09 mayo, 2025

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León XIV: «La paz sea con todos ustedes»

Discurso completo del León XIV frente a la plaza de San Pedro

León XIV: «La paz sea con todos ustedes»

León XIV. Un nombre que nos remite, inevitablemente, a la historia. A ese León XIII que supo marcar la diferencia con su mirada de justicia social, de lucha contra las injusticias que azotaban a los más débiles. Pero el pontificado de Robert Prevost no es solo un eco de aquel pasado. Él se presenta como un León del siglo XXI, con un firme compromiso de mirar el futuro y hacer frente a los desafíos actuales que nos atraviesan, con la misma profundidad, pero con la urgencia de un tiempo que no da tregua.

León XIV es, ante todo, un hombre del pueblo. Su origen en Chicago, su vínculo con Perú, su vida entregada a los más necesitados como misionero agustino, le otorgan una mirada encarnada, cercana al sufrimiento de los excluidos. Su historia personal, marcada por la cercanía con los pobres, se entrelaza con la historia de una Iglesia que, en palabras del Papa Francisco, debe caminar con los más necesitados. Y no solo caminar, sino actuar, ser el refugio de los que no tienen voz, ser la esperanza en medio de la desesperación.

Este León XIV tiene, además, una impronta de continuidad y cambio. Continuidad, porque su nombramiento es un fiel reflejo de la visión de Francisco, un Papa que no se limita a las palabras, sino que vive el Evangelio de manera coherente. Pero también cambio, porque la Iglesia no puede quedarse estancada, no puede permanecer ajena a los nuevos desafíos globales que nos tocan vivir. La migración, el cambio climático, la crisis económica que aplasta a los más vulnerables, todos estos son temas que demandan una respuesta urgente. Y León XIV, como un León profético, no temerá poner sobre la mesa lo que muchos prefieren evitar.

A sus 69 años, con décadas de servicio y experiencia, llega con la humildad de un hombre que no se ha quedado en las alturas del poder, sino que ha caminado por los senderos difíciles de la vida real. No será un pontificado fácil, porque las tensiones son grandes, los intereses son múltiples, y la Iglesia se enfrenta a un mundo que cambia rápidamente. Pero si hay algo que nos ha demostrado Robert Prevost es que la coherencia no es un discurso vacío. Es una praxis, una vida que se compromete, una vida que se arriesga por los demás.

El Papa León XIV será, muy probablemente, un Papa sinodal, que sabrá escuchar, que sabrá caminar con la Iglesia en diálogo, pero también con firmeza en sus principios. Un Papa que no cederá ante la tentación de la comodidad, sino que llevará a la Iglesia a hacer frente, de manera valiente y coherente, a los grandes problemas del mundo. Su pontificado nos invitará a volver a la esencia misma del Evangelio, a vivirlo con integridad, sin miedo a las consecuencias.

En este sentido, León XIV nos recuerda lo que el Papa Francisco no deja de repetir: la fe no se puede separar del compromiso social. La fe que no se traduce en acción, que no se convierte en un puente hacia los que sufren, no es fe auténtica. El legado de León XIV, como el de su nombre, será una Iglesia que no se quede en discursos vacíos, sino que se haga presente en las realidades dolorosas de un mundo necesitado de esperanza y justicia. La Iglesia tiene que caminar con los pobres. Y eso, sin duda, será lo que este Papa nos enseñe con su vida y su acción: vivir el Evangelio, comprometerse con la justicia, ser refugio de los que más sufren.

Texto completo:

Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios.

También yo quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones, que alcance a sus familias, a todas las personas, donde sea que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra.

La paz esté con ustedes.

Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada, desarmante y también perseverante, que proviene de Dios, que nos ama a todos incondicionalmente. Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del Papa Francisco que bendecía a Roma.

El Papa que bendecía a Roma también daba al mundo entero esa mañana del día de Pascua. Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: que Dios los quiere mucho, Dios ama a todos y el mal no prevalecerá. Estamos todos en las manos de Dios.

Por lo tanto, sin miedo, unidos, mano a mano con Dios y entre nosotros, andemos adelante. Seamos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita de su luz; la humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada por el amor de Dios. Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes con el diálogo, el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo, siempre en paz.

Gracias al Papa Francisco.

Quisiera agradecer a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, trabajando como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio y ser misioneros.

Soy un hijo de San Agustín, agustino, que ha dicho: «Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo». En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado.

A la Iglesia de Roma, un saludo especial.

Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre dispuesta y abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos. A todos los que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, de diálogo y amor.

Y si me permiten, también una palabra, un saludo, de modo particular para todos aquellos de mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto, para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.

A todos ustedes, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia y de todo el mundo. Queremos una Iglesia sinodal, que camine, que busque siempre la paz, que busque siempre la caridad, estar cerca de quienes sufren.

Hoy, en el día de la Virgen de Pompeya, nuestra Madre María quiere caminar siempre con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor.

Ahora quisiera rezar junto a ustedes por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz del mundo. Pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre.

Juan Francisco Miguel

Juan Francisco Miguel es comunicador social, escritor y coach. Se especializa en liderazgo, narrativa y espiritualidad, y colabora con proyectos que promueven el desarrollo humano y la fe desde una mirada integral