dio las gracias por rezar a su favor. Aunque me equivoqué cuando la familia vaticinó que sería cardenal y yo les dije que no tenía muchas posibilidades. Espero no equivocarme esta vez. Nos queda rezar por el cónclave y por el nuevo papa, desde dentro de la tienda, no desde fuera mirando el escaparate.
De momento intento convertir a los “periodistas” que me traen las noticias como espectadores en actores. Siempre les pregunto y tú en este tema, ¿qué haces? Lo interesante no está en el escaparate sino en la trastienda.
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