Pedro ha hablado por boca de León
El león es un símbolo notable en el cristianismo; significa fuerza y protección divina

El regocijo es muy grande desde que recibimos la noticia: habemus papam. El cardenal Robert Prevost fue elegido sumo pontífice, sucesor de san Pedro Apóstol; y, ha elegido el nombre de León, para servir en la Iglesia.
Nos honra que su santidad León XIV se haya manifestado ante el mundo como un peruano universal –de Chiclayo, Ciudad de la Amistad– en su emocionante aparición desde la Logia de las Bendiciones, de la Basílica de San Pedro. Eligió ser peruano, decisión que apreciamos muchísimo. Su entrega a la evangelización entre nosotros, dirigida a toda la humanidad, lleva a un profundo agradecimiento que ansiamos se concrete –amor con amor se paga– en una personal constante plegaria, para que Dios lo acompañe en la ardua tarea asumida.
El papa Francisco, expresó: “La reserva más linda del pueblo peruano son los grandes santos que marcaron Latinoamérica, construyendo la Iglesia, trabajando por la unidad y en esperanza”. Estas palabras nos comprometen, en los diversos momentos de nuestra vida ordinaria, que van a transcurrir durante el pontificado de León XIV. El que el santo padre haya escogido el nombre León para el ejercicio de su pontificado como siervo de los siervos de Dios –servus servorum Dei– llama la atención por doquier.
El león es un símbolo notable en el cristianismo; significa fuerza y protección divina. Está asociado con Judá, una de las doce tribus de Israel. En el Génesis (49:9), Jacob bendice a su hijo Judá llamándolo “cachorro de león”. De esta tribu provino el rey David, cuya estirpe asumió Jesucristo. En el Apocalipsis (5:5), Jesús es descrito como el “León de la tribu de Judá”, lo que enfatiza su victoria sobre el pecado y la muerte. Este título refuerza su papel como el Mesías prometido, descendiente de David; y su autoridad divina. La imagen del león en este contexto representa la fortaleza, la justicia y el poder redentor de Cristo. Además, el león ha sido utilizado en el arte cristiano como símbolo de protección y vigilancia, lo que reflejan la presencia de Dios como guardián de su pueblo.
El primero de los papas con el nombre León fue León Magno, sumo pontífice entre el año 440 y el 461. Es uno de los padres de la Iglesia, proclamado Doctor de esta en 1754 por el papa Benedicto XIV.
En la Audiencia General del miércoles 5 de marzo del 2008, Benedicto XVI se expresó así sobre San León Magno: “Fue verdaderamente uno de los más grandes pontífices que han honrado la Sede de Roma, contribuyendo en gran medida a reforzar su autoridad y prestigio […] es también el primer papa cuya predicación, dirigida al pueblo que le rodeaba durante las celebraciones, ha llegado hasta nosotros. Conocemos bien la acción del papa san León gracias a sus hermosísimos sermones –se han conservado casi cien en un latín espléndido y claro– y gracias a sus cartas, unas ciento cincuenta. En estos textos, el pontífice se muestra en toda su grandeza, dedicado al servicio de la verdad en la caridad, a través de un ejercicio asiduo de la palabra, que lo muestra a la vez como teólogo y pastor. San León Magno, constantemente solícito por sus fieles y por el pueblo de Roma, así como por la comunión entre las diferentes iglesias y por sus necesidades, apoyó y promovió incansablemente el primado romano, presentándose como auténtico heredero del apóstol san Pedro: los numerosos obispos [350], en gran parte orientales, reunidos en el concilio de Calcedonia, fueron plenamente conscientes de esto”.
“El concilio de Calcedonia, al rechazar la herejía de Eutiques, que negaba la verdadera naturaleza humana del Hijo de Dios, afirmó la unión en su única Persona, sin confusión ni separación, de las dos naturalezas humana y divina. […] Esta fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, fue afirmada por el papa [León Magno] en un importante texto doctrinal dirigido al obispo de Constantinopla, el así llamado “Tomus ad Flavianum”, que al ser leído en Calcedonia, fue acogido por los obispos presentes con una aclamación elocuente, registrada en las actas del Concilio: “Pedro ha hablado por la boca de León”, exclamaron al unísono los padres conciliares”.
Termino estas líneas evocando una oración propia de la misa en la conmemoración anual del primer papa León: “Dios, que nunca permites que las puertas del infierno prevalezcan contra tu Iglesia, asentada sobre la firmeza de la roca apostólica, te pedimos, por intercesión del papa san León Magno que, permaneciendo firme en tu verdad, goce de una paz continua” el santo padre León XIV durante su pontificado.
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